El fundador de FTX, Sam Bankman-Fried,
A más de dos años de su colapso, FTX, la plataforma de criptomonedas que protagonizó uno de los mayores fraudes financieros de la historia, finalmente comenzó a reembolsar a algunos de sus acreedores. La empresa, que en su auge llegó a estar valorada en US$32.000 millones, dejó más de un millón de damnificados tras su quiebra en 2022. Ahora, en medio de un proceso judicial complejo, los afectados con depósitos menores a US$50.000 empezaron a recibir pagos, entre ellos traders argentinos, aunque la incertidumbre sigue para los grandes acreedores.
“La noche en que me di cuenta de que lo que tenía en FTX no lo iba a recuperar, me angustié y me dio bronca. Tenía US$44.000, quería llegar a US$100.000 y me robaron el dinero. Ya al día siguiente me hice la idea de que esa plata la había perdido. Pensaba que si llegaba a recuperarla, iba a estar buenísimo, pero actúe como si no existiese la posibilidad”, contó un inversor a LA NACION bajo la condición de mantener su anonimato.
Según explicó, lo que le generaba frustración fue que se trató de una estafa. “Una cosa es que haya un hackeo, un error de la plataforma, o timbearla, y otra es que te saquen la plata de tu billetera digital. A eso se sumaba también que mi aspiración al apostar por cripto era ganar mucho dinero. Pensaba, y terminó sucediendo, que el mercado quedaría devastado y en recesión, y que no se levantaría en años”, añadió.
Hasta ahora, los liquidadores lograron recuperar más de US$7000 millones en efectivo y criptomonedas, aunque gran parte de esos fondos están sujetos a disputas legales y costos administrativos.
El programa de reembolsos comenzó el 18 de febrero con los acreedores clasificados en la categoría “Convenience Class”, aquellos que perdieron hasta US$50.000. Según pudo saber este medio representan el 90% de los damnificados y recibieron el valor total de sus fondos al momento de la quiebra, el 11 de noviembre de 2022, más un 9% de interés anual.
Los fondos de inversión, empresas y bancos, que tenían cientos de millones y representan el otro 10%, tendrán que esperar más tiempo para recibir sus reembolsos y podrían no recuperar la totalidad del dinero. A ello se le suma otra controversia no menor: quienes tenían sus inversiones en criptomonedas en FTX cuando colapsó reclaman que se tenga en cuenta que desde 2022 aumentaron de manera significativa su valor.
Los clientes, que vieron bloqueados sus fondos desde noviembre de 2022, demandaron que deberían recibir una compensación por los años en los que no tuvieron acceso a su dinero. En ese sentido argumentaron que, de haber podido disponer de esos fondos, habrían generado ganancias en inversiones o, al menos, habrían protegido su capital de la inflación.
Sin embargo, el equipo de reorganización de FTX fue tajante: la legislación de quiebras en Estados Unidos no garantiza el pago de intereses a los acreedores, a menos que todas las deudas hayan sido saldadas en su totalidad. A pesar de que las criptomonedas experimentaron una recuperación significativa en 2024, la administración señaló que su objetivo es devolver el dinero según los valores originales de 2022, sin ajustes por inflación o ganancias de mercado, lo que llevó a algunos acreedores a considerar nuevas acciones legales para intentar revertir la decisión.
“Es una sensación ambigua. Por un lado, estoy feliz porque daba por perdida la plata; por el otro, si hubiese dispuesto de esos fondos, sería mucha más plata hoy. Si yo hubiese tenido esa liquidez, hubiese comprado seguramente entre uno y tres bitcoins, que cotizaban entonces a US$15.000. En momentos de pánico o te quedas quieto o adquirís Bitcoin. Hoy serían US$300.000″, dijo el trader.
Al respecto expresó que era un gran momento para comprar en 2022. “Después de lo de FTX me quedé quieto, dije no especulo más por un tiempo porque no tengo la cabeza fría. Saqué toda la plata de los exchanges y la mandé a un ledger”, aseguró. Se trata de un dispositivo diseñado para almacenar criptomonedas de forma segura al mantener las claves privadas fuera de línea, lo que los protege de hackeos y otros ataques cibernéticos. Procesan las transacciones de manera interna, lo que impide que las claves privadas sean expuestas. Además, cuentan con funciones de seguridad adicionales, como pantallas y botones para confirmar acciones, y un sistema robusto de cifrado.
Una de las voces de los acreedores con más visibilidad fue y aún es la de Sunil Kavuri, que tenía US$2.100.000 en FTX y se cree que es el británico más afectado por el colapso. “Estuve en la computadora prácticamente 24 horas, refrescando la página e intentando enviar correos al soporte de FTX para sacar mi dinero. Me sentía enfermo. Pensé: ‘Dios, eso es todo. Perdí todo’”, dijo en una entrevista concedida a la BBC en septiembre de 2023.
Kavuri estaba ahorrando para comprarse una casa y para que su hijo pudiera ir a la universidad. Habló con acreedores de todo el mundo y se convirtió en un portavoz de su causa, llamándose a sí mismo “Campeón de los Acreedores de FTX” en las redes sociales. También creó grupos en Telegram, donde las personas comparten historias sobre su desesperación.
“Nuestros ahorros de toda la vida fueron robados de la noche a la mañana. Muchos cayeron en depresión, sufrieron ataques de pánico y escuché al menos tres suicidios. Fueron años largos y difíciles. En noviembre de 2022 todo estaba perdido”, expresó en una entrevista con Cointelegraph.
En los primeros meses tras la quiebra, algunos acreedores buscaron liquidez vendiendo sus reclamos, lo que reflejó la desesperación por recuperar algo de lo perdido. Además, otros se vieron obligados a endeudarse.
“Alrededor del 50% de los acreedores vendieron sus reclamos. Además de la necesidad de liquidez, muchos querían cerrar el tormento que fue el proceso de bancarrota y la inmovilización de sus fondos”, explicó Kavuri, quien contactó a otros acreedores para armar una comunidad de apoyo en la que se ayudaron a navegar el proceso judicial y a enfrentar las repercusiones psicológicas de la crisis.
La caída de la plataforma también desató una oleada de revisiones regulatorias en el mundo cripto. Los intercambios centralizados (CEX) fueron puestos bajo la lupa, lo que resultó en un entorno regulatorio más estricto para las empresas de criptomonedas en los EE.UU. Esta nueva regulación, que incluyó medidas como la “Operación Chokepoint 2.0″, buscó restringir el acceso de las plataformas cripto a los servicios bancarios.
El proceso de quiebra también estuvo marcado por numerosos obstáculos legales. Los honorarios de las firmas encargadas del caso fueron otro de los puntos más polémicos. El bufete Sullivan & Cromwell, por ejemplo, cobró más de US$215.000.000 por sus servicios, con pagos mensuales que superaron los US$10.000.000, hasta que redujeron la tarifa a US$7.000.000 en 2024.
“Muchos acreedores tienen la intención de volver a invertir en activos digitales, pero muchos otros no lo harán por múltiples razones. Algunos necesitan esa liquidez después de casi dos años y medio sin acceso a sus fondos, mientras que otros simplemente tienen miedo de invertir nuevamente debido a lo traumático de su experiencia con la bancarrota”, comentó un miembro de la comunidad cripto conocido como “Mr. Purple”.
Este sentimiento se convirtió en un factor clave para muchos de los acreedores afectados, quienes ya no ven a las plataformas centralizadas con la misma confianza.
Mientras tanto, el proceso judicial sigue su curso y Sam Bankman-Fried, el fundador de FTX, fue condenado en marzo de 2024 a 25 años de prisión por orquestar un fraude masivo que afectó a miles de clientes e inversionistas.
Aunque el panorama aún está lejos de resolverse por completo, FTX prometió distribuir más de US$17.000 millones a los acreedores, con la ayuda de los intercambios Kraken y Bitgo.
“Obviamente fue una montaña rusa de sensaciones. Los encargados del proceso judicial crearon un portal en que notificaban las actualizaciones sobre el reembolso y podías revisar el estado de la demanda. Lo de FTX sirve para entender también que cripto no es solo importante acertar en el trade, también debés tener en cuenta que nadie te robe los fondos, que el exchange no colapse y tu computadora no sea hackeada”, reflexionó.
El chico prodigio
FTX fue fundada en 2019 por Sam Bankman-Fried, quien con una imagen de filántropo y genio financiero promovía una filosofía de “altruismo efectivo”, asegurando que su fortuna sería utilizada para causas benéficas. Sin embargo, detrás de esa fachada, la compañía operaba con serias irregularidades.
El colapso se produjo en noviembre de 2022, cuando se reveló que la empresa utilizaba los fondos de sus clientes para financiar operaciones arriesgadas de su firma hermana, Alameda Research. La situación se agravó cuando Binance, su principal competidor, informó que vendería su participación en FTT, el token emitido por FTX, lo que generó una corrida masiva de retiros. En apenas unos días, FTX pasó de estar valorada en US$32.000 millones a declararse en bancarrota.
Las consecuencias fueron devastadoras: más de un millón de usuarios perdieron sus ahorros, numerosas empresas vinculadas a FTX se vieron arrastradas a la quiebra y la confianza en la industria cripto quedó gravemente dañada.
Sam Bankman-Fried, que hasta entonces era considerado el “chico prodigio” de las finanzas digitales, fue arrestado en Bahamas y extraditado a Estados Unidos, donde enfrentó cargos por fraude, conspiración y lavado de dinero. En 2024, fue declarado culpable y condenado en uno de los juicios financieros más mediáticos de la década.
Más allá de las irregularidades financieras, la caída de FTX también expuso el estilo de vida caótico de sus directivos. Bankman-Fried y su círculo cercano vivían en un lujoso penthouse de US$40 millones en Albany, un exclusivo complejo en Bahamas. Según exempleados citados por The Washington Post, el ambiente en FTX era una mezcla de libertinaje y caos financiero, con jornadas laborales interminables, consumo de anfetaminas y relaciones poliamorosas entre los altos ejecutivos. El propio Bankman-Fried reconoció en entrevistas que tomaba Adderall y otras drogas para mantenerse activo durante días sin dormir.
Las fiestas en el penthouse se convirtieron en una parte central del escándalo. Estas reuniones incluían “consumo desenfrenado de estimulantes, alcohol y encuentros sexuales entre los ejecutivos de la empresa”.
La mayoría de los altos cargos de FTX y Alameda Research mantenían relaciones sentimentales entre sí, lo que generaba un entorno de trabajo disfuncional y decisiones empresariales impulsivas. Caroline Ellison, CEO de Alameda y expareja de Bankman-Fried, escribía en su blog personal que el poliamor en su círculo seguía una estructura jerárquica donde “quienes tenían mayor poder en la empresa también dominaban en las relaciones personales”, lo que reforzaba la dinámica de control dentro del grupo.
Uno de los aspectos más polémicos fue el uso de drogas dentro de la compañía. En chats internos filtrados por The Wall Street Journal, empleados de FTX mencionaban el consumo de “estimulantes recetados” como algo habitual en la empresa. Bankman-Fried incluso sugirió en X, antes de la caída de FTX, que las personas que tomaban anfetaminas también tomaban mejores decisiones. Durante el juicio, los fiscales presentaron mensajes en los que ejecutivos de FTX discutían sobre el acceso a sustancias como ketamina y éxtasis en las fiestas de la empresa. “Era como una fraternidad universitaria con miles de millones de dólares en juego”, describió un exempleado.
Otro de los aspectos más controvertidos del escándalo fue la estrecha relación de Bankman-Fried con la política estadounidense. Según The New York Times, el fundador de FTX donó más de US$70 millones a campañas políticas en los años previos al colapso, convirtiéndose en uno de los mayores donantes individuales del país.
La relación con Binance
El 2 de noviembre de 2022, la publicación especializada en criptomonedas CoinDesk reveló un documento filtrado que indicaba que Alameda Research, el fondo de cobertura operado por Sam Bankman-Fried, poseía una cantidad inusualmente alta de tókenes FTT. A pesar de que FTX y Alameda se presentaban como empresas independientes, el informe sugería que existían vínculos financieros estrechos entre ambas, lo que desató las primeras alarmas en el mercado.
El 6 de noviembre, Binance, uno de los principales competidores de FTX, anunció su intención de vender sus tókenes FTT debido a las revelaciones de la filtración. Esto provocó una caída abrupta en el precio de los FTT, lo que generó una ola de temor entre los usuarios de FTX, quienes comenzaron a retirar rápidamente sus fondos. En apenas tres días, la plataforma enfrentó solicitudes de retiro por un total de US$6000 millones, lo que desbordó su capacidad de liquidez.
Ante esta crisis, el 8 de noviembre, Binance comunicó que había llegado a un acuerdo para adquirir FTX con el fin de salvarla. Sin embargo, en el mismo comunicado, Changpeng Zhao, CEO de Binance, aclaró que la compañía se reservaba el derecho de desistir del acuerdo en cualquier momento. Bankman-Fried trató de tranquilizar a los usuarios al asegurar que la compra garantizaría la protección de los fondos y permitiría completar los retiros pendientes.
Al día siguiente, el 9 de noviembre, Binance dio marcha atrás. La decisión fue tomada tras una auditoría interna de la empresa y después de conocer investigaciones regulatorias que señalaban una mala gestión de fondos. Binance expresó su preocupación por el impacto que tendría la quiebra de FTX en los consumidores y manifestó que, aunque la situación era grave, el mercado de criptomonedas debería ser capaz de purgar a las empresas mal gestionadas con el tiempo
Por Diego Yañez Martínez
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