Fueron dos los simpatizantes de la Albiceleste que tuvieron que ser trasladados luego del ataque de los aficionados de la Verdeamarela y la represión policial
Residentes o turistas, más de 3000 fanáticos del campeón del mundo se acercaron al mítico recinto para ver a La Scaloneta ante Brasil, pero la excursión resultó como la continuidad de la barbarie que padecieron los aficionados de Boca en la final de la Libertadores.
El duelo por Eliminatorias Sudamericanas apenas si había llegado a los himnos cuando luego de un intercambio de asientos entre parte de los locales (en enorme mayoría) y un grupo de los visitantes, la policía irrumpió para reprimir solo a los vestidos de albiceleste. Y con una brutalidad pasmosa. Tal fue el nivel de salvajismo que el plantel de Argentina intervino, primero acercándose al lugar para pedir calma y que los uniformados terminaran con el hostigamiento, y luego, capitaneado por Lionel Messi, retirándose del campo de juego a modo de protesta.
En medio del caos, dos personas tuvieron que ser retirados en camilla. Uno de ellos, con la cabeza bañada en sangre. ¿Cómo terminó así de golpeado? En el video se puede ver cómo uno de los agentes, munido de un palo largo, arremete contra el grupo y le aplica varios golpes. Detrás suyo, a modo de apoyo, se suman dos más, con idéntico nivel de belicosidad.
En realidad, el Maracaná había ofrecido señales de que la temperatura estaba demasiado elevada. Primero, porque lo sucedido con los fanáticos del Xeneize hace apenas unas semanas debía haber funcionado como señal de alerta, pero no ocurrió. Luego, porque en varios sectores del recinto los espectadores estaban mezclados, con el peligro latente que eso conlleva. Y luego, porque poco más de una hora antes del inicio pautado para el cotejo (que al final comenzó cerca de las 22), ya se habían dado algunas refriegas, rápidamente extinguidas, pero que preanunciaban lo que pasó.
Todo empezó cuando un hincha brasileño intentó ubicar una bandera de gran tamaño con la leyenda “núcleo” en un sector en el que abundaban los argentinos. En medio de las discusiones y empujones, uno de ellos colocó una camiseta albiceleste sobre la bandera, como tapándola, y las hostilidades se incrementaron. Tras las discusiones, intervino la seguridad, en este caso, pacíficamente y los problemas parecían haberse disipados. No obstante, apareció un rocedor local desde atrás y le aplicó un puñetazo a uno de los visitantes. Fue retirado del estadio, pero sembró el germen de la violencia, que no tardó en florecer.
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