Verstappen celebra su 64° triunfo en F1 tras dominar en Suzuka.
“Fue una carrera perfecta, nunca hay que darse por vencido”, le dijo por radio Christian Horner, director del equipo, apenas el campeón cruzó la línea de meta en Suzuka. Verstappen respondió con la misma convicción: “Seguiremos empujando”.
Una declaración que refleja su inquebrantable espíritu competitivo y hambre de gloria, incluso con cuatro títulos mundiales ya asegurados.
Una victoria con peso propio
Más allá de que la carrera resultó monótona y con pocas emociones, el triunfo tuvo un gran valor para Verstappen. No solo logró imponer condiciones sobre los dos McLaren que lo escoltaron en el podio, sino que lo hizo con un RB21 que sigue siendo difícil de domar.
La clave del éxito estuvo en el trabajo previo. Tras los complicados ensayos del viernes —y un rendimiento inferior en Australia y China—, Red Bull decidió reestructurar por completo el auto en busca de una mejor ventana de rendimiento. Se ajustaron desde la distribución de peso hasta la aerodinámica y las barras estabilizadoras. Incluso Max eligió un alerón con menor carga para ganar velocidad.
“El auto estuvo patas para arriba este fin de semana”, reconoció Horner luego de la clasificación. Y esa pole magistral fue el pilar sobre el que Verstappen construyó su victoria.
McLaren, cerca pero sin margen de ataque
La escudería de Woking, protagonista indiscutida en este arranque de año, mostró nuevamente su poderío, aunque los errores cometidos en clasificación por Lando Norris y Oscar Piastri pesaron demasiado. Ambos pilotos quedaron condicionados desde el sábado, y aunque estuvieron siempre cerca de Verstappen durante la carrera, nunca lograron ponerlo en aprietos.
Piastri incluso pidió pasar a Norris al advertir que tenía mejor ritmo, pero desde el equipo no autorizaron la maniobra. McLaren optó por mantener las posiciones, decisión que, en retrospectiva, les hizo perder la oportunidad de luchar por la victoria. Esa indecisión estratégica y la paridad interna entre sus pilotos, que compiten por el mismo objetivo, puede transformarse en un arma de doble filo para el equipo británico.
Un aviso del campeón
Este triunfo también sirvió para marcar territorio. Verstappen venía de su peor inicio de temporada desde 2020, cuando recién en la quinta carrera consiguió su primera victoria. Esta vez necesitó solo tres fechas, pero el nivel de McLaren obligó a Red Bull a sacar lo mejor de sí.
La victoria en Suzuka fue la cuarta consecutiva en este circuito para el neerlandés, que dejó claro que no necesita tener el mejor auto para imponerse. Mientras Yuki Tsunoda, su nuevo compañero tras la salida de Liam Lawson, finalizó 12º y volvió a quedar fuera de los puntos, Verstappen se las arregló para brillar en soledad.
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