Los mismos que venían desarmando sin chistar el engendro de los 30 equipos que Grondona les legó, ahora conspiran con cambios permanentes y falta de seriedad organizativa.
Todo puede pasar en el fútbol argentino. Tan acostumbrados nos tienen nuestros dirigentes que ni siquiera podemos sorprendernos con la novedad de que ya decidieron darle categoría de fantasma a la Copa Superliga, de la que se jugó apenas una fecha incompleta.
Tampoco de que decretaran que no habrá descensos por dos años, pero sí ascensos, de manera que en 2022 se jugará un campeonato de 28 equipos, casi un homenaje a aquel mamarracho de los 30 equipos que inventó Julio Grondona en 2014, imaginando que habría más plata por el Prode Bancado, algo que afortunadamente no se concretó.
Estos dirigentes que anuncian las cosas antes de reunirse (lo que debería ocurrir este martes en forma virtual), en una sincera legalización de la rosca, son los mismos que hasta hace poco venían tratando de desarmar el engrendo que heredaron de Grondona sin quejas.
Ahora no podrán echarle más la culpa al ex Jefe y la idea razonable de llegar en algún momento a los 20 equipos que indica la lógica del primer mundo (España, Inglaterra, Italia y Francia, o los 18 que tiene Alemania) quedará en algún cajón olvidado.
Es un fútbol argentino que aseguran que se debería vender mucho mejor al exterior y al mismo tiempo conspiran con los cambios permanentes y la falta de seriedad organizativa.
Son los mismos directivos que, en su mayoría, definieron en estos días como una locura volver a los 30, pero aceptan los 26 o los 28 que vendrán, que usan criterios distintos para los descensos y los ascensos y que además inventan un torneo relámpago que no saben si se podrá realizar este año.
El coronavirus les da la excusa para seguir mandando al descenso al fútbol argentino, pero antes ya habían asesinado a la Superliga que ellos mismos crearon menos de tres años atrás y que funcionaba bastante mejor que cuando ellos conducían.
La pandemia les dará, al menos eso creen, también la excusa para pinchar la burbuja de un fútbol argentino que dejaron crecer, con mayoría de clubes surfeando déficits operativos recurrentes, rezando para que el mercado de pases de cualquier latitud les ofrezca un respiro y firmando contratos con sueldos que no pueden pagar ahora ni podían pagar antes.
Es mentira que no habrá descensos: es el fútbol argentino el que baja de categoría.
Adrián Maladesky
Clarín.com
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