Un artículo de análisis del Washington Post indicó que “Argentina es un adicto a la deuda y el FMI es su dealer”.
“Argentina, el país del Malbec y del bistec con una guarnición de inflación, llegó el viernes a un acuerdo preliminar con el Fondo Monetario Internacional para evitar el default del mayor rescate de la historia. El resultado: El FMI tardará años más en recuperar los muchos miles de millones que prestó a Argentina, que parece un agujero negro fiscal del que no se escapa ni un dólar”, indicó el periodista Anthony Faiola.
“El duro acuerdo entre el FMI y el gobierno peronista de izquierdas -que heredó el rescate de la administración derechista del ex presidente Mauricio Macri- se produjo tras más de un año de intensas conversaciones”, señaló el Wapo.
“Los analistas habían temido que los bolsillos de los argentinos se volvieran a llenar de hilachas ante la inminencia de los enormes reembolsos, empujando las negociaciones hacia un momento de crisis”.
“El acuerdo se cerró cuando las poderosas facciones peronistas amenazaron con abandonar los reembolsos si no se lograban condiciones generosas, lo que es como decirle a la compañía de la tarjeta de crédito que más vale que se atenga a las reglas”.
“En las dos últimas semanas, el presidente, el vicepresidente y el presidente de la Cámara de Diputados de Argentina han pronunciado discursos en los que han hablado en contra del pago de la deuda”, dijo al diario norteamericano Gabriel Torres, analista principal de Moody’s Investors Service. “Esto es algo que ya no se oye en ningún otro lugar del mundo”, agregó.
“Todavía no se han concretado algunos detalles del acuerdo, pero prevé una reducción gradual del déficit fiscal para 2024 sin medidas de austeridad, y se basa en parte en las viejas promesas de luchar contra la evasión fiscal y desligar al país de los subsidios energéticos”.
“El plazo relativamente largo da margen a los peronistas -conocidos por sus atracones de gasto antes de las elecciones- para mantener abiertas las complicadas arcas del país antes de la crucial carrera presidencial de 2023″. “Mientras tanto, el FMI -del que Estados Unidos es el mayor contribuyente- tendrá que esperar que las garantías argentinas sean esta vez mejores que las anteriores”.
Al respecto, señaló que “el historial de Argentina en cuanto al cumplimiento de sus promesas no es precisamente estelar, y el acuerdo marca un buen momento para considerar quién es el culpable del largo tango del FMI con un país que pasa de una crisis financiera a otra, todo ello mientras gasta el dinero de otros”.
En este sentido, señaló que “los expertos están atacando al FMI y a Argentina por igual. Una narrativa común es la culpa compartida: que Argentina es un adicto a la deuda y el FMI su distribuidor. Pero si Argentina es una víctima, es por las heridas autoinfligidas”.
La nota hace referencia a la prosperidad del país a principios del siglo XX y al “largo y lento declive impulsado por los destructivos gobiernos militares y el populismo de la compleja maquinaria política lanzada en los años 40 por Juan y Eva ‘Evita’ Perón”.
“En las décadas más recientes, los gobiernos peronistas se dedicaron a gastar a raudales, dejando una factura imposible de cubrir para los candidatos de la oposición que tuvieran la mala suerte de seguir sus actos”.
Según el artículo “el peor momento llegó después de que el FMI cortara el crédito del país en 2001, sumiendo a la Nación cargada de deudas en un histórico default soberano y una devaluación de la moneda que devastó a la clase media y disparó la pobreza”.
Para un “moroso en serie -Argentina ha incumplido sus compromisos con los acreedores en nueve ocasiones desde su independencia en 1816-, esto supondría su peor enfrentamiento con el FMI, pero no el último”.
“En una sincera autoevaluación del rescate de 2018, el FMI reconoció en diciembre la insensatez del acuerdo de 57.000 millones de dólares”, otorgado en el gobierno de Macri.
“El prestamista admitió que no había comprendido lo profundo que eran los problemas financieros en Argentina, un país que imprime dinero como si fuera papel y cuya gente tiene tan poca fe en el peso que guarda dólares estadounidenses cada vez que puede”.
“El peor momento llegó después de que el FMI cortara el crédito del país en 2001, sumiendo a la nación cargada de deudas en un histórico impago soberano y una devaluación de la moneda que devastó a la clase media y disparó la pobreza. Para un “moroso en serie” -Argentina ha incumplido sus compromisos con los acreedores en nueve ocasiones desde su independencia en 1816-, esto supondría su peor enfrentamiento con el FMI, pero no el último.
En una sincera autoevaluación del rescate de 2018, el FMI reconoció en diciembre la insensatez del acuerdo de 57.000 millones de dólares. El prestamista admitió que no había comprendido lo profundos que eran los problemas financieros en Argentina, un país que imprime dinero como si fuera papel y cuya gente tiene tan poca fe en el peso que guarda dólares estadounidenses cada vez que puede”.
“El FMI ha sido criticado durante mucho tiempo por exigir austeridad a los países en crisis. Pero en el caso de Argentina, es precisamente el vicio del gasto excesivo lo que ha sido su mayor fuente de angustia. Su agobiante deuda es un legado de fondos malgastados y corrupción oficial”.
“Fernández de Kirchner, por su parte, ha sido acusada de aceptar pagos irregulares de Aerolíneas Argentinas, la aerolínea estatal, y de estar involucrada en una asociación ilícita con un amigo y empresario en lucrativos contratos de obras públicas, acusaciones que ella ha negado durante mucho tiempo”.
“Tienen la idea de que sólo pagas tu deuda si todo está perfectamente bien en la economía, pero si estás en crisis, no lo harás”, dijo Torres. “Lo que están diciendo a los inversores es: ‘No confíes en nosotros”.