Por: Antonio I. Margariti.- Con palabras metálicas, más propias del robot Arturito que de seres humanos dotados de sentimientos y compasión, los más altos funcionarios del gobierno nos anunciaron el envío al Congreso de un perverso impuestazo sobre los bienes personales.
Posteriormente, advirtiendo la magnitud del repudio a esta medida, otro ministro por orden de la presidente dio marcha atrás. Pero de todos modos, la intención de todos ellos ha quedado en evidencia: ¡ son insaciables, quieren sacar más plata a la gente !
Quizás muchos no comprendan que dentro de esta medida se esconde el perverso instinto político de la depredación. Depredar significa, ni más ni menos, que robar, saquear con violencia y destrozar. Y esto es lo que, sin escrúpulos, está haciendo el Estado nacional y popular que supimos conseguir.
Mediante este fallido proyecto de ley pretendían modificar el salvaje impuesto a los bienes personales. Ahora, el gobierno intentará por otros medios, quedarse con los bienes particulares que posea cuanta familia haya sido ahorrativa y previsora.
La depravación fiscal llega a un punto tal que íbamos a ser obligados a dolarizar nuestras casas al tipo de cambio blue, porque éste sería el precio de mercado. Luego, tendríamos que pagar impuestos por ese valor dolarizado de nuestros bienes, sin tener en cuenta que no existe precio de mercado cuando una casita o un departamento está habitado por sus dueños quienes no desean desocuparlo ni quieren venderlo. No hay precio donde no hay oferta.
Pero, además la perversión del fallido proyecto llegaba al paroxismo porque para valorizar los bienes personales, el gobierno se desentendía del hecho de que esos bienes pudiesen estar afectados por hipotecas, prendas o deudas financieras contraídas para comprarlos. No les interesaba el pasivo, sólo codiciaban el activo.
No hay dudas que la hipocresía fiscal está alcanzando en nuestro país niveles de inenarrable malicia. Han convertido al modelo de “inclusión social” en la burla o escarnio de la “rapiña fiscal”.
Según lo que se sospecha, no va a quedar nada en manos de la gente honesta: toda fortuna privada intentará ser arrebatada y repartida para apaciguar los errores cometidos y de paso, aumentar el patrimonio de algunos funcionarios y sus secuaces.
Esto puede parecer una exageración, pero rogamos al lector que tenga el valor de seguir el razonamiento siguiente.
DATOS DE LA REALIDAD FISCAL.
Vamos a analizar la recaudación tributaria entre enero y diciembre de 2013, recientemente dada a conocer por el Jefe de la AFIP. Lo extraño y verdaderamente cruel es la forma en que muchos analistas económicos y la casi totalidad de los medios de prensa califican las cifras de recaudación mensual de impuestos.
Todos ellos señalan como un logro positivo que esa recaudación supere los índices anuales de inflación. En cambio les parece un fracaso de política económica cuando cae por debajo.
Ninguno parece darse cuenta de que en realidad están festejando el festín del arrebato del dinero ganado honestamente por los trabajadores y empresarios para engrosar las arcas de un Estado depredador. Cuanto más recaude el Estado menos dinero quedará en poder de la gente y su familia. Veamos las cifras.
En todo el año 2013 la nación recaudó $ 940.539 millones en impuestos de toda clase, lo que representa una media mensual de $ 78.378 millones, cobrados “cash”. A los cuales debemos sumar los impuestos provinciales y municipales ($ 15.678 millones) y añadir el fraudulento impuesto inflacionario ($ 14.000 millones) que sin base legal destruye diariamente el valor de los billetes con que cobramos nuestros sueldos.
En total, la exacción impositiva llega a $ 108.056 millones por mes, sacados del bolsillo de la gente.
CUÁNTO NOS CUESTA EL GOBIERNO
Ahora bien, viven en nuestra patria 8,74 millones de familias en sentido amplio, integradas cada una por 4,7 personas o sean padre, madre, dos hijos y medio abuelo/a o suegro/a.
Dividiendo simplemente la recaudación efectiva mensual por el número de familias obtenemos una recaudación media familiar de $ 12.386, casi 3 veces el salario promedio de bolsillo de los que trabajan en blanco.
Por lo tanto, cada jefe de familia debe generar dos tipos de rentas: una para cobrar $ 4.500 como salario de bolsillo y otra, que nunca verá, por $ 12.386 y que el Gobierno se lleva mediante impuestos visibles y ocultos, la mayoría escondidos en los precios y las tarifas.
Cualquiera puede sacar la cuenta y sorprenderse al comprobar cuánta es la presión fiscal media por grupo familiar :
12.386 x 100 / 12. 386 + 4.500 = 73,35%
Entonces corresponde preguntar a los economistas ortodoxos o heterodoxos, marxistas, liberales, peronistas, nacionalistas, socialistas, keynesianos, radicales, desarrollistas, conservadores, social cristianos, populistas o anarco-capitalistas:
1° ¿Cómo es posible progresar cuando a uno le arrebatan el 73 % de lo que ha producido?
2° ¿Es sensato que 5.980.000 trabajadores privados en blanco deban seguir manteniendo a 3.348.763 empleados públicos que, por otra parte, gozan del derecho a no ser despedidos nunca?
3° Hasta ahora pudimos levantar cabeza por la soja a u$s 495, contra la soja a u$s 128 de hace 10 años. Pero ya no tenemos trigo, ni maíz, ni vacas, ni frutas, ni lácteos, ni vino, ni confecciones, ni automóviles para exportar al resto del mundo.
4° En estas condiciones ¿Cómo hacemos para vivir decentemente, sin arrebatarnos unos a otros la poca riqueza que producimos?
5° ¿Cuánto tiempo nos llevará salir de un perverso modelo que nos condena a vivir en permanente miseria social y con decadencia moral?
6°¿Porqué no nos ponemos de acuerdo para organizar un sistema impositivo simple, sencillo y soportable sin que el Estado deprede la riqueza que a la gente tanto le cuesta producir?