La presión de su hinchada y la urgencia de anotar rápidamente llevaron al equipo a apresurarse y a tomar decisiones que no siempre resultaron efectivas.
El equipo de Gallardo optó por desbordes y centros al área, buscando crear peligro con Borja, quien logró conectar dos cabezazos en el primer tiempo. Sin embargo, el apuro en cada acción hizo que River perdiera precisión en el mediocampo, donde ni Meza ni Simón lograron construir juego fluido. A pesar de los intentos, el equipo dependía de pelotazos al área en busca de una conexión que nunca llegó.
Mineiro, en cambio, optó por un juego pausado y preciso. Los brasileños esperaban el momento oportuno para cortar el juego de River y ganar minutos en cada jugada. Incluso el arquero Everson fue amonestado por demorar el juego. River, sin un armador claro en ofensiva, dependía de intentos individuales, mientras que el rival aprovechaba los espacios para generar contragolpes peligrosos.
En el segundo tiempo, Scarpa estuvo cerca de ampliar la ventaja de Mineiro, estrellando un remate en el travesaño. Gallardo intentó cambiar el rumbo del partido con el ingreso de Echeverri, Mastantuono y Villagra. Echeverri generó una gran ocasión, pero Everson respondió con una atajada crucial. Por su parte, Armani mantuvo a River en juego al desviar un avance peligroso de Mineiro.
La desesperación creció en los minutos finales. Gonzalo Martínez, quien mostró voluntad para desequilibrar, fue uno de los pocos que recibió aplausos de la hinchada. A pesar de la insistencia y la entrega, River no logró vencer su propia falta de claridad y quedó fuera de la Copa Libertadores, perdiendo la posibilidad de disputar la final en su propio estadio.