Mientras algunos podrían florecer bajo este esquema, otros enfrentarán serias dificultades debido a la apertura comercial y la dependencia de importaciones.
Tras meses de especulación sobre un ajuste cambiario que compensara el atraso del dólar, el mercado parece haber asumido que no habrá grandes devaluaciones. En cambio, la atención se centra en cómo la prolongación de un tipo de cambio bajo impactará en la economía nacional.
El desafío principal radica en determinar de dónde provendrán las divisas necesarias para sostener este esquema, especialmente frente al déficit que generan sectores como el turismo, que este año podría alcanzar una salida neta de USD 5.000 millones y superar los USD 7.000 millones en 2025, impulsado por un creciente interés en destinos internacionales.
Sectores más afectados
Entre los principales perdedores se encuentran industrias altamente sensibles a la competencia extranjera, como la textil, el calzado y los electrodomésticos. Estas actividades, junto con aquellas que dependen intensamente de insumos importados, sufrirán el impacto de una mayor apertura comercial.
Un caso paradigmático es el sector automotriz, cuya balanza comercial es históricamente deficitaria. A medida que aumente la producción, también lo hará la demanda de autopartes importadas, agravando el desbalance comercial. Un informe de Abeceb destaca que la industria textil y metalúrgica, así como sectores relacionados con la electrónica, petroquímica y la producción de autos, enfrentarán importantes desafíos frente a un dólar poco competitivo.
Ganadores potenciales
Por otro lado, sectores como el agropecuario, energético, minero y los servicios basados en el conocimiento se perfilan como los grandes beneficiarios del modelo. Con exportaciones de litio, cobre, petróleo, gas y software, estos rubros jugarán un rol clave en la generación de divisas.
Además, la industria alimenticia y de maquinaria agrícola, aunque no tan beneficiadas como las anteriores, también podrían encontrar oportunidades para crecer bajo este esquema.
Perspectivas y riesgos
El economista Fernando Marull ilustró el equilibrio entre el déficit del turismo y el superávit energético, señalando que, si bien ambos sectores vienen de largos años de resultados negativos, ahora podrían compensarse mutuamente.
No obstante, el optimismo por el aporte de Vaca Muerta y otros sectores exportadores ha reavivado el temor a la «enfermedad holandesa». Este fenómeno, caracterizado por la apreciación del peso debido a un ingreso masivo de divisas, podría perjudicar a los sectores menos competitivos.
Según un informe de la consultora 1816, el principal desafío será “administrar la abundancia”, evitando que los sectores más vulnerables queden rezagados frente a los grandes ganadores del modelo.
En definitiva, el nuevo esquema económico augura un escenario de oportunidades y tensiones, donde las decisiones políticas y económicas determinarán quiénes se posicionan como los grandes beneficiarios y quiénes deberán adaptarse o sucumbir.