Eso sucedió en Mendoza en una noche inolvidable para Patronato, el equipo que descendió a la Primera Nacional a pesar de haber hecho un gran semestre y que ahora celebró el primer título nacional de su vida al ganar la décima edición de la Copa Argentina con un gol inexplicable de carambola de Tiago Banega, que fue a trabar una pelota con Gastón Benavídez y terminó, casi sin querer, clavándola en el arco. El Patrón superó 1-0 a Talleres en la final y jugará la Copa Libertadores 2023 y disputará la Supercopa Argentina con Boca en Abu Dhabi en enero.
Hizo (casi) todo bien Talleres en un primer tiempo en el que dominó, pero no lo ganó porque le faltó lo que le hace falta a todo equipo para ganar: el gol. Tuvo sus chances claras por la buena movilidad de sus hombres de ataque y por la visión de Rodrigo Garro. Pero, falló en el último toque.
La postura inicial de Patronato intentó engañar a los cordobeses. Porque antes del pitazo inicial se plantó con cuatro hombres en el fondo, pero a los pocos minutos ya Raúl Lozano se adelantó a la línea de volantes y Jonás Acevedo se corrió hacia el medio, como en la semifinal ante Boca.
La T no aprovechó las chances y lo pagó caro. Foto: Juan José García
La T no aprovechó las chances y lo pagó caro. Foto: Juan José García
Y por ese espacio, a la espalda de Lozano, Talleres llegó. Apareció Maximiliano Alvez, tiró el centro, peinó Michael Santos, la tocó Garro y Diego Valoyes definió por arriba del travesaño con todo el arco de frente. Esa fue el primer aviso. A los entrerrianos se les dificultaba demasiado llegar con pelota dominada a la línea del mediocampo. Talleres recuperaba rápido y buscaba lastimar directo.
El segundo aviso derivó de una jugada preparada de un córner: Garro la jugó hacia afuera mientras todos esperaban el centro al área y Alvez sacó un buen remate que tapó con una mano Facundo Altamirano. Una mediavuelta de Santos fue otra de esas balas que pasaron cerca del arco del Patrón. Y después volvió a probar Valoyes, nuevamente sin puntería.
El Colorado Sava se percató de que su equipo no la estaba pasando bien y lejos estaba de repetir el partido ante Boca. No esperó y cambió de esquema. Hizo bajar a Lozano para armar los cuatro en el fondo y abrió a Acevedo. Para colmo, perdió a Franco Leys por un golpe fuerte en la tibia izquierda (entró Tiago Banega). Se empezó a sentir un poco más seguro Patronato y se animó a pisar el área de Alan Aguerre. Igual, no consiguió claridad en esa primera parte que se emparejó hacia el final.
Sava movió el banco en el entretiempo y ordenó lo que le faltaba ordenar. Talleres ya no le llegó tan fácil. Y de contraataque, los de Paraná crecieron. Marcelo Estigarribia hizo trabajar a Aguerre por primera vez en la fría noche cuyana con un zurdazo potente y cruzado. Y luego se produjo la jugada fortuita para Patronato y catastrófica para la T. Banega fue a trabar, la pelota hizo una parábola perfecta y se incrustó exactamente detrás de un sorprendido Aguerre que nada pudo hacer.
Todos se quedaron atónitos. Ni los propio jugadores de Patronato entendían bien qué había ocurrido. Pero, por más insólito que haya sido, el gol vale igual y se festejó a lo grande. Porque el conjunto dirigido por Javier Gandolfi ya no tuvo respuestas. Quedó en shock, al igual que los 30 mil hinchas que los acompañaron.
Patronato largó, al fin, la sonrisa más grande de su historia después de haber llorado el descenso hace poco. Ahora es momento de festejar su primer laurel. Nada menos.
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