“Un cohete”, nunca mejor expresada la sensación de ver y sentir el paso del Red Bull de Max Verstappen.
Y la comparación, exagerada, pero que resumía las emociones, fue del propio piloto neerlandés al finalizar la carrera. Verstappen le dijo a su equipo que el coche se comportó como un cohete, una manera de graficar otra enorme demostración de su talento. El piloto de Países Bajos, que largó en el puesto 14 por las penalizaciones que afectaron la previa, voló sobre el asfalto caliente de Spa y llegó con holgura a la bandera a cuadros.
Muy bien custodiado por su compañero Sergio Pérez, el mexicano que se quedó con el segundo puesto, Verstappen le da a Red Bull un horizonte en el que puede ilusionarse con un nuevo título en el campeonato mundial. Más aún teniendo en cuenta que su principal rival, Ferrari, volvió a tener un desempeño desafortunado.
Más allá del tercer puesto conseguido por el español Carlos Sainz, algunas decisiones del equipo terminaron conspirando contra sus propios corredores. Como la de hacer detener a Charles Leclerc a falta de una vuelta [para calzarlo con neumáticos blandos e intentar marcar la vuelta rápida de la carrera, que entrega un punto], lo que ocasionó que tuviera que dirimir el quinto puesto con el español Fernando Alonso.
El monegasco recuperó ese lugar, pero al haber acelerado de más en el pitlane, sufrió una penalización de 5 segundos que lo devolvió al sexto lugar.
Para Verstappen fue la victoria número 29 de su historial. Con este resultado, encabeza el campeonato mundial con 284 puntos, seguido de su compañero, Sergio Pérez, con 191; Charles Leclerc (Ferrari), con 186; Carlos Sainz (Ferrari), con 171; George Russell (Mercedes), con 170, y Lewis Hamilton (Mercedes), con 146 unidades.