Frank Fabra, Jorman Campuzano y Sebastián Villa pasaron de ser suplentes con Gustavo Alfaro a titulares indiscutidos en el equipo que le arrebató el título a River en la última fecha.
«Conozco al jugador colombiano, porque estuve en su país y trabajé con ellos. Hay que darles tiempo y confianza, porque tienen una calidad técnica que se nota». La frase de Miguel Ángel Russo en enero se transformó en un presagio de lo que fue el Boca campeón de la Superliga. Es que Frank Fabra, Jorman Campuzano y Sebastián Villa pasaron de ser suplentes o alternativas con Gustavo Alfaro a titulares indiscutidos en un equipo que le arrebató el título a River en la última fecha.
¿Cómo se llegó a ese cambio y revalorización? La tarea de Russo fue hablar grupal e individualmente. Pero el nuevo diseño de juego de Boca también se adaptó mejor a las características de cada jugador.
Fabra, suplente de Emmanuel Mas en el ciclo de Alfaro, renació con la titularidad en un sistema que necesita que pase al ataque y que aporte lo que mejor sabe: asistencias. Jugó todos los partidos de la recta final del torneo y hasta demostró que su estado de ánimo cambió.
Cuando en 2019 una lesión de ligamentos todavía le pasaba factura, Fabra pensó en emigrar. Pero pese a que es el futbolista que más tiempo lleva en el club (llegó en enero de 2016, suma 87 partidos y 9 goles) resaltó que se quedaría a vivir en Boca: tiene contrato por dos años más.
Alguna vez Riquelme dijo que el mejor atacante de Boca era Fabra. Conocedor de la importancia de la participación de un lateral de esas características en el ataque de un equipo protagonista como Boca, Russo supo capitalizarlo. Y su nivel llevó a Carlos Queiroz a convocarlo a la Selección de Colombia después de un año para unas Eliminatorias que finalmente postergaron su inicio.
Con Campuzano (33 partidos y un gol en el club) se produjo el quiebre más grande. Russo transformó al mediocampista que había llegado desde Atlético Nacional en enero de 2019 como una opción fija a la partida de Barrios. Lo sacó del banco y lo puso como titular indiscutido en el corazón del mediocampo.
«Russo me dio la confianza que necesitaba y pude aprovecharlo. Me siento cómodo jugando sólo de ‘cinco’ y creo que el equipo me ayuda a la recuperación», reflejó quien a los 24 años avisó que pretende quedarse en Boca un tiempo más, antes de pensar en dar un salto a otras ligas.
De marca dura, pero con una distribución de la pelota mucho más criteriosa, Campuzano tuvo el respaldo de un cuerpo técnico que lo integran otros dos ex número «5»: Leandro Somoza y Mariano Herrón.
Su crecimiento fue tal que en Colombia se debate si es que debe ser el volante titular o no de la Selección en lugar de Barrios, quien juega en el Zenit de Rusia. Para Campuzano, sin embargo, a la irrupción de Russo en el club también le vino bien el Consejo de Fútbol, en donde hay un colombiano como Jorge Bermúdez, un volante central como Raúl Cascini y «un ídolo de cualquier futbolista como Román», según contó quien alguna vez fue «9 de área» en Colombia, volante por la derecha a prueba en Banfield y que terminó siendo el cinco de Boca.
Villa es el futbolista más rápido del plantel de Boca (tiene 5 goles en 60 encuentros) y del país. Pero a su velocidad debía ponerle orden y pausa para resolver mejor. Por eso Russo lo utilizó en todos los juegos que lleva en el club, pero además tomó una decisión que resultó clave para él: por primera vez en su carrera le cambió el perfil. Así, dejó de ser un hombre de huella en el carril derecho para posicionarse en el izquierdo.
¿El motivo? Que debía frenar para perfilarse para su pierna. Con ese detalle, el equipo adquirió no sólo el ritmo frenético del cafetero, sino también una opción más en ataque: por ese sector también apareció Fabra para construir una dupla colombiana ofensiva.
Histriónico en las redes sociales, con bailes en los festejos, pero con una timidez en la convivencia diaria, Villa estuvo a punto de emigrar a México al inicio del año. Entre sus pocas chances durante 2019, críticas y más de una charla con sus compañeros para solucionar temas de bajones anímicos durante los partidos, el ex Tolima se quedó. Russo lo puso de titular en el primer amistoso en un guiño a tiempo y Tevez le dejó patear el penal. Gol, festejo y adiós transferencia.
Entonces Villa empezó a volar, como en su golazo contra Talleres o en sus escapadas a lo Usain Bolt contra Colón o Godoy Cruz. Su apellido volvió a cotizarse (en el club creen que puede emigrar por una buena cifra a Europa en un tiempo) y a sus 23 años, la citación a la Selección de Colombia está consolidada.
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