Luis Vinker (Clarín Deportes)
Venía de Barracas, barrio bien porteño, bien tanguero, bien futbolero. Había nacido el 9 de mayo de 1927. Allí pasó su infancia y adolescencia, allí también volvió luego de terminar su ciclo en el fútbol o en los tiempos en los que se complementaba como vendedor de seguros. Pero si Barracas fue “su” barrio, la vecina Avellaneda -o una de sus porciones más importantes, aquellas que tiene el emblema de Racing- lo convirtió en su ídolo. De todos los tiempos. Primero jugador y luego, especialmente, como el DT que armó el gran Racing del 66, el del invicto de 39 partidos, el campeón ejemplar del torneo local con un estilo revolucionario. El que le dio la Copa Libertadores, al año siguiente, y el que también se convirtió, el 4 de noviembre de 1967, en el primer equipo argentino en conquistar la Copa Intercontinental después de tres batallas contra los escoceses del Celtic: el “equipo de José”. Juan José Pizzuti, nada menos, un emblema de la Academia que falleció este viernes a los 92 años.
Como jugador pasó por Banfield y los más populares (River y Boca), pero brilló especialmente en el Racing que dominó la escena local a fines de los 50. Tuvo la oportunidad de jugar contra los herederos de “La máquina” de River y, luego, formar la famosa delantera de la Academia: Corbatta, Pizzutti, Mansilla, el Marqués Sosa y Belén. Su carrera desembocaría en el Boca de los 60, pero a esa altura, ya no tenía tantas oportunidades. También fue convocado para la Selección Nacional y con algún sabor amargo, sobre todo por lo que significó la eliminación en el Mundial de Suecia, que tantas huellas y por tantos años dejó marcadas en el fútbol argentino.
Pizzuti había hecho sus inferiores en Banfield y fue justamente en ese club donde nació su “sociedad” con Eliseo Mouriño. “Eramos inseparables. Eliseo fue un tipo noble, de una personalidad seria. No se le escapaba nada en los partidos. Después, lo analizábamos juntos”, contó.
Pizzuti -mediocampista, surgido como un 8 clásico- también era goleador, el máximo de Banfield en aquella primera campaña de 1949 con 26 tantos, a pesar de que el equipo terminó décimo, lejos del Racing campeón. En las temporadas siguientes, ese mismo Banfield -que tenía a Emilio Baldonedo como DT fue la principal amenaza racinguista: hasta que los dirigentes transfirieron a sus figuras a los grandes: Pizzuti a River en el 51, Mouriño a Boca al año siguiente.
Si uno repasa los nombres de la delantera de River por esa época (Vernazza, Pizzutti, Walter Gómez, Labruna y Loustau) podría asombrarse. Pero no fue campeón por esos años. Pizzutti tampoco armonizó con el presidente Liberti y este decidió su pase a Racing, que pagó 70 mil pesos de la época. Allí estuvo junto a recordados nombres como Rubén Bravo o Tucho Méndez, luego tuvo un paso por Boca (1955), donde se reencontró con Mouriño, hasta que retornó a la Academia. Y allí sí, brilló más que nunca.
Roberto Fontanarrosa, en su notable descripción futbolera “No te vayas campeón”, le dedica un capítulo al Racing campeón del 58 y 61, y protagonista de todos los torneos de esos años: “La fiesta de ese Racing estaba arriba. Recuerdo que el que más me impresionó fue Pizzuti. Arrancaba casi siempre desde su área, como 8. Se venía tocando de primera, seco, preciso, simple, a los costados, atrás, adelante. La cabeza levantada, ordenando, hablando, gritando, indicando donde debía ir el juego. Lo veía oscilar de derecha a izquierda, pero siempre acercándose. Y llegaba siempre al vacío por el callejón del 8, midiendo el arco, listo para recibir la pelota que le tocaba hacia atrás el Marques Sosa o Mansilla. Le pegaba como venía, seco y furibundo, recto o cruzado”.
¿Y cómo fue su final allí?. Pizzuti lo recordó en El Gráfico: “En el 61 ya era el patrón del equipo. Ha´bia aprendido a pararme y caminar la cancha, a encontrar los lugares vacíos. Yo iba a buscar la posición que me parecía más conveniente para explotar mis posiblidades. Pero a fines del 61 el presidente me echó. Era Sisco, el “Loco” Sisco como lo llamábamos. Me dijo que yo era el cabecilla del plantel y me vendió a Boca. En realidad, yo era capitán, goleador, campeón. Me parece que me echó por eso”.
Retornó a Boca, poca participación en el equipo campeón de 1962 y los primeros pasos como DT, en la Reserva. También trabajó en Chacarita, hasta que Santiago Saccol, el presidente de Racing, lo convocó para reflotar un plantel diezmado. Un plantel que hasta Fontanarrosa comparó con “Los doce del patíbulo”. A cambio de tanta incertidumbre, Pizzutti le devolvió mística y técnica futbolística, hasta convertirlo en el mejor Racing de la historia.
Maschio, repatriado por Pizzuti, resumió al Racing imbatible del 66-67: “Un punto clave era el estado físico, a cargo del profe Ojeda. Introdujo cosas de Alemania y los matábamos físicamente a los rivales. Ibamos siempre al frente, teníamos a un Martinoli que le pegaba como los dioses, al Chango que se desmarcaba, Rulli y Mori eran trabajadores del medio, los de abajo subían de a dos por vez. Pizzuti cambió las posiciones de varios. Y todos los días nos hablaba media hora de fútbol, de la vida. De todo, menos de los rivales”. También Perfumo recordó que “con Pizzuti entrenábamos muy fuerte en la parte física. Y así, en los segundos tiempos los pasábamos por arriba a todos”.
Pizzutti permaneció como DT hasta 1969, cuando el equipo se fue desarmando. También lo dirigió en otras dos oportunidades (1974, 1983), aquí sin poder evitar el descenso. Sufrió igual que miles, millones de racinguistas, hasta que -pasados 35 años, en aquel tempestuoso diciembre de 2001- Racing volvió a celebrar un título. También, a principios de los 70, estuvo al frente de la Selección Nacional por un breve período.
Como jugador, tuvo 213 partidos en primera y convirtió 118 goles, ganando cinco títulos. Dante Panzeri lo definió como “el inventor de la tripleta, el futbolista que jugaba abajo, en el medio y arriba”. Como DT produjo un ciclo inolvidable. Y Racing se lo agradeció en múltiples homenajes.