Los bajos rendimientos habían puesto bajo la lupa a Miguel Ángel Russo; Cardona sigue siendo el mejor del equipo y la vuelta de Tevez contagió positivamente al resto.
Boca llegará al superclásico contra River del domingo próximo mucho mejor plantado de lo que cualquiera hubiera imaginado antes de golear a Vélez. Sin la crisis que venía asomando. Un 7-1 impensado, sorpresivo, si se tiene en cuenta la pobreza futbolística que arrastraba el equipo de Miguel Ángel Russo. Podrá preparar el partido con la tranquilidad y confianza que escasearon en las últimas semanas, cuando se acumulaban los reproches para un equipo sin rumbo.
A la par de los cuestionamientos por el nivel se juego se amplificaban los rumores sobre la fortaleza y el convencimiento de Russo para revertir la situación. Hasta se empezaron a escuchar los supuestos plazos (cortos) que le quedaban al entrenador para ponerle freno a un declive que se profundizó con la angustiosa victoria sobre Claypole por la Copa Argentina. En su intimidad cada vez más blindada, Russo manifestó que se sentía capacitado para provocar una reacción. Incluso se le hizo saber a un integrante de su cuerpo técnico, que tenía menos certezas que él. El consejo de fútbol que preside Juan Román Riquelme le dio el respaldo necesario, no estaba dispuesto a forzar ninguna situación extrema.
Boca había convertido en los siete partidos anteriores la misma cantidad de goles con que arrolló a Vélez. En Liniers, todo empezó con el único futbolista que venía exento de las críticas: Edwin Cardona. El colombiano, cuyo rendimiento hace más incomprensible que no haya tenido minutos en la eliminación ante Santos por la Copa Libertadores, volvió a ser determinante con sus goles y asistencias, como ocurre desde la final frente a Banfield por la Copa Diego Maradona.
Cardona fue decisivo cuando el partido todavía era parejo y nadie imaginaba un desenlace tan desequilibrado. Hizo el primer gol, con un tiro libre por debajo de la barrera, y, cuando Vélez había igualado, dio las dos asistencias para los goles de su compatriota Sebastián Villa. Más allá de aquella exclusión contra Santos, el colombiano agradece este presente: “Es importante la continuidad que estoy teniendo, la confianza del entrenador”. Cardona besa la pelota antes de la ejecución de un tiro libre: “La pelota no se puede maltratar, es lo que amo, por eso la beso”.
Desde 2006, en un 7-1 a San Lorenzo, que Boca no ganaba por esa diferencia. Fue la noche del regreso de los goles, de la ilusión, del ídolo Carlos Tevez, tras los días que se tomó para hacer el duelo por la muerte de su padre. Jugó de N° 9, posición en la que marcó un gol al conectar un desborde de Frank Fabra. “Estoy contento por el rendimiento del equipo, es lo que nos estaba faltando. Nos tenemos que dar cuenta de que somos los bicampeones, hacernos respetar. Agarrar confianza de vuelta. Hay que pensar que podemos ganar el superclásico e ir por el tricampeonato. Debemos trabajar fuerte”, expresó el Apache, que le dedicó el gol a su padre.
Sus compañeros también sintieron el regreso de Tevez como un escudo protector. Lo reconoció Gonzalo Maroni, autor de dos goles: “La vuelta de Carlitos nos entusiasmó. Se lo extrañó dentro del vestuario y en la cancha. Es nuestro jugador de experiencia, el que las vivió todas”.
Cardona, que en el segundo tiempo le cedió a Tevez la exclusividad en la ejecución de un tiro libre, expresó: “Tevez es un jugador vital, por lo que significa, por la conexión que tenemos dentro del campo. Siempre es bueno tenerlo con nosotros”.
De perfil diestro, Villa demostró que el carril izquierdo es el que más lo favorece para sus corridas. El extremo colombiano asumió el mal momento que atravesaba Boca: “Si uno no está preparado para la presión, hay que dedicarse a otra cosa”.
En la noche de los reencuentros para Boca, en el segundo tiempo ingresaron Julio Buffarini y Leonardo Jara, que estaban relegados porque en junio quedaran libres por no renovar los contratos. Detrás de esa exclusión se adivinaba la mano de la comisión de fútbol, como ya lo había hecho con Pol Fernández. Y después de un más de un año tuvo minutos Agustín Almendra, alejado del plantel durante largo tiempo por problemas personales.
Después de haberse ido en silencio en los partidos anteriores, Russo volvió a dar una conferencia de prensa. Le dedicó la goleada al presidente Jorge Amor Ameal, que se recupera de covid-19, y a Eduardo Salvio, que este lunes será operado de los ligamentos en una rodilla. El entrenador no veía una situación terminal: “No habíamos perdido el amor propio, este equipo tiene orgullo. Vamos creciendo. Ni un día es todo tan malo ni al otro todo tan bueno. Valoro el nivel de superación, siempre intentamos mejorar”. Russo no dejó de ser Russo ante los micrófonos cuando le preguntaron por River: “Son clásicos”.
Por: Claudio Mauri