Cuánto costaría un dólar si se dolarizara la economía

Dólar

La idea vuelve a aparecer en la agenda como propuesta del diputado y candidato presidencial Javier Milei; economistas advierten por las dificultades para su implementación y la devaluación que implicaría; según estas simulaciones, dolarizar implicaría un salto del oficial a entre $2280 y $10.000

Por: María Julieta Rumi

Distintas consultoras y think tanks analizaron el lado b de la propuesta del candidato de la Libertad Avanza, Javier Milei, quien insiste en la dolarización de la economía. En ese ejercicio teórico, consideraron que si se divide la cantidad de pesos en la economía y los pasivos remunerados del Banco Central por las reservas internacionales del Banco Central da que el tipo de cambio al que habría que hacer la dolarización ascendería hoy a entre $2280 y $10.000 por dólar.

Según Fundar, el think tank presidido por el economista y empresario Sebastián Ceria, a comienzos de marzo de 2023, las reservas netas del Banco Central eran cerca de US$2300 millones. Con eso, si se quisiera reemplazar únicamente la base monetaria ($5.242.210 millones), el tipo de cambio de conversión sería alrededor de $2280 por dólar. Sin embargo, los depósitos de la sociedad argentina tienen como contrapartida los pasivos remunerados del Banco Central. Entonces, si además de la base monetaria se quisiera convertir estos pasivos ($11.017.136 millones), el tipo de cambio de conversión ascendería a aproximadamente $7070 por dólar. “En ambos casos, implica un fuerte ajuste y una pérdida considerable del poder adquisitivo”, apuntan.

En tanto, según los cálculos de la consultora 1816, hoy la base monetaria asciende a $5,4 billones, que al CCL actual son US$13.500 millones. Argentina cuenta con US$1800 millones de reservas netas, de modo que necesitaría otros US$11.700 millones para poder rescatar la base. “El número no es gigante. El inconveniente es que el pasivo del BCRA no es solo la base, sino también las Leliq/pases, que son $12,5 billones. Para recomprar base y Leliq se necesitan US$44.750 millones al CCL (como el Stand By2018). Otra forma de verlo: usando solo las reservas netas, el FX de conversión para rescatar el pasivo del BCRA es $9944 (=$17,9 billones/US$1800 millones)”, describen.

Un cálculo similar hace Idesa. Si la base monetaria asciende a $5 billones y las Leliq –fondos que los bancos tienen depositados en el Banco Central, que se alimentan a su vez de los depósitos en pesos de los ahorristas en el sistema financiero- a $12 billones y las reservas netas de dólares en el Banco Central ascienden a US$1,8 billones, esto implica que la dolarización debería hacerse a un tipo de cambio equivalente a casi $10.000 por dólar.

La versión de Milei es que la dolarización no solo se haría con las reservas del central sino con el ingreso de dólares del Exterior. Sin embargo, 1816 dice que esto requeriría un nivel de confianza del mundo en el plan que es casi imposible para 2024.

“Para dolarizar se requerirá un préstamo enorme, otro CCL y/o reestructurar Leliq. Si asumimos que no habrá préstamo extraordinario, entonces no es posible una dolarización ordenada. Existe la chance concreta de que Argentina dolarice, pero será con una licuación masiva previo y/o con un default de pesos. ¿Contraargumento? tampoco existen otras salidas ordenadas y rápidas para el problema de los stocks en moneda local. La alternativa es ser gradual, con desenlance incierto”, plantean.

Por otro lado, Idesa dice que dolarizar no resuelve el crónico déficit fiscal. “Que no pueda apelar a la emisión monetaria para financiarse no impide que el Estado gaste por encima de sus ingresos y cubra las diferencias con créditos bancarios, retrasando pagos a proveedores o acumulando juicios. También está latente, como ocurrió varias veces en el pasado, la alternativa de que las provincias emitan cuasi-monedas para cubrir sus desequilibrios. No hay que olvidar que la persistencia de la indisciplina fiscal –y no una falla de diseño– fue la principal causa que provocó la caída de la convertibilidad”, señalan.

En otros términos, hay un problema de stock –originado por la acumulación de déficits fiscales en el pasado– y un problema de flujos –originado por la mala organización del Estado que lo lleva a gastar siempre por encima de sus ingresos–.

“El cambio de régimen monetario aborda el problema del stock. Pero, para abordar el problema de flujos –superar los crónicos déficits financieros y de gestión que padece el sector público–, se necesita un ordenamiento integral del Estado”, agregan.

En igual sentido, desde Fundar dicen que, más allá de establecer el tipo de cambio, para una dolarización exitosa son necesarias algunas condiciones adicionales. “Hace falta reducir el déficit fiscal y comercial a niveles financiables, acumular reservas internacionales, alinear precios relativos (tipo de cambio y tarifas) y hacer política de ingresos para frenar la inercia, ya que de mantenerse puede provocar una inflación residual en dólares que mine la competitividad”, enumeran.

De acuerdo con esto, dicen que las condiciones no son diferentes a las requeridas para un programa de estabilización con moneda propia. “La alternativa a dolarizar es implementar una agenda de políticas públicas que permita fortalecer la moneda nacional en todas sus funciones. La literatura y la experiencia regional muestran que es un proceso que lleva tiempo, pero es posible. Prácticamente todos los países de nuestra región, incluyendo casos muy diversos como los de Brasil, Bolivia, Chile, México, Colombia, Perú y Uruguay, han logrado frenar la inflación sin sacrificar la moneda nacional ni perder innecesariamente grados de libertad”, afirman.


Qué habría que hacer según Fundar

Generar incentivos reales y sostenidos para el ahorro en pesos: para recuperar la función de la moneda como reserva de valor, es necesario que la tasa de interés de los instrumentos en pesos sea mayor a la inflación esperada y a la expectativa de rentabilidad de las alternativas en dólares. Para esto, es indispensable evitar los saltos del tipo de cambio.
Establecer regulaciones prudenciales y políticas de coordinación: es necesario incentivar los depósitos en pesos a través de menores encajes que los denominados en dólares y de seguros de depósitos solo para aquellos en pesos. Para fomentar el uso de la moneda nacional como unidad de cuenta y medio de pago, son necesarias resoluciones que induzcan a listar precios en pesos.
Completar mercados: para fortalecer la función de reserva de valor de la moneda local es fundamental que el sector público sea capaz de ofrecer instrumentos en pesos a corto, mediano y largo plazo, de manera que los bancos también puedan ofrecer préstamos en pesos al sector privado a diferentes plazos.
Fomentar la desindexación de contratos: si bien la indexación permite que la moneda conserve algunas de sus funciones en contextos inflacionarios, lo hace a costo de enraizar la inercia y establecer un piso de inflación difícil de perforar.
Mantener prudencia frente a la circulación del dólar: de permitirse la circulación del dólar, se recomiendan políticas estrictas de supervisión para evitar el ahorro en esa moneda fuera del sistema y el riesgo de elevar el grado de bimonetarismo.

Qué no hacer:

La pesificación compulsiva de los depósitos en dólares no es efectiva porque reafirma los incentivos a ahorrar en moneda extranjera.
La destrucción de las estadísticas públicas mina la confianza, en especial cuando la rentabilidad de los instrumentos en pesos está ligada a la inflación.
Incumplir los compromisos de la deuda en pesos es innecesario y es la forma más drástica de castigar a la moneda nacional.
Restringir el acceso al mercado de cambios solo en casos extremos, dado que generan grandes distorsiones e incentivos contraproducentes.

María Julieta Rumi

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