Finalmente, Charles Leclerc podrá terminar de sanar definitivamente aquellas decepciones de 2021 y 2022. Solo él sabe cuántas veces el recuerdo de esas dos carreras de Mónaco habrán invadido su cabeza.
En ambas oportunidades, el piloto de Ferrari largaba desde la pole, pero todo terminó en tristeza. La primera, ni siquiera pudo largarla después de que un palier roto tras el golpe del sábado, lo hiciera parar en la vuelta de formación. En la segunda, una pésima estrategia de la Scuderia lo dejó estancado en el cuarto puesto.
Pero llegó el día de poder cumplir el sueño que perseguía desde niño: ganar en las calles de su ciudad, donde creció, donde iba de espectador a ver la Fórmula 1. Aquellas amarguras quedaron archivadas: ganó el GP de Mónaco, octava fecha de 2024.
Poco le importa a Leclerc que la carrera hay sido de las peores que se recuerden. Aburrida, soporífera… Realmente mala. Está claro que el urbano monegasco sigue (y seguirá) en el calendario de la F1 porque es un clásico de los más importantes, por algo forma parte de la Triple Corona, junto con las 500 Millas de Indianápolis y las 24 Horas de Le Mans.
Lo angosto de la pista, sumado al tamaño de los autos actuales, no permite ninguna chance de sobrepasos. Pero qué le importa todo eso a Leclerc, si cumplió uno de sus sueños más grandes.
Ni siquiera hubo paradas en boxes, momento en el que todo puede cambiar. Esto se dio por el tremendo accidente de la largada, que dejó el Red Bull de Checo Pérez destruido (fue tocado de atrás por Kevin Magnussen y terminó impactando muy fuerte los muros). Con la bandera roja, los pilotos aprovecharon para cambiar los neumáticos en ese momento y se cumplió así con el requisito reglamentario de utilizar dos compuestos.