MOSCÚ.- Francia subió hoy de categoría en el fútbol al convertirse en bicampeona del mundo derrotando 4-2 a Croacia en la final de Rusia 2018
Con goles de Mario Mandzukic (en contra), Antoine Griezmann, Paul Pogba y Kylian Mbappé, el equipo de Didier Deschamps grita campeón 20 años después de estrenarse con el trofeo de la Copa del Mundo, en Francia 98.
Francia se suma así al lote de bicampeones para acompañar a la Argentina y Uruguay, mientras que Deschamps emula al brasileño Mario Zagallo y al alemán Franz Beckenbauer, los únicos hasta hoy que fueron campeones como jugador y entrenador.
Croacia, que anotó a través de Ivan Perisic y Mario Mandzukic, cumplió la mejor campaña de su historia, pero no pudo superar la solidez francesa, que antepuso el pragmatismo al lirismo, lo que no le quitó contundencia. La de hoy fue la segunda final con más goles en la historia de los Mundiales, junto a a las de Uruguay 30, Francia 38 e Inglaterra 66. Sólo en Suecia 58, con el 5-2 de Brasil sobre Suecia, se movieron más veces las redes.
El gol en contra de Mandzukic que le da el triunfo a Francia – Fuente: TV Pública 1:11
La tarde plomiza, con una combinación de calor y humedad que pocas veces se había dado en el mes de Mundial, le dio más dramatismo a un partido que, promediando el primer tiempo, comenzó a jugarse bajo lluvias intermitentes. La buena noticia era que pronto se vería que la final sería de las buenas. No sólo porque fue la primera en 44 años (Alemania 74) en ofrecer tres goles en el primer tiempo, sino porque Croacia la jugó con la ilusión y la fuerza del que quiere que un sueño se haga realidad. Francia también soñaba, claro, pero fue más fría, espero al rival para que este hiciera el gasto.
Por eso en el inicio, Ivan Strinic llegó al área con facilidad desde el lateral izquierdo. Croacia se insinuaba firme, pero el gol de apertura sería de Francia. Tan esmerados estaban los croatas en mostrar todo lo que tienen, que hacia los 16′ optaron por las filigranas peligrosamente cerca de su arco. Tras dos minutos de presión, Néstor Pitana marcó falta sobre Griezmann, y del tiro libre salió -mediante un involuntario cabezazo a sus propias redes de Mandzkukic- el 1-0 «bleu». Croacia no lo podía creer. Era mejor, pero perdía. Consumado el gol, Luka Modric caminó hacia el círculo central diciéndole qué sabe qué cosas a Pitana, pero seguramente ninguna agradable.
Los balcánicos no se hundieron, siguieron haciendo el gasto hasta que, tras un tiro libre, Perisic se acomodó en el área la pelota con la derecha para cruzar un zurdazo perfecto que dejó sin chances a Hugo Lloris tras desviarse levemente en un rival.
Pero Croacia estaba condenada a sufrir en el partido, con el propio Perisic viviendo la cara opuesta. El croata desvió en el área una pelota con la mano, Pitana recurrió al VAR y, tras dos minutos estudiando la jugada y conversándola con la sala de VAR, otorgó el penal a Francia. Griezmann lo convirtió con serena jerarquía, a la derecha de Subasic, que se había jugado hacia su izquierda.
No era sencillo el desafío de Croacia, Francia vino demostrando ser muy dura en este Mundial, en el que apenas estuvo nueve minutos en desventaja en un partido, aquel increíble encuentro que le ganó 4-3 a la Argentina en octavos de final.
Croacia volvió del vestuario decidida a someter a Francia, y en los primeros minutos lo logró. Hasta que a los hinchas de la cuadrícula rojo y blanca les recorrió un frío por la espina dorsal, porque a los 52′ Mbappé entró en acción, en un feroz arranque por la derecha que Domagoj Vida pudo contener a duras penas. Fue entonces que el partido se paró: cuatro personas se colaron en la cancha, exhibiendo la falla más visible en la seguridad del Mundial precisamente en la final. A Vladimir Putin, en el palco junto a Gianni Infantino, se le congeló la sonrisa mostrada hasta entonces. La seguridad fue redoblada de inmediato en todo el perímetro de la cancha. Nunca una final de Mundial se jugó con tanta gente dándole la espalda al terreno de juego y observado las tribunas.
Una pregunta recorría las tribunas del histórico estadio Luzhniki: ¿así pensaba Francia ser campeona? ¿Mostrando tan poquito cuando en realidad tiene mucho? Francia lleva la marca de Deschamps, que desde su época de jugador antepuso la contención y el equilibrio al resto de las facetas del juego. Marcelo Bielsa, que conoce bien el fútbol francés, había dicho hace cuatro años que Francia contaba con «los mejores jugadores jóvenes del mundo». Deschamps, evidentemente, no lo ignora, pero con sus decisiones en la final vino a decir que sabe lo que hace. No se trata tanto de cómo juegue Francia y de su potencial creador y ofensivo, sino de ser inteligente en función del rival. Y el rival, hoy, daba todo, aunque sus reservas físicas estuvieran mermadas. En algún momento, creía Deschamps, eso debía notarse e inclinar la final a su favor.
Tenía razón. Una nueva trepada por la derecha terminó con la pelota en el corazón del área croata. Griezmann, de espaldas al arco, se la cedió a Pogba, que vio bloqueado su primer remate. El que no vio que Pogba estaba listo para disparar por segunda vez fue Modric, que, de espaldas al «teenager» galo, exhibió un gesto de horror cuando, al girar, se dio cuenta de que era demasiado tarde para hacer nada. Pogba metió un zurdazo potente al palo ante el que Subasic no tuvo nada que hacer. Francia 3, Croacia 1 con 59′ jugados.
Demasiado para los croatas, el segundo país más pequeño en la historia de las finales del Mundial, que sintió que no había ya mucho que hacer.
Otra de las figuras de Francia durante el torneo, Lucas Hernández, protagonizó una gran jugada llegando al área por la derecha hasta cederle la pelota a Mbappé. Vida ya ni supo cómo marcarlo, y el «teenager» que ante Argentina igualó una marca del Pelé del 58 -el más joven autor de un doblete en partidos eliminatorios en un Mundial- no perdonó: 4-1 a los 65′.
Era el partido en el que Croacia proponía, pero Francia disponía. Pero Mandzukic mostró orgullo, le peleó en el área a Lloris una pelota que no debía y el francés vivió un momento Loris Karius: gambeteo mal y el delantero croata puso el pie para meter mansa la pelota en el arco fracés. El 4-2 a los 69′ sostenía a la final como un gran espectáculo. Y así siguió todo hasta el final, con Francia en la meta y Croacia aplaudida por un Luzhniki que supo reconocer lo que es, a veces, querer y no poder.
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