Insistencia. River gana por insistencia. Resignar su búsqueda no es una opción. La vocación ofensiva y el compromiso colectivo para afrontar un durísimo partido le permitieron llevarse una trabajada victoria ante Colo-Colo por 2-1 con tantos de Matías Suárez y Esequiel Barco.
El gol que abrió el partido a los 36 minutos del segundo tiempo fue el fiel reflejo de su idea: siete futbolistas en posición de ataque, Paulo Díaz de armador y Andrés Herrera como extremo para el desborde y la definición de Suárez, con complicidad del arquero. Esa visión futbolística, potenciada con la mentalidad competitiva de un equipo que siempre saca un plus en la Copa Libertadores, le terminó permitiendo festejar su tercer triunfo en fila para ser único líder del Grupo F con nueve unidades y encaminar su clasificación a los octavos de final.
El partido fue 100 por ciento de Libertadores. Más copero no se consigue. Un juego muy cortado, con mucha fricción, intensidad, la pelota moviéndose constantemente y pierna fuerte a más no poder: se cometieron 36 infracciones con la pasividad del árbitro Alexis Herrera. En ese contexto, River no se sintió cómodo y la imprecisión con el balón fue notoria. Sin sus conexiones habituales en el mediocampo, le costó mucho aprovechar la tenencia de la pelota y los espacios que encontró por la intención de un rival que adelantó constantemente sus líneas para buscar el arco de Franco Armani.
Ambos tuvieron sus ocasiones de gol por la dinámica y el frenesí que tuvo el encuentro con dos equipos que siempre tuvieron el arco rival entre ceja y ceja. Y el 0-0 del primer tiempo se explicó en las áreas: Armani respondió cada vez que los chilenos atacaron, y Paulo Díaz fue el punto alto de una defensa que volvió a mostrar inseguridades y sufrió con el talento y el desequilibrio del delantero argentino Pablo Solari; mientras que Esequiel Barco estuvo muy activo para desmarcarse y sacarse rivales de encima con su gambeta, pero poco fino a la hora de resolver en las tres situaciones frente al arco que tuvo. Revoluciones al por mayor.
Es que River jugó con demasiado vértigo en ataque y no aprovechó esos huecos para mover la pelota con una pausa más para decidir mejor. Con el regreso de Barco, después de dejar atrás una bíceps femoral de la pierna derecha que lo había dejado afuera de los últimos cuatro partidos, Gallardo volvió a optar por el esquema 4-1-4-1 del inicio del semestre. Pero no tuvo demasiadas respuestas positivas: Julián Álvarez quedó muy alejado de los movimientos del balón, tanto Santiago Simón como Barco no pudieron explotar con fluidez las bandas y Enzo Fernández no pudo erigirse como el dueño del balón.
Por eso, antes de los 10 minutos del segundo tiempo, el Muñeco dispuso el ingreso de Matías Suárez en lugar de Simón para sumarle un acompañante a Álvarez y buscar otra alternativa para renovar los aires de un ataque que parecía apagarse. Y el equipo empezó a cambiar su cara, más allá de que el déficit central del Millonario estuvo en el sorprendente bajo porcentaje de efectividad en los pases (74%), potenciado por el abuso del juego directo.
En parte, esa imprecisión se debió a la actitud de Colo-Colo, que siempre buscó presionar y apretar para cortarle los caminos internos a River, recuperar la pelota en el mediocampo y salir en velocidad con ataques rápidos y al espacio detrás de los centrales y los laterales millonarios. En un contexto sin muchas luces, sobresalió Nicolás De La Cruz, un futbolista copero que siempre da la talla en los partidos más crudos. De menor a mayor, fue logrando cada vez más preponderancia en el partido con su mentalidad competitiva y se destacó con su despliegue, sus recuperaciones y su inteligencia para moverse en un partido frenético. Así, potenció a sus compañeros y en los tramos finales del partido se vieron los mejores destellos de River. El golazo de Barco en el cierre y el posterior descuento de Juan Lucero, de cabeza, fueron el broche perfecto para un partido tan vibrante como exigente.
River se va con una sonrisa de Chile. Aunque no pudo desplegar lo mejor de su fútbol, volvió a la victoria tras dos pálidas actuaciones contra Talleres y Atlético Tucumán y demostró que tiene actitud, experiencia y garantías para los duelos coperos. Y ahora, tras quedar como único líder en el Grupo F, el calendario no le permite enfocarse todavía en su destino copero: el sábado buscará tres puntos en Junín contra Sarmiento para enfilar hacia los cuartos de final de la Copa de la Liga. Y será otra parada crucial para seguir reencontrándose con su juego. Eso sí: la idea y la actitud no se negocia. Nunca.
Juan Patricio Balbi Vignolo
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