La Superfinal de la Copa Libertadores se suspendió y se jugará mañana a las 17, tras la agresión al micro de Boca que terminó con varios jugadores heridos y afectados por el episodio.
Los casi 2 mil policías y gente de seguridad que estaban a cargo del operativo se vieron desbordados ante la llegada de los miles de hinchas que poco a poco se acercaron al Monumental y no pudieron controlar el ataque.
El presidente de Conmebol, Alejandro Dominguez, declaró en Fox Sports que los clubes se pusieron de acuerdo en no jugar hoy: «Fue un pacto de caballeros porque en estas condiciones se desnaturalizó el juego y no se puede jugar así», señaló.
Un claro ejemplo fue la llegada del micro de Boca al estadio de River, que ingresó a toda velocidad y con los vidrios rotos, producto de los piedrazos de los hinchas Millonarios durante el trayecto, que terminó con varios jugadores del xeneize heridos, producto del estallido de los vidrios. También tuvieron malestar estomacal, debido al gas pimienta que tiró la policía durante el ataque y que afectó a los futbolistas, que fueron atendidos en el vestuario.
Pablo Pérez, el referente del plantel que conduce Guillermo Barros Schelotto, fue uno de los más afectados. El experimentado volante terminó con una úlcera en la cornea producto de los cuerpos extraños (podría ser vidrios estallados), lo que le provocó un vendaje en el ojo.