De 20 años y con apenas un puñado de desafíos en el circuito grande, el 123° del ranking -un desconocido para muchos- provocó un cimbronazo en Indian Wells, al vencer a Novak Djokovic, la leyenda, el líder del tour.
El 6-4, 3-6 y 6-3, en 2h20m, por la tercera ronda del primer Masters 1000 de la temporada, simboliza el summum de una historia que se empezó a escribir con el propio tenista italiano reverenciando al serbio. De hecho, después del mejor éxito de su vida, Nardi, incrédulo, expresó: “Esto es un milagro… Todavía tengo el póster de Novak en mi habitación. Cada noche lo miro”.
A Federico Fellini, incluso, le hubiera gustado involucrarse en el guion cinematográfico de Nardi. En Indian Wells, una suerte de quinto Grand Slam, el joven tenista perdió en la segunda ronda de la clasificación, pero terminó entrando en el cuadro principal como lucky loser (perdedor afortunado), por la baja de Tomás Etcheverry. Como el argentino era preclasificado y salía adelantado, Nardi también aprovechó ese beneficio. Envalentonado, debutó directamente en la segunda ronda, derrotando al chino Zhizhen Zhang, 50° del mundo. El cuadro lo desafío con Djokovic. Y Nardi, iluminado y sin presión, jugó mejor que nunca. “No sé cómo controlé los nervios”, reconoció. Antes del torneo no había ganado ningún partido en un main draw del ATP Tour en la temporada; ahora es el sexto jugador ubicado fuera del top 100 en derrotar a un N° 1 en la historia de los Masters 1000 (categoría creada en 1990). En el ranking “en vivo”, el italiano ya figura en el puesto 95 (+28).
Nova siempre fue su ídolo
“Es verdad que Djokovic fue siempre su ídolo. Cuando tenía 11-12 años, Federer era el número uno y Rafa Nadal el dos; sin embargo, Luca siempre decía que quería ser como Djokovic”. La ratificación le pertenece a Juan Daniel Manevy, un argentino formado en el Adrogué Tennis Club, que empezó a viajar por el mundo como jugador/entrenador, ingresó en el circuito de interclubes de Europa y recaló en el Circolo Tennis Baratoff, en Pesaro, donde entrenó a varios juveniles, entre ellos a Nardi. Para ilustrarlo, pocos mejor que Manevy, que compartió una etapa de simpleza y formación con el chico que hoy aparece en los portales de Italia junto con Lautaro Martínez y Lewis Hamilton.
“Luca tenía contrato de raquetas con una marca distinta a la de Nole y quería usar la Head Speed de Djokovic, entonces era un pequeño problema, pero se adaptó. Proviene de una familia a la que económicamente no le falta nada, pero él siempre fue un chico muy humilde, nunca fue de ostentar su camino fácil”, añade Manevy, ante LA NACION, desde Cagli una comuna de la provincia de Pesaro y Urbino. Y hace una radiografía tenística: “Tenía un talento impresionante desde chico. Me sorprendía: la mano que tenía no era de un nene de 10-11 años. Tenía calidad de lectura del juego y devolvía los saques sobre la línea. Siempre fue una promesa espectacular, pero de chiquito era medio vago para entrenarse, como suele pasar con los súper talentosos. No le gustaba el sufrimiento de los partidos, entonces, muchas veces tiraba el tercer set. El talento lo sacaba de algunos apuros, pero debía entender que para llegar necesitaba algo más. Y desde hace un tiempo parece que lo comprendió… je”.
«Pibe buenísimo y solidario»
Manevy describe a Nardi como “un pibe buenísimo y solidario, que hasta me ha alojado en su casa cuando yo buscaba lugar”. En ese mismo club Baratoff, donde trabajaron juntos, fue donde jugó el equipo argentino de Copa Davis ante Italia, en los cuartos de final de la histórica campaña del título nacional, en 2016. Manevy recuerda una anécdota de cuando lo entrenaba y ganaron un campeonato italiano Sub 12: “Luca era número dos de Italia en su categoría y, Giorgio Tabacco, el uno. Nunca le había podido ganar, pero entrenó muy bien y llegó con confianza. Arrancó la final entre ambos y Luca empezó 5-2 abajo. En el cambio de lado le digo: ‘¿Qué estuvimos practicando toda la semana?’. Me miró, me dijo que tenía razón y le ganó 7-5 y 6-2 (sonríe). Cuando se soltaba era una cosa de locos, metía miedo. Es muy fácil para él jugar al tenis”.
Nardi, que se transformó en el noveno tenista italiano en derrotar a un número 1 del ranking y que en los octavos de final de Indian Wells se medirá este miércoles con Tommy Paul (EE.UU.), impacta el revés a dos manos, pero, según describe Manevy, sus cualidades técnicas le permitieron improvisar y hasta ganar haciendo el golpe con una mano: “De chiquito él quería tener revés a una mano, insistía, pero lo hacía mejor a dos manos. Pero en un torneo le salió una ampolla gigante en la mano izquierdo que lo molestaba para pegar el revés a dos manos, empezó devolviendo con slice, pero era flojo. Entonces le digo: ‘Ya fue… intentá sólo hoy a una mano’. Se puso a jugar con una mano de un segundo para el otro, con una facilidad absurda y le ganó a un danés. Tenía una gran capacidad para aprender: le mostrabas el movimiento una vez, lo copiaba y lo hacía mejor”.
Número 17 del mundo en la categoría junior (Sub 18), Nardi entró bajo la órbita de la (ambiciosa y activa) Federazione Italiana Tennis y se entrena en la academia del extenista Giorgio Galimberti, en Riccione (provincia de Rimini). De la misma generación que el español Carlitos Alcaraz (se enfrentaron dos veces en juniors), Nardi también llegó a entrenarse muchas veces con Luciano Darderi, el tenista nacido en Villa Gesell que representa a Italia y ganó el último Córdoba Open. “Luca tiene un hermano (Niccolo, siete años mayor) que jugaba bien al tenis, pero después se dedicó al diseño gráfico y a la preparación física –cuenta Manevy-. Y tiene una hermana (Julia, de seis años más), que es buena en natación [NdR: según el perfil de ATP, además, estudia para ser notaria, como Darío Nardi, el papá de la familia]. Cuando me desperté y vi lo que logró Luca en Indian Wells me llenó de alegría. Me reía solo. Vi los puntos: jugó demasiado bien. Siempre le gustó Djokovic y también Goffin, a quien le ganó [en la qualy del ATP de Astaba 2022]. Va a tener que buscarse otros ídolos… jeje”.
Nardi, de chico, divirtiéndose en un court
Italia vive un momento dorado en el tenis, con Jannik Sinner (3°) como bandera, otros cinco top 100 en el ranking masculino y siete mujeres entre las mejores 160 de la WTA. El fenómeno no es casual: se basa en la competencia constante, la creación de los centros regionales y la difusión. “El tenis está creciendo mucho en el país. Y Sinner tiene muchas cosas de Federer en su personalidad; es un grande, muy humilde. Luca es otro pibe al que no le falta nada, pero que nunca va a ostentar. Y esas personalidades contagian”, agrega Manevy sobre otra pieza (Nardi) de un deporte que le roba titulares a un país que históricamente latió por el fútbol y empieza a ampliar el abanico.
Sebastián Torok (La Nación)