Su continuidad en el juego y de la actualidad que atraviesa el ajedrez competitivo.
“No diría que ganar la Copa del Mundo aumente las posibilidades de volver a jugar este evento, pero me gusta el formato de definición”, dijo Carlsen, uno de los mejores jugadores en el historial de este juego, y contó algunos motivos de su presencia en Bakú. “Previamente jugué el torneo Norway Chess, donde anduve verdaderamente mal (finalizó 6° entre 10 jugadores, y sin victorias), por lo que haber aceptado la invitación de jugar la Copa del Mundo me pareció que no había sido una decisión correcta, es que sentía que mi única satisfacción sería ganar el torneo y no creo que eso sea necesariamente bueno para cualquiera. Es decir, tener que jugar sólo para ganar. ¿Mis próximos pasos? Probablemente el Campeonato Speed Chess, la Copa Europea por equipos, el Open de Catar y los mundiales Rápido y Blitz a fin de este año”.
Por último, sobre el avances de prodigios en la actividad, y la nueva generación de jóvenes estrellas del ajedrez menores de 18 años (su rival de ayer, el indio Pragg nació en 2005, cuando Magnus poseía el título de gran maestro desde un año antes), el ajedrecista noruego señaló: “¡El ajedrez está en buenas manos para el futuro!; creo que la generación de jugadores nacidos entre 1990 y 1994 (Carlsen nació en 1990) realmente ha dominado durante mucho tiempo y finalmente ahora con estos jóvenes nacidos a partir de 2003 tenemos una generación que es digna de sucedernos cuando llegue el momento. Y el momento podría ser bastante pronto (risas)”, señaló Carlsen que acumula 158 semanas como N°1 del mundo, solamente superado por Kasparov, que totalizó 255.
La Copa del Mundo
La prueba, que en la categoría absoluta (para hombres y mujeres) reunió a 206 jugadores de 80 naciones, entre ellos los argentinos Fernando Peralta y Pablo Acosta, se disputó por sistema de eliminación directa a lo largo de ocho ruedas. Peralta cayó en la primera serie frente al ruso Arseniy Nesterov, y Acosta, en la 2ª con el rumano Daniel Deac Bogdan.
Magnus, junto a otros Top 50 invitados por la FIDE, se sumó a partir de la segunda rueda. Desde ese momento, los 128 participantes se fueron eliminando por parejas, a través de duelos a dos partidas (una vez con piezas blancas y otro con negras, con ritmo de juego pensado de 90 minutos para los primeros 40 movimientos, y luego 30 minutos más hasta el final de la partida, con el agregado de 30 segundos adicionales por cada movimiento realizado desde la jugada inicial). En los casos de igualdad, el ganador surgiría tras un desempate con baterías de dos partidas con ritmo de juego rápido (25 minutos más 10 segundos), y de ser necesario, Blitz (de 5 minutos o 3, con sus respectivos adicionales) hasta quebrar la paridad.
De esta manera, Carlsen inició su camino hacia la consagración, en este orden: en la 2ª rueda venció a Levan Pantsulaia (Georgia) por 2 a 0; en la 3ª, a Aryan Tari (Noruega), 1,5 a 0,5, en la 4ª, a Vincent Keymer (Alemania) 3,5 a 2,5 (2,5 a 1,5 en el desempate), en la 5ª, a Vasili Ivanchuk (Ucrania) por 2 a 0, en la 6ª a D. Gukesh (India), 1,5 a 0,5, en la 7ª, a Nijat Abasov (Azerbaiyán) 1,5 a 0,5, y en la 8ª y última serie a Pragg (India) por 2,5 a 1,5 (1,5 a 0,5 en el desempate).
Paralelamente se llevó a cabo la Copa del Mundo de ajedrez femenina, por sistema de eliminación directa a 7 ruedas, de la que tomaron parte 103 mujeres, entre ellas las argentinas Anapaola Borda, María José Campos y Candela Francisco. Las dos primeras cayeron en primera rueda ante las grandes maestras: Stavroula Tsolakidou (Grecia) y Carissa Yip (EE.UU.), respectivamente, mientras que Candela perdió en la segunda jornada con la china Jiner Zhu.
La rusa Aleksandra Goryachkina, que se impuso en la final ante la búlgara Nurgyul Salimova, por 2,5 a 1,5 (1,5 a 0,5 en el desempate), fue la vencedora de la competencia. Tanto Goryachkina como Salimova y la ucrania Anna Muzychuk (que superó en el duelo por el 3er puesto a la china Zhongyi Tan) consiguieron su clasificación por el próximo ciclo del Candidatura femenino.
Un caso a seguir
Al fenómeno del ajedrez chino, con campeones mundiales en las categorías de varones y mujeres, y medallas doradas en las olimpíadas masculinas y femeninas, se suma el crecimiento de jóvenes estrellas del ajedrez indio como otro dato para tener en cuenta. El ex campeón mundial Viswanathan Anand fue el primer gran maestro de ese país en 1988. Su ejemplo fue replicado, y hoy además de los millones de jóvenes que juegan al ajedrez, la India cuenta con más de 60 jugadores con el título de gran maestro; seis de ellos entre los mejores 30 del mundo.
El joven Rameshbabu Praggnanandhaa (un nombre difícil de escribir y pronunciar, al que afortunadamente sus colegas bautizaron “Pragg”) actual N°23 del ranking es una de sus estrellas más brillantes. De quien ya hemos contados sobre sus avances.
Ahora, en la Copa del Mundo de Bakú, y con sólo 18 años llegó hasta la serie final, dejando en su camino a dos de los tres mejores jugadores del mundo, el norteamericano Hikaru Nakamura (N°2) y al ítalo-norteamericano Fabiano Caruana (N°3). Recién en la final cayó ante el N°1, el noruego Carlsen.
La fuerza de China e India se debaten por el dominio del milenario juego. Acaso, como una señal del tiempo por la cuna de su nacimiento.