El equipo de Avellaneda se mantiene firme y confía en avanzar a los cuartos de final de la Copa de la Liga.
¿Cuál es la verdadera identidad de Independiente? Esa es la pregunta que surge. ¿Es el equipo que luchó por salir del fondo de la tabla con Carlos Tevez como salvador o, en esa misma línea, aquel que aún no alcanza el salto definitivo de calidad? Rara vez despliega un juego brillante. Más bien, suele ser una versión áspera, con destellos de fortaleza. Sus victorias ante Argentinos (2-1) y el empate frente a River (1-1) son los mejores momentos de un 2024 en el que se esperaba mucho más. Sin embargo, ahora tienen otro motivo para añadir a la lista. Derrotaron a Banfield en el Sur, con un penal discutido. No solo se encuentran en zona de clasificación, sino que también han superado a River, aunque con un partido más disputado. A pesar de no ser deslumbrante, Independiente sigue en la pelea.
Es justo reconocer que Carlos Tevez no cuenta con la variedad y calidad que solía tener. Además, carga sobre sus hombros el peso de una historia colosal, marcada por la gloria de numerosos títulos, que en los últimos veinte años se ha vuelto una carga demasiado pesada. Independiente lleva tiempo luchando por mantener su esencia original, la que lo caracterizó durante la mayor parte de su historia.
Hace unos días, Tevez afirmaba: «No cualquiera puede tomar las riendas de Independiente en crisis y darle una identidad. Estamos construyendo en terreno pantanoso. El presidente y el vicepresidente se fueron, jugadores como (Iván) Marcone, que hoy son pilares del equipo, antes eran criticados. Nos salvamos del descenso contra Atlético Tucumán y quedamos fuera en la última fecha; de lo contrario, hubiéramos sido candidatos. Seguimos construyendo».
Lo mejor del triunfo de Independiente fue su capacidad para sobreponerse. A pesar de que su capitán estuvo ausente debido al dengue, el equipo tuvo que esforzarse para conseguir la victoria. En el Sur, se encontraron con un equipo modesto, con el joven Rivera como promesa y el veterano Barovero, a sus 40 años, como guardián del arco. Independiente luchó, eso es innegable. Están cerca de asegurar su lugar en los cuartos de final de la Copa de la Liga, al menos en términos numéricos. Sin embargo, lo que muestran en el campo de juego es insuficiente. Por lo tanto, hay triunfos que sugieren un futuro prometedor, más allá de su presente.
Tevez continuó en una entrevista: «No sabíamos cuál era nuestro presupuesto, así que presentamos diferentes opciones. Les dije: ‘Traigan lo que podamos pagar’. Me adapté al club. Desde que asumimos, junto con River y Racing, hemos sido los equipos con más puntos. Entiendo la frustración de los hinchas de Independiente, pero estamos construyendo algo; no hay que desesperarse. Queremos ser campeones y clasificar a las copas, y sabemos que debemos cumplir con las expectativas de la gente». Independiente es el único de los grandes que no participa en torneos internacionales, ni en la Copa Libertadores ni en la Sudamericana. Sin embargo, sin el desgaste físico y mental de esas competiciones, el equipo busca destacarse en el ámbito local, entre incertidumbres y algunas certezas. A lo largo del año, mostraron destellos de mejora en partidos contra Argentinos y River, así como ante Instituto y Central. Pero en 14 partidos disputados, es poco lo que han logrado. Un disparo de Canelo que rozó el arco durante el opaco primer tiempo contra Banfield fue emblemático de lo que ha sido gran parte de su año: un destello de esperanza en medio de la adversidad.
Tevez insistía en esa entrevista: «Estoy en un club grande como Independiente, donde hay que tomar decisiones, y no tengo ni siquiera un año de experiencia. Le digo a los jugadores que estamos estableciendo bases y mejorando constantemente. A veces jugamos mejor que otras, pero vamos progresando. Somos el decimosexto equipo en cuanto al valor de la plantilla. En el fútbol argentino, si ganas un partido eres como Guardiola, pero si pierdes el siguiente, no sabes nada. Debemos mantener una línea de trabajo». Esta exageración, tan típicamente argentina, no exime al equipo de sus responsabilidades: Independiente debe jugar mucho mejor y ser protagonista en un torneo donde pocos equipos logran destacarse. Este es el momento, sin duda. Es ahora, después de la victoria imprescindible contra Banfield.
La persistencia de Independiente se vio recompensada con un penal inesperado, señalado por el VAR: un leve agarre de Quirós a Laso. Quiñonez, el encargado de ejecutarlo, lo hizo con maestría, cerrando así un primer tiempo en el que su equipo había sido superior.
Con el marcador a su favor y la desesperación de un rival que ha tenido un desempeño mediocre en todo el campeonato, Independiente se sintió cada vez más confiado. Aunque no fuera un motivo para ilusionarse en exceso, esta victoria les proporcionó una dosis de confianza y determinación, lo cual siempre es bienvenido.
Al final, supieron resistir. Esto es algo de lo que enorgullecerse: el futuro de Independiente comienza a vislumbrarse con un rayo de esperanza.
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