Él fue uno de los mejores pilotos en los 70 y hasta George Harrison le dedicó un tema. Pero falleció tras un accidente en Monza.
Luego ella salió con el corredor John Watson. El consuelo duró cinco años: un cocktail de alcohol y tranquilizantes terminó con su vida
La muerte los separó y los volvió a juntar. Así puede resumirse la trágica historia de amor entre Ronnie Peterson y su mujer Barbro. Él fue uno de los mejores pilotos de la Fórmula 1 en los 70, admirado por Jackie Stewart y Gilles Villeneuve. Considerado el más veloz de todos en su época, inspiró al Beatle más fierrero, George Harrison, a que le dedicara el tema “Faster” (“El más rápido”). Ella dejó su trabajo para acompañarlo en las carreras y ser su cronometrista, algo común en esos años. Fueron inseparables, pero justo en una competencia donde su compañera no fue, él tuvo un accidente fatal. Fue una herida mortal para su esposa que después encontró consuelo en los brazos de otro piloto, John Watson, que no pudo llenar aquel vacío…
Bengt Ronnie Peterson nació el 14 de febrero de 1944 en un pueblo sueco llamado Almby, que se ubica en la localidad de Örebro, a 200 kilómetros de Estocolmo. Heredó la pasión por los fierros de su padre Dad Bengt que era panadero y también corrió en speedway (motos en un óvalo de tierra). A los 15 años Ronnie empezó a competir con máquinas atendidas por su papá y su amigo Sven Andersson. Arrancó en ciclomotores de 50 cm3, luego pasó al karting donde fue campeón sueco y nórdico. Se bancó los costos por sus trabajos en un concesionario de Renault y en una empresa de mantenimiento de ascensores. También tuvo preparación familiar para la Fórmula 3, donde se consagró a nivel nacional e irrumpió en Europa, ya con un Tecno donde ganó en la previa del Gran Premio de Mónaco de 1969. Todos los dueños de equipos de la F1 le echaron el ojo.
Aunque ese año hubo otro hecho clave en su vida. Fue en una discoteca de Örebro llamada Prisma. Él tenía 25 años y flasheó con una rubia esbelta de nombre Barbro Edwardsson (22), hija de un pintor. Se conocieron, pero ella se fue a trabajar a Nueva York como au pair. No iniciaron su relación hasta 1970 cuando empezó a acompañarlo en su debut en la F1. Se convirtió en su cronometrista, como lo hicieron por caso, Betty Hill, Helen Stewart, Nina Rindt y María Helena Fittipaldi. Pero fue con el matrimonio Rindt con el que la pareja sueca forjó una gran amistad. La mayoría de los pilotos y sus esposas formaron un grupo muy unido que supo contener a quien sufría pérdida, como Jackie Stewart, quien le informó a Nina la muerte de su marido, Jochen Rindt, en Monza. El austríaco, gran amigo del escocés, ese año se convirtió en el único campeón post mortem de la F1.
Barbro fue muy importante en su carrera. Lo tranquilizó y focalizó, sin necesidad de perder su estilo de manejo. Fue una gran contención y hasta habría dejado pasar algunos encuentros de Ronnie con otras mujeres, según describe Motorsport Magazine…
En la F1 arrancó con un March privado y en su debut logró su mejor resultado en su primer año: séptimo en Mónaco. En el Principado también fue segundo en 1971 (primer podio), ya con el team oficial. En ese año fue subcampeón detrás de Stewart y campeón europeo de Fórmula 2 por delante de Carlos Alberto Reutemann. Siempre al lado de su mujer y ambos captando la mayor cantidad de flashes por ser una pareja joven, atractiva, simpática y que siempre transmitió libertad. Ambos se mudaron ese año a Inglaterra y alquilaron una casa en Maidenhead, una localidad cercana a Londres.
Fue muy apasionado por las carreras y, si tuvo un fin de semana libre en la F1, lo aprovechó para competir en otra categoría como el Mundial de Endurance (Sport Prototipos). En 1972 venció junto a Tim Schenken en los 1.000 Kilómetros de Buenos Aires con una Ferrari 312-P. Los dos años previos corrió en el autódromo porteño con el recientemente fallecido Jorge Cupeiro (7º y 12º). En la Máxima su mejor resultado en nuestro país fue el quinto puesto de 1978.
En 1973 llegó a Lotus, uno de los equipos más fuertes, y Barbro fue contratada como cronometrista. La pareja se comprometió ese año. Él fue muy competitivo y plasmó cuatro triunfos. Algo que no toleró su compañero Emerson Fittipaldi, quien en 1974 pasó a McLaren. “En un equipo donde hay dos primeros pilotos y no se hablan las cosas de antemano siempre hay rivalidad”, afirmó el sueco en entrevista con la revista CORSA. Esa temporada sumó otras tres victorias, una de ellas muy especial, en Mónaco y repitió en Monza, un autódromo que le cayó bien y ganó tres veces. “Bueno, posiblemente se trate de una cuestión de suerte y posiblemente también ayude a esto que me gusta correr en circuitos veloces”, analizó sobre el trazado italiano.
Era espectacular. Doblaba como si fuese derrapando, al estilo del rally. Fue acreedor al intangible y subjetivo título de “el más rápido de los pilotos de la F1”, un lauro que no fue entregado por un ente oficial, y correspondió más a la parte emotiva y legendaria de la F1. Al arte de lo imposible para la mayoría de los mortales. Al no ser un trofeo le dio mística a todo lo que consiguió. Aunque su apodo más conocido fue el de “Superswede” (Supersueco), que es el nombre de un documental en su homenaje (2017).
Sin embargo, no perdió la cabeza: “No me siento en ningún compromiso ni carga alguna. Aparte, no entiendo por qué muchos dicen que soy el más rápido. Si nos guiáramos por los resultados estadísticos otros tendrían que ser los más veloces. Sin ir más lejos, Niki Lauda o James Hunt han hecho más récords de vuelta y poles positions que yo”, admitió.
Para 1975 ya era uno de los mejores pilotos del mundo. El 20 de abril se casó con Barbro, que estaba embarazada, y el 4 de noviembre nació su hija a la que llamaron Nina Louise, por su amiga Nina Rindt. La familia Peterson, como varias de la F1, también consiguió un departamento en Montecarlo y su vecino más cercano fue otro sueco exitoso, el tenista Björn Borg. Y en sus tiempos libres se fueron a su casa de descanso en Askersund, cerca de Örebro.
También visitaron mucho la casa de un amigo de Ronnie, Lars Berntson y su esposa Helene. “Mientras Barbro charlaba con mi mujer, Ronnie llevaba a mi hija a dar una vuelta en el tractor de jardín para enseñarle a conducir, y en el verano hacíamos algo en la parrilla. Todos los jueves de invierno venían para la tradicional cena sueca de sopa de arvejas y ponche”, dijo Berntson que contó varios detalles a Motorsport Magazine.
El fortalecimiento personal fue un sostén importante para Ronnie durante tres malas temporadas. Tras irse de Lotus luego de la primera carrera de 1976, volvió a March y en 1977 pasó a Tyrrell, donde manejó el histórico P34 de seis ruedas. “Ver a Ronnie haciendo deslizar el Tyrrell de seis ruedas en las grandes curvas de Interlagos es una imagen que no puedo olvidar. Era todo un arte, era la alta escuela del manejo”, aseveró Mario Andretti, que fue compañero suyo en su retorno a Lotus en 1978.
En esa temporada el equipo de Colin Chapman fue superior por el efecto suelo (sistema que permite mayor estabilidad en rectas y curvas y aumenta la velocidad) logrado en los Lotus 78 y 79. Ronnie volvió al triunfo luego de cuatro años. Hay una anécdota particular que recordó Berntson. “Vinieron a casa con Barbro a celebrar la victoria. Hasta ese día, que yo sepa, él nunca había bebido alcohol. Le invité un vaso de ron y tardó cinco minutos en tomarlo. Luego me pidió otro trago y vació la ponchera en su vaso. La próxima vez que lo vi, se tambaleó un poco. Creo que fue la única vez que lo vi un poco borracho”.
Andretti era el piloto número uno por haber desarrollado los dos autos y Peterson aceptó su rol. Tras ganar en Austria, Ronnie quedó a solo nueve puntos de Mario y restaban 36 en juego (cuatro carreras). En la siguiente, en los Países Bajos, el estadounidense lideró y tuvo problemas con el caño de escape. Perdió rendimiento, pero el sueco, que era segundo, levantó el pie del acelerador y lo custodió hasta el final. Muchos le dijeron que se equivocó porque tenía cerrada su incorporación a McLaren para 1979. Aunque prefirió honrar su palabra a pesar de perder la chance más clara que tuvo para ser campeón mundial. “Le di mi palabra a Mario. Si hubiera faltado a ella a mitad de temporada, ¿volverían a confiar en mí en un futuro?”, sentenció el sueco. Le quedaban quince días de vida…
Es que en Italia, a metros de la largada, sacó la peor parte en un accidente donde hubo involucrados 11 autos de 24. James Hunt intentó evitar un toque de Riccardo Patrese y golpeó al coche de Ronnie. Su Lotus se estrelló contra otros autos y luego chocó contra el guardarrail y se prendió fuego. Hunt logró sacarlo a Peterson que quedó consciente, pero con sus dos piernas rotas. La ambulancia llegó tarde y fue trasladado al Ospedale Maggiore de Milán.
Fue operado por las fracturas. Aunque el lunes 11 de septiembre, a las 10:10 de la mañana el hospital anunció su fallecimiento por “una embolia generada por los gases tóxicos que originó el combustible de su máquina al arder, los cuales sobrepasaron el margen de seguridad que otorgaba la vestimenta del piloto”. El Dr. Bruno Lucisano, uno de los que intervino a Ronnie dijo que “las embolias grasosas son previsibles en los fracturados múltiples” y afirmó que “(Peterson) tenía los pulmones seriamente dañados por el gas del combustible quemado”. El sábado 16 de septiembre, los diarios suecos Expressen y Aftonbladet, publicaron testimonios del Dr. Niels Lund, médico anestesista de la Federación Sueca del Deporte del Automóvil, donde aseguró que “Ronnie murió por haber sido operado demasiado pronto”. Al otro día Lund se desdijo…
Chapman mandó su avión particular a Niza para recoger a Barbro y llevarla a Milán. “Monza es un circuito maldito; por eso preferí no ir a la pista… Quedé estupefacta cuando vi cómo habían ordenado la partida y me pregunté si no se habían vuelto locos… No sé cómo pudo morir Ronnie si era fuerte como un elefante y no tenía más que fracturas”, se lamentó ella.
“Una vive siempre en la angustia de un posible hecho ingrato, pero al final yo creía que no pasaría jamás. Creo que se equivoca quien quiere prohibir las carreras de F1. Sólo había que hacerlas más seguras. Yo viví mucho tiempo en el mundo de la F1 y puedo decir que es fácil encontrar chivos expiatorios cuando pasa algo. Si se quisiera hacer algo en serio, se deberían autorizar solamente los circuitos que ofrecieran a todos los pilotos en cada circunstancia, la posibilidad de sobrevivir. Lo demás es hipocresía”, sentenció.
Peterson largó en la Máxima 123 carreras y logró diez victorias. Marcó 14 poles positions y 25 veces partió desde la primera fila. Una estrella de la F1 se apagó para siempre y referentes lo elogiaron:
“Ronnie era un talento extremo uno de los pocos que tenía el control total sobre su conducción” (Jackie Stewart).
“Su talento fue mayor que el de muchos otros que fueron campeones de F1″ (Bernie Ecclestone).
“Fue mi gran modelo a seguir. Ronnie era el más rápido de todos en ese momento. Siempre intenté aprender de él y ser igual de rápido” (Niki Lauda).
“Daba el tipo de espectáculo que quiero darle a la gente” (Gilles Villeneuve).
“Te volvía loco, porque copiaba tu puesta a punto, y en un par de vueltas mejoraba tus tiempos” (Emerson Fittipaldi).
“Podías cambiar el coche totalmente y te hacía los mismos tiempos” (Colin Chapman).
Su funeral fue el viernes 15 de septiembre en Örebro. Quienes llevaron su féretro fueron sus amigos, Ake Strandberg (personal), y los pilotos, Jody Scheckter, Emerson Fittipaldi, Niki Lauda, James Hunt y John Watson, quien tomó un rol protagónico en esta historia. El irlandés era muy cercano al matrimonio Peterson y acompañó a Barbro y a su hija. Primero tomó el lugar que dejó vacante Ronnie en McLaren. Luego comenzó una relación con ella que duró unos cinco años. El británico luego tuvo su mejor momento en la F1 y fue subcampeón en 1982.
Sin embargo, ese consuelo no pudo tapar su verdadero amor. Watson nunca llenó el vacío dejado por Ronnie. El 19 de diciembre de 1987, Barbro fue encontrada muerta en su casa de luego de una combinación de alcohol con sedantes en un baño caliente. Fue enterrada, junto a Ronnie, en el panteón familiar de los Peterson en Örebro.
Nina tenía 12 años y se fue a vivir a la casa de sus abuelos. “Cuando me mudé a Suecia, comprendí lo famoso que era mi padre. Mis amigos de la misma edad sabían quién era”. Se dedicó a la decoración de interiores. En 2008 inauguró un museo dedicado a su papá en Örebro. En el ingreso hay una estatua que lo recuerda y que dice “Más rápido que una bala saliendo de un cañón. Él es más rápido que nadie, más que un parpadeo, nadie sabe cómo lo hace”. Hace unos años trascendió una foto de la hija de Nina abrazando una gigantografía de su abuelo con el Lotus 72 en la Horquilla del Autódromo de Buenos Aires.
Nina participó en el documental de Ronnie y sobre sus padres aseguró: “¡Es tan extraño ver a esas dos personas a las que admiro tanto, y también son diez años más jóvenes que yo! Mis padres se ven más infantiles que yo, siempre serán jóvenes”.
Berntson, el amigo de sus padres, reveló que “Barbro estaba enamorada de una sola persona en su vida: Ronnie. Él era su héroe. Necesitaba el sentimiento paternal de John (Watson), y él quería que ella vendiera su casa y se mudaran a algún lugar como Hampshire, pero Barbro no lo hizo porque era como un mausoleo después de la muerte de Ronnie, con todos los trofeos y fotografías en exhibición”.
Y muy atinada es la descripción de Peter Warr, jefe del equipo Lotus, que también tuvo una visión de primera mano de la relación de Ronnie y Barbro: “El estilo de vida que llevaron y la felicidad que ella encontró con Ronnie fue totalmente insustituible. No lo habría encontrado con nadie más. Estaban hechos el uno para el otro”.
“Amaban la vida y se amaban”.
Por Dario Coronel
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