Dos de los boxeadores más picantes del momento se encuentran esta noche en Las Vegas sin título en juego
Por: Osvaldo Príncipi
Cuando comienza la cuenta regresiva hacia un combate de una inusual imponencia pugilística, el ámbito boxístico se refugia en una vigilia apasionante. Única. Y estamos a horas de uno de ellos. Lleno de expectativas, de especulaciones con los más variados pronósticos.
Los estadounidenses Gervonta Davis, tricampeón mundial, y Ryan García, ex monarca liviano del CMB, protagonizarán en la medianoche del sábado al domingo la primera superpelea del calendario 2023, en el T-Mobile Arena, de Las Vegas, con televisación de ESPN. Es una de las más impactantes de este lustro. Sin cetros en juego y en un peso acordado de 136 libras, 61,690 kilos.
En contraste con los últimos clásicos de los rings protagonizados por púgiles en las etapas finales de sus carreras con desempeños decepcionantes, tales los casos de Floyd Mayweather vs. Manny Pacquiao en 2015 y Saúl “Canelo” Álvarez vs. Gennady Golovkin III en 2022, tanto Davis como García llegan en pleno apogeo al gran desafío sin haber alcanzado todavía el esplendor absoluto.
Las naturalezas, las raíces y los físicos
Davis y García representan filosofías de vida totalmente opuestas. Son atletas –todavía– no muy populares en Argentina. Davis, de 28 años y tricampeón mundial en pesos diferentes (liviano junior, liviano, welter junior), no expondrá su corona de los livianos de la AMB. Ganó sus 28 combates (26 por KO). El moreno de Baltimore representa al desarraigo infantil y callejero de su ciudad. Partícipe en mil hechos pendencieros y con demandas penales aún por resolver, se manifiesta como uno de los tantos sobrevivientes que motivaron las canciones del mítico rapero Tupak Shakur.
Es más pequeño que García: 1,66 metros de altura. Zurdo, de un gran talento tanto en ataque como en defensa y con una capacidad para noquear con un golpe que ningún otro campeón exhibe en estos momentos. Sus grandes dilemas surgen de convivir con todas las causas tribunalicias pendientes –graves accidentes de tránsito y violencia familiar– que condicionan su libertad. Se destacan sus victorias sobre los ex campeones mundiales Yuriorkis Gamboa y Leo Santa Cruz.
García, de 24 años, es un símbolo de California. Representado por Oscar De la Hoya, parece reencarnar la imagen de Ricky Valen, el creador de un canción inmortal para los “chicanos”: La bamba. Es alto, muy alto para el peso: 1,78 metros. Ganó sus 23 peleas (19 KO). Derrotó a Luke Campbell, Emmanuel Tagoe y Javier Fortuna.
Boxea erguido y descuida su mentón. Tiene más pegada que Davis pero menos experiencia internacional. Sus golpes en cross forman parte de sus armas letales. No pasó grandes zozobras hasta hoy. Siempre tuvo un gran respaldo familiar. Sobre todo de su madre, Lisa, mexicana y dirigente de boxeo juvenil.
Sufrió un desequilibrio emocional hace un par de años en su primer tuteo con la fama. Y lo pagó con inactividad, litigios con De la Hoya, un acercamiento al equipo de “Canelo” Álvarez, un prematuro distanciamiento y pérdida de dinero. Lo apasiona subrayar que atesora 9.500.000 seguidores en Instagram. Tal si fuese un campeonato más.
Davis, el favorito
Las pizarras de apuestas tildan como favorito por 2,75 a 1 a Davis. Un pronóstico coincidente con el criterio de LA NACION. Su nivel competitivo y su presente marcan las diferencias. Lleno de problemas en las calles, pero con una conversión magnífica a la hora de ascender al cuadrilátero. Allí está la clave.
¿Qué es García? Una amenaza permanente con gran autoestima. Es peligroso con los golpes lineales, y ésas son sus herramientas decisivas para concretar su hazaña.
Se dijeron de todo en los días previos. Hasta apostaron sus bolsas delante de la prensa –acto iluso e irrealizable– porque están seguros de sí. Ambos tienen recursos como para lograr lo mejor y gestar una gran pelea que quede en la historia.
Osvaldo Príncipi