¿Le podía pasar algo más? Parece poco probable. Independiente vivió una excursión que no se borrara rápido de su mente en tierras brasileñas.
Fue una tortura afuera de la cancha, fue un sufrimiento adentro. Pero le metió el orgullo del Rey de Copas para traerse un punto que cotiza en oro y que lo mantiene invicto en la Sudamericana. ¿Cómo hizo tanto? ¿Te suena un tal Sosa?
Brillante la noche del arquero. Sólo por él no perdió el Rojo. Atención, no merecía irse con las manos vacías, pero ese paso atrás que dio en el segundo tiempo y un campo pesadísimo como policía de aeropuerto le complicaron la existencia. Tanto que Sosa tuvo que ratificar esos dos manotazos salvadores que metió en el primer tiempo (ante un cabezazo al minuto y luego en una inmejorable de Gilberto), cuando iban 0-0, con una atajada memorable en el penal que el árbitro sancionó con criterio a los 38 del ST, cuando las cosas estaban 2-2.
Independiente salió a jugar bajo un diluvio con un avión atravesado en la cabeza, con un equipo de emergencia y hasta con un DT que es entrenador de arqueros en el grupo de Falcioni. Todo empezó el lunes: el plantel entero del Rojo estuvo varado seis horas en el aeropuerto de Salvador y el consulado quiso mandarlo de vuelta. Es que las autoridades locales no permitían el ingreso de casos “detectables” de coronavirus, que hubo en 11 integrantes de la delegación. Al parecer se trataba de algunos que ya habían superado el Covid-19 y sus PCR, ordenados por Conmebol, habían dado negativos en Buenos Aires. Al arribar, se le realizó otro PCR a toda la delegación y ahí saltaron los sospechosos, que alertaron a los brasileños.
Entonces dejaron a los 11 positivos (ocho jugadores) durmiendo en el aeropuerto, mientras que los demás pudieron trasladarse al hotel. Toda la locura se agudizó este martes por la mañana, cuando los propios integrantes de la delegación denunciaron maltrato por parte de la Policía, a tal punto que demoró por agravios a Juan Manuel Insaurralde y Adrián Arregui. Fue un escándalo el aeropuerto, cuyo nombre ya había recorrido el mundo por las imágenes de los jugadores durmiendo en el piso o sobre colchonetas, sin las menores condiciones necesarias.
Hay un detalle: por ley federal, en Brasil exigen PCR negativo, por más que Conmebol permita viajar con resultado positivo (siempre y cuando la persona ya esté recuperada). En Independiente pensaron que con el alta, los iban a dejar pasar, ya que en otras ocasiones el país vecino lo había permitido. Pero se emperraron en el aeropuerto y no fue así.
Walter Lusing, dirigente que viajó a Brasil, dio detalles: “La noche fue malísima, con los jugadores que no pudieron ingresar nos quedamos durmiendo en el piso del aeropuerto. Nos trajeron unas mantas y unas viandas con comida. Una locura. En un cambio de guardia nos vinieron a correr, hubo un pequeño conflicto y amagaron a sacar un arma. A Insaurralde y Arregui se los llevaron para hablar”. Finalmente, mientras sus compañeros se preparaban para el partido, los 11 implicados volvieron a nuestro país.
Y en la cancha, el Rojo hizo pata ancha con un Sosa impresionante, un Romero líder y conductor, un Herrera fino para meter el primer penal y un Velasco que se las rebuscó para manejar la pelota y también acertó desde los 12 pasos. En el ST el equipo pagó el gasto extremo de energías, a lo mejor hubiese necesitado algún refresco más, y por eso terminó sufriendo. Pero las manos mágicas del uruguayo cubrieron cualquier deficiencia y aseguraron un invicto que fue y vino de Brasil sin todas las consecuencias que tuvieron que sufrir los jugadores.
Bahía fue un equipo agresivo recién cuando se encontró 0-2. Lo fue a buscar y logró complicar. Pero la displicencia de Gilberto lo condenó al empate. Bueno, la magnífica noche de Sosa, también…