Después de un mercado de pases movido, con diez incorporaciones y una inversión de unos 10.000.000 de dólares, Racing debía salir al césped del Cilindro a mostrar de qué era capaz.
En la semana previa a la Copa de la Liga Profesional, con una presentación de refuerzos abierta al público al estilo europeo y un video de alto perfil publicado en las redes sociales, en el que Gustavo Costas actuó como uno de los personajes de la serie Los Simuladores, se generó una expectativa que se hizo sentir en la primera fecha del año. Pero todavía no había rodado la pelota en la mitad celeste y blanca de Avellaneda.
A estadio lleno, con un recibimiento especial con humo y fuegos artificiales y banderas dedicadas a Costas en su segundo regreso como DT, la ilusión fue desinflándose apenas Nicolás Lamolina pitó el inicio del partido. Llegaron diez refuerzos: Facundo Cambeses, Agustín García Basso, Germán Conti, Bruno Zuculini, Santiago Sosa, Agustín Urzi, Maximiliano Salas, Marco Di Cesare, Santiago Solari y Adrián Martínez. Pero apenas dos fueron titulares en este debut: el mediocampista Sosa y el zaguero Conti. Ambos vieron la tarjeta amarilla antes de cumplirse 30 minutos de juego. Un indicio de cómo sería la noche.
Después de un 2023 desesperanzador, con una relación entre el público y los futbolistas que estuvo al borde de resquebrajarse, la Academia necesitaba una renovación, un cambio de aire. La llegada de Costas, un hombre de la casa, conocedor de lo que necesita escuchar el oído del hincha, causó ese efecto en este primer mes del año. El director técnico y los refuerzos no dudaron de ponerse alta la vara, repitiendo que la expectativa es ser campeón, sin eufemismos. La primera jornada de la Copa de la Liga, sin embargo, comenzó con un tropiezo.
Más allá de aquello de que apenas dos de los nuevos fueron titulares, la sensación de equipo renovado en la Academia se daba porque Costas apostaba desde el inicio por el tridente colombiano Juanfer Quintero-Roger Martínez-Johan Carbonero. Por tres futbolistas que ya mostraron su talento con esta camiseta pero que aún no habían compartido la cancha. La conexión caribeña no apareció, en un equipo al que le costó mucho tener posesiones largas y recuperar la pelota.
Unión, en cambio, salió a jugar con un libreto definido que incluía la palabra “paciencia”. Del otro lado de la línea de cal, el entrenador Cristian “Kily” González iba y venía como en sus épocas de mediocampista de la selección argentina. El gesto era siempre el mismo: las dos palmas hacia abajo, pidiendo calma. El santafesino fue un equipo amplio cuando tenía el balón. Y Racing nunca encontró una solución al déficit de la presión. Así llegó el gol, apenas a los 12 minutos: algunos toques cortos y un bombazo desde 33 metros de Joaquín Mosqueira. Golazo. Esa paciencia tuvo el visitante también para hacer correr el reloj cada vez que había que reiniciar el juego, algo que fue agregando tensión a un Cilindro que pasó de la ilusión inicial a la resignación.
En la segunda mitad, más incorporados tuvieron su estreno: Solari, “Maravilla” Martínez y Maxi Salas. Todos, delanteros. La Academia terminó con cuatro atacantes, más Quintero. Sin embargo, casi no le dio trabajo al arquero Dante Campisi. Apenas un cabezazo de Conti y una arremetida de Rojas. No mucho más. Unión pudo marcar el segundo tanto, pero no estuvo preciso en los metros finales.