River igualó en La Plata ante Gimnasia y se fue con cara de derrotado

River sigue invicto desde la vuelta de Marcelo Gallardo, pero las caras del DT fueron de derrota en el empate con Gimnasia 1-1
Adam Bareiro lucha con los centrales Morales y Cabral Ignacio Amiconi - FOTOBAIRES

En La Plata el Millonario jugó mal; empezó ganando con el golazo de Nacho Fernández, pero empató Castillo cerca del final; rendimientos individuales que generaron preocupación en el DT.

En la víspera del día de la niñez, en la cancha de Gimnasia fueron ellos quienes hicieron de voz del estadio para dar las formaciones y, así, le sacaron una sonrisa a los hinchas. Después, en la cancha, los que hicieron los goles fueron Ignacio Fernández, que va camino a los 35 años y Rodrigo Castillo, con 25. El fútbol puede ser cruel (como lo pudo sentir el Lobo por el primer tiempo que había realizado), pero también lógico: la jerarquía individual no necesita de muchas posibilidades para hacerse notar. River ganaba por eso, pero el amor propio y el orgullo rescató a Gimnasia para encontrar el empate cerca del final y que el 1-1 se acerque un poco más a lo que reflejaron los merecimientos. Incluso el local fue quien más hizo para quedarse con los tres puntos.

¿Qué se llevó Marcelo Gallardo de La Plata? Una sensación de fragilidad. River no se puede detener sólo en el golazo de Nacho Fernández, las caras del entrenador fueron de derrota: fueron muchas las preocupaciones que el Lobo le generó durante el partido, en varias líneas. Más allá de los cambios tácticos y las modificaciones de nombres, el Muñeco todavía tiene mucho trabajo por delante.

La excursión a La Plata, Marcelo Gallardo la utilizó para tomarles un examen a varios de los futbolistas que integran el plantel pero que no arrancarían entre sus prioridades actuales. Esto es fútbol y los pensamientos pueden cambiar en una semana, para eso están los entrenamientos y los partidos oficiales. Cada jugador se va haciendo camino al andar. Por eso este encuentro resultaba clave para el plantel millonario. Si en este nuevo ciclo todos arrancan de cero, las miradas serán iguales para un Nacho Fernández o Lanzini, que tienen sobradas muestras se sus capacidades técnicas y tácticas, como para el arquero Ledesma y Boselli, dos de los casos que todavía tienen mucho para demostrar. Pero ya lo dijo el entrenador tras completar su primera semana de entrenamientos: “Lo que pasó fue muy lindo, pero no me quiero quedar en eso, sino que el desafío es ir por más”.

La primera vez que lo pasaron a Boselli como lateral derecho fue a los 17 minutos Benjamín Domínguez y su centro casi finalizó en gol de Castro. Fue más que una señal. El extremo diestro que juega por la izquierda encontró otra chance con una gambeta y un remate desde afuera que encontró firme a Ledesma. Pero Boselli había tenido intervenciones muy positivas a la par de un colectivo de River que buscó presionar alto y en bloque. Hasta ahí…

A partir de los 20 minutos, algo se partió en River. Y quedó de manifiesto con la amonestación a Peña Biafore tras una falta a Castro. Fue el momento en donde se vieron varios futbolistas millonarios por el piso, entre movimientos desesperados para llegar a la presión y recuperar la pelota enseguida. Pero varios llegaban a destiempo y fue allí donde Gimnasia encontró espacios, sobre el círculo central y en los carriles centrales, para acelerar con la posesión de la pelota. Así también generó otra situación de riesgo la proyección de Colazo y un centro pasado que definió el otro lateral, Pintado, llegando a la carrera por la derecha.

Jeremías Ledesma sumó puntos en la consideración de Gallardo en el momento que menos conforme estaba el DT con el rendimiento de su equipo. El arquero sacó una gran pelota al córner luego de un remate desde afuera del área de Martín Fernández, volante central de Gimnasia, cuando el balón se metía en el ángulo. Y volvió a responder positivamente ante un intento de Benjamín Domínguez.

Los rostros de Gallardo lo decía todo. “Soy expresivo, se nota mucho cuando algo no me gusta”, reconoció tiempo atrás el DT. El gran problema que tuvo River era que no controlaba el medio campo y que la primera línea de oposición fue la defensa. Incluso varias veces resultó el propio arquero Ledesma, que salvó chances claras saliendo como líbero. Cuando la línea de volantes tenía le pelota, la perdían rápido por imprecisiones. El Muñeco pretende que el juego de su equipo fluya con velocidad y pases a uno o dos toques, pero esa intención no se pudo llevar adelante porque ni siquiera Bareiro, el centrodelantero, logró pivotear bien a Nacho Fernández, Lanzini o Aliendro. Pablo Solari arrancó como extremo derecho, pero casi no participó. En ese contexto, el equipo evidenció los mismos problemas que ofrecía con Demichelis, con futbolistas que no sienten el ida y vuelta por las bandas ni tampoco logran hacerse fuertes desde la posesión.

La polémica del primer tiempo llegó sobre el final, con una gran asistencia de Castro para el pique de David Salazar que lo vio a Domínguez y le cruzó la pelota; el 7 definió al gol, pero el wing recibió en posición adelantada, situación chequeada por el VAR, que le dio la derecha al juez de línea 2: estaba en off-side.

Tres cambios juntos
River la pasó tan mal en la primera etapa que no sorprendió que Gallardo hizo tres cambios: ingresaron Rodrigo Villagra por Aliendro, Franco Mastantuono por Solari y el debut de Maximiliano Meza (estuvo cerca de hacer un golazo) por Lanzini. Con las modificaciones y el contexto del partido, el equipo de Gallardo quedó con el sistema 2-4-1-3, con González Pirez y Funes Mori; Boselli, Peña Biafore, Villagra y Casco; Nacho Fernández; Meza, Bareiro y Mastantuono.

La jerarquía de la técnica individual de River necesitó de un ataque a fondo para convertir. Así fue a los 10 minutos: acertaron en velocidad y precisión Peña abriendo para Mastantuono y el juvenil de 17 asistió a Nacho Fernández, que definió con categoría como si fuera número 9. Golazo. El pase de Peña Biafore y la definición de Nacho fueron de primera.

Tras el 1-0 Gallardo volvió al clásico 4-2-3-1, con Boselli, González Pirez, Funes Mori y Casco; Villagra y Peña Biafore; Meza, Nacho Fernández y Mastantuono; Bareiro. Ahí pasó a controlar el ritmo de juego durante unos minutos, potenciado por el desánimo lógico de un Gimnasia que no podía creer cómo pasaba a perder un partido que había sido ampliamente favorable. Los últimos cambios de Gallardo fueron los ingresos de Echeverri y Ruberto, otros dos casos para analizar de cara al corto y mediano plazo.

El DT Méndez en Gimnasia apostó por cambios superadores, y terminó con cuatro delanteros en un esquema 4-2-4: Abaldo por la derecha, Castillo y Santino Primante como doble 9 y Benjamín Domínguez por la izquierda. Encontró el premio tras un centro preciso de Colazo a la espalda de Funes Mori y una gran definición con cara interna de Rodrigo Castillo.

Gallardo todavía está a mitad de camino entre lo que pretende y lo que observa. Sabe que se subió a un “tren en movimiento” del que no maneja todas las velocidades. River intenta dar pasos para adelante y no perdió desde el regreso del Muñeco, pero por ahora se tropieza más de la cuenta desde el funcionamiento y lo que espera de las respuestas individuales. Hay que ver las caras del entrenador para entender lo lejos que todavía está River de lo que pretende ver.

Christian Leblebidjian

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