Tensión. Dientes apretados. Juego cerrado. Y una sola llave para abrir el partido, un momento de lucidez.
Racing se iluminó cuando Lisandro López por fin salió del área, donde jamás le llegó la pelota, y abrió la cancha. Hubo cuatro pases, de derecha a izquierda, con Matías Rojas, Alexis Soto y Eugenio Mena como protagonistas. El centro pasado del chileno y el cabezazo de Lorenzo Melgarejo por sorpresa, dejando perplejo a Frank Fabra y a todo Boca, que nunca pudo reponerse. Ganó la Academia el primer duelo en Avellaneda, algo que nunca había pasado ante su rival azul y oro en el ámbito internacional. No recibió goles. Y viaja a la Bombonera seguro de sí mismo.
Boca volvió a perder, como hace una semana en su estadio, más allá de la clasificación por penales. Y mostró muchas dificultades para construir juego. Hubo bajos niveles individuales: Eduardo Salvio y Sebastián Villa, más allá de sus trepadas en el primer tiempo. Edwin Cardona, perdido en el medio de su soledad creativa, casi sin poder conectar con Carlos Tevez. Terminó aturdido porque su fútbol no mejora y el sueño de la séptima, hoy mismo, depende de una actuación sobresaliente en la vigilia de la Nochebuena.
Es cierto que todo podría haber cambiado si Esteban Ostojich expulsaba a Melgarejo. El paraguayo le metió un planchazo a Nicolás Capaldo que el árbitro consideró tarjeta amarilla. El VAR hizo caso omiso. El trabajo del uruguayo fue muy cuestionable. También debió echar a Villa, que estaba amonestado y en el segundo tiempo bajó de atrás a Fabricio Domínguez.
La posesión sin profundidad suele tener poco sentido. Esperar agazapado, pero no poder meter una contra, también. Y así fueron los primeros treinta minutos del clásico. Con Racing apoyado en la tenencia, buscando ser punzante por afuera con los despegues de Fabricio Domínguez y Eugenio Mena, pero sin aportar riesgo en el área de Esteban Andrada. Con Boca abroquelado, sólido entre sus zagueros, cerrando los caminos centrales con Jorman Campuzano y Nicolás Capaldo, pero sin luces para armar una buena réplica.
Hasta la media hora, entonces, todo se desarrolló de acuerdo a lo que pudiera producir Racing, que tuvo la iniciativa, que manejó la pelota con prolijidad –a veces exasperante- y que sólo intentó romper el molde con algún pelotazo cruzado para sus laterales volantes porque el Lisandro López de Boca y Carlos Izquierdoz asomaban impasables.
Hasta que se soltó Sebastián Villa, que ya había amenazado en el comienzo con una jugada que terminó con el colombiano tendido sobre el césped, acusando un golpe de Leonardo Sigali. Hubo roce con la mano del defensor celeste y blanco, pero exageró la caída el delantero xeneize. Iban 15 segundos de juego. Recién al borde de los treinta, Villa ganó por izquierda, asistió a Tevez y Gabriel Arias tapó el bombazo de Carlitos.
Boca entendió que el negocio estaba por el sector más vulnerable de la Academia, algo que le había enseñado Flamengo con Bruno Henrique, aquí mismo y en Río de Janeiro. A espaldas de Domínguez podía sacar ganancia porque el uruguayo tiene mejor predisposición al ataque y lo obliga a salir de la cueva a Leonardo Sigali.
Villa volvió a inquietar por afuera, enganchó hacia su mejor perfil y metió un derechazo que otra vez encontró una gran respuesta de Arias. Fabra también se filtró por izquierda y nuevamente el arquero neutralizó el zurdazo rasante con mucha seguridad.
Racing tuvo dos aproximaciones, un centro cruzado, a media altura, de Domínguez que Lisandro no pudo resolver porque se pasó y terminó enredado con la pelota, y un anticipo de Sigali que encaró con pelota dominada y remató apenas desviado.
Había sido más agresivo Boca en la primera etapa, aun teniendo menos tiempo la pelota. Pero se nublaban los caminos porque Cardona no podía brillar. Russo entendió que Tevez, tirado atrás, podía ser la solución. Y de un pase de Carlitos casi marca Jara. Otra vez apareció Arias para salvar, el mejor junto a Sigali y Nery Domínguez, siempre firmes.
Llegó el gol de Melgarejo y entró Soldano, Tevez retrocedió unos metros y Boca empezó a encontrar la pelota. En ventaja, Racing se cerró bien atrás. Beccacece mandó a la cancha al pibe Alcaraz, reforzó atrás con Orban por Soto, muy permeable toda la noche –más allá de su intervención en la jugada del 1 a 0- y cambió a Darío Cvitanich por Lisandro, casando. El veterano delantero nacido en Baradero entendió como pocos el juego. Se fajó con el otro Lisandro, con Jara, manejó los tiempos.
Y el ingreso de Zárate poco pudo cambiar el escenario. De un córner suyo casi lo empata Soldano, pero queda claro por qué perdió la titularidad. En el área chica, la tiró por encima del travesaño con una tijera forzada.
La revancha será el miércoles del otro lado del Puente Pueyrredón. La serie está abierta. Por ahora, saca ventaja a Racing, que llegó de punto y buscará hacer saltar la banca azul y oro.
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