Análisis táctico: la selección argentina y Messi siguen por caminos separados.
El viejo Messi en la nueva selección. En la previa, era lo que generaba expectativa. Cómo se iban a ensamblar, qué tipo de socios podrían aportarle soluciones a problemas eternos entre la falta de entendimiento ofensivo que se prolongó con el tiempo. Porque, claro, muchos podrán decir que no hubo feeling futbolero entre Lo Celso, Pity Martínez y Lautaro Martínez con Messi, pero (para Leo) tener durante muchísimos partidos a compinches como Di María, Agüero o Higuaín tampoco fue garantía de éxito. Y, en este caso, la definición de éxito no apunta a simplificar el análisis con una vuelta olímpica, sino con una continuidad de juego, con una identidad que fuera incluso más allá del cambio de entrenadores.
Pero no hubo evolución en la selección de Scaloni. El entrenador había sentado las bases de la renovación con convocatorias nuevas y dándoles la chance de hasta ser titulares a futbolistas como Lisandro y Pity Martínez, Foyth. Pero más allá de las voluntades, parecen seguir por caminos separados: el equipo y Messi.
El esquema inicial de Lionel Scaloni, el 3-4-2-1, parecía favorecer a Messi en la ofensiva, en el sentido de que, con Paredes y Lo Celso en la zona medular, el N° 10 podía evitar retrasarse demasiado y esperar un buen pase de ellos en los últimos 30 metros, para recibir (y desequilibrar) donde más peligroso puede ser desde su habilidad. Pero las sociedades no funcionaron, tampoco las búsquedas con Pity Martínez, que abierto por la izquierda intentó con tres centros que no fueron precisos.
Como Venezuela complicaba con pelotazos frontales o cruzados a las espaldas de los centrales, Scaloni decidió -a los 15 minutos- el cambio de esquema: pasar al 4-3-3, con Lo Celso y Tagliafico como interiores a los costados de Paredes; y arriba, Messi, Lautaro Martínez y Pity Martínez. Messi estaba más como pasador que como gambeteador. Pero ante las dificultades en la generación de juego, fue el futbolista de Barcelona quien empezó a gravitar con un par de gambetas de adentro hacia afuera y centros que se transformaron en chances de gol por cabezazos de Lautaro Martínez. Lo más peligroso que generó el 10 en el primer tiempo fue con un remate desde afuera del área que el arquero Fariñez mandó al tiro de esquina, tras un contraataque comandado por el Pity.
En el segundo tiempo, un nuevo esquema para la selección: 4-3-1-2, con Messi de enganche, detrás de Matías Suárez y Lautaro Martínez (después, Benedetto); y un medio campo con Domingo Blanco, Paredes y Lo Celso. Pero el movimiento de fichas tampoco aportó claridad cuando Venezuela estuvo bien parado defensivamente, ya que el descuento de Lautaro llegó con un contraataque tras un tiro libre a favor del equipo de Dudamel. Participó Messi, con espacios, abriendo la pelota para el pique y la asistencia de Lo Celso. Pero poco más.
Es cierto que Scaloni está buscando el equipo para la Copa América y que tiene derecho a probar, pero la cantidad de variantes tácticas (en medio de un equipo inestable) puede sumar confusión, es capaz de aflojar hasta las estacas más firmes en el proceso de renovación.
Dio la impresión de que Scaloni todavía no tiene claro cómo debe formar la selección. Pareció excesiva la cantidad de modificaciones de nombres y de esquemas tácticos. Y eso puede generar confusión hasta en un equipo en el que juega un tal Messi.
Por: Christian Leblebidjian (La Nación).