Los padres de Faustino Oro renunciaron a sus trabajos para seguir el sueño de su hijo de 10 años en España; tomará clases con Kasparov y jugará el Mundial en Uzbekistán junto a Carlsen. Su partida con el campeón armenio de visita en Buenos Aires
Por: Carlos Ilardo
A veces la vida es una moneda; simple en su esencia, efímera en el tránsito, y que sencillamente sólo merece ser vivida. Acaso, así lo interpretaron y cantaron a dúo Romina y Alejandro Oro, los papás del Messi del ajedrez argentino, el pequeño Faustino Oro, de sólo 10 años y que hace sólo tres, de manera imprevista, descubrió que posee un don de genialidad en el dominio de los escaques y los trebejos.
Es que mientras el pequeño Fausti -como lo llaman sus amigos y familiares- sigue estableciendo plusmarcas como nunca antes sucedió en los más de quince siglos de historia documentada que tiene el ajedrez, sus padres tomaron la compleja decisión de acompañar a su hijo en una actividad en la que luce chispeante y feliz, para descubrir hasta dónde puede llegar su impetuoso sueño: ser parte de la élite y conquistar el título mundial. Por eso, esta semana, los tres se marcharán a España; el primer paso será Madrid para luego establecerse, si el mercado laboral los alberga, en la ciudad de Barcelona. Si la planificación consigue también que se alineen los planetas, con el ordenamiento laboral, escolar, afectivo y deportivo, la estadía podría extenderse por los próximos cinco años. El cambio físico no modificará la condición federativa: Faustino seguirá jugando con la bandera argentina.
“Fue una decisión difícil, pero sabíamos que en algún momento podía suceder. Fausti está en el momento justo, atravesándolo con actuaciones que causan asombro y creemos que es ahora cuando debe intentarlo y nosotros apoyarlo. Tiene cinco años por delante para saber si puede alcanzar la élite y para eso debemos estar más cerca de los grandes torneos y las grandes figuras del ajedrez” le contó papá Oro a Infobae.
“Yo también acompaño toda esta idea” dice con una sonrisa nerviosa mamá Romina, y agrega: “Pero tengo un pie puesto en el freno para que ellos dos no viajen hasta la luna (risas). Es verdad que somos jóvenes, pero hemos renunciado a nuestros trabajos, yo con más de veinte años de antigüedad y Ale, un poco menos. Es una apuesta fuerte la que obviamente gira en torno a Faustino, por ahora, a él se lo ve feliz y muy entusiasmado con lo que hace, pero siempre hay que tener en cuenta que sólo tiene 10 años. Veremos cómo sigue este proceso, su carácter y personalidad con el avance de los años y con las dificultades que el mundo competitivo puede mostrarle y enseñarle”.
“Y yo…, ¿qué querés que diga? Estoy recontento de poder jugar con los mejores del mundo”, señaló Faustino, socio del Círculo de Ajedrez Torre Blanca, durante la charla callejera en el barrio de Palermo Viejo, donde fue invitado por la Comunidad Armenia para participar de los festejos de bienvenida y disputar un match de exhibición con el mejor ajedrecista de ese país, Hayk Martirosyan, N°1 de Armenia, uno de los 40 mejores del mundo en la actualidad, y el séptimo mejor ajedrecista del planeta en la modalidad de ajedrez blitz (partidas a menos de 5 minutos por competidor).
No quedan dudas de que los días de confinamiento durante los tiempos de pandemia modificaron los hábitos y costumbres del planeta. Una familia argentina trabajadora, con papá y mamá contadores públicos y un único hijo, estudiante y aficionado a los videos juegos y el fútbol, vio su rutina transformada con el encierro hogareño. Fue el sábado 30 de mayo de 2020, cuando el país anunciaba 520 muertos por COVID-9 y sufría un dólar paralelo que se disparaba hasta $125, cuando Alejandro Oro sacó del arcón de los recuerdos un viejo juego de ajedrez y le enseñó las reglas a su único hijo, Faustino, de 7. Desde entonces transcurrieron 1281 días, tiempo insuficiente para cualquier mortal con excepción del pequeño Fausti para llegar a ser considerado el mejor ajedrecista del mundo en las categorías Sub 8, Sub 9, Sub 10 y 11 de todo el historial del milenario juego. En ese lapso, el pequeño Enfant Terrible obtuvo los títulos de Maestro Candidato y Maestro FIDE, y alcanzó la 1ª norma (son necesarias tres para ser homologado el titulo) de maestro internacional. Todo ello a través de una fuerza de juego de 2357 puntos de Elo (así se llama la medición del ranking de los ajedrecistas); una marca que ni las grandes figuras de este juego como Fischer, Karpov, Kasparov o Carlsen consiguieron a tan temprana edad.
Tamaños logros fueron refrendados, además, con actuaciones en los principales portales de Internet de esta actividad. En poco más de tres años, Faustino disputó casi 46 mil partidas y su puntaje trepó hasta los 2815 puntos y se ubicó a la zaga de los ajedrecistas de élite que apenas sobrepasan los 3000 puntos. Por esto el celular de papá Oro no tiene batería que resista tantas consultas; no para de recibir invitaciones para que su hijo participe en competencias en distintas partes del mundo. Mientras tanto, acá en Argentina, en cada competencia que su hijo juega, se oye en la entrada de los salones “¿en qué mesa juega el pibito?”.
“Faustino tiene un gran futuro en Europa donde estará junto a la élite y mantendrá la posibilidad de ser el N°1 del mundo, por cantidad y calidad de los torneos. Con el ajedrez sucede el mismo fenómeno que con otros deportes, en los que nuestros mejores jugadores de fútbol, rugby, tenis, voleibol o handball también se marchan” confió Mario Petrucci, presidente de la Federación Argentina de Ajedrez (FADA).
Pero si lo resumido no lo alcanzara, hace algunas horas a Romina y Alejandro Oro se les disiparon algunos miedos; una brisa amable de felicidad los fundió en un abrazo tras recibir dos invitaciones inesperadas. Es que desde la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE, según sus siglas francesas), el ente rector de la actividad, les llegó el ofrecimiento para que Faustino Oro sea uno de los participantes del Campeonato Mundial de Ajedrez, en las modalidades rápido (partidas a15 minutos) y blitz (a 3 minutos) que se llevará a cabo entre el 25 y 30 de diciembre próximos en la ciudad de Samarkand, Uzbekistán, junto a la presencia de los mejores ajedrecistas, como el noruego Magnus Carlsen, el francés Vachier-Lagrave, los indios Gukesh y Pragg, y el alemán Keymer, entre otros muchos más.
“Con Carlsen nunca jugué, y me encantaría enfrentarlo. Con los Top sólo jugué por Internet, con Nakamura (N°3 del mundo) y Firouza (N°6), obvio que no les gané, me llevan mucha ventaja, pero algunas partidas las perdí por tiempo, en las que yo tenía alguna ventaja”, dijo Faustino que no abandonó su amor por la pelota y disfruta de la permanencia del Club Vélez Sársfield en la Primera División del fútbol argentino.
Pero mientras intentaban digerir el asombro del convite, los Oro fueron sorprendidos con otro llamado; tal vez como una señal para reafirmar el norte de su destino. Es que a través de una gestión de la Federación Argentina de Ajedrez (FADA) junto a FIDE América, la Federación Norteamericana de Ajedrez y la Fundación Kasparov, Faustino fue seleccionado para participar de dos clases de entrenamiento junto a la megaestrella de esta actividad, el ex campeón mundial, Garry Kasparov, en la ciudad de Nueva York, el 16 y 17 de este mes.
“Por estas cosas se hace muy difícil tener un trabajo y disponer de días o vacaciones para estar con él y acompañarlo. Tal vez, en mi profesión de contador público, conseguir un trabajo de sistema híbrido podría ser una gran ayuda” señaló papá Alejandro, el hijo de Luis, el abuelo de Faustino, y responsable de la práctica del ajedrez en la familia Oro.
“Y cómo no voy a estar contento. Kasparov es un genio; vi muchas de sus partidas y jugaba bárbaro”, acotó Faustino que acaba de completar el curso de cuarto grado en la escuela primara San José de Calasanz.
Los elogios y los augurios de buenaventura destinados al futuro inmediato de Faustino son moneda corriente en el mundo del ajedrez. El sábado en la celebración de la Comunidad Armenia de Buenos Aires, organizado por UGAB (Unión General Armenia de Beneficencia) que preside Antonio Sarafian y dirige Ari Adjemian, se llevó a cabo un encuentro cultural y deportivo que incluyó además de danzas en vivo, un match de exhibición entre el Faustino “El Pibe de” Oro y la súper estrella armenia, el gran maestro Hayk Martirosyan, de 23 años, que visita por primera vez el país.
Fue un duelo pactado a cuatro partidas con ritmo relámpago (3 minutos por jugador, más dos segundos de agregado por cada movimiento), que llamó la atención de expertos y curiosos que concurrieron en gran número a la cita que se llevó a cabo al aire libre, sobre la vereda del Instituto Marie Manoogian y frente a la Catedral Católica Armenia San Gregoria El Iluminador, que obligó al corte del tránsito en esa calle.
El campeón armenio es todo un especialista en esa modalidad “blitz”; sólo lo superan seis jugadores en mundo. Por eso no fue necesaria completar la serie ya que se impuso 3 a 0, pero con matices. La primera partida, y especialmente la segunda, eran favorables para el argentino e incluso con ventaja, pero al ajedrez no sólo se gana con jaque mate, también el reloj influye. La contención de los nervios fue la mejor carta del jugador armenio que revirtió el destino final sin inmutarse y exhibiendo una gran jerarquía. El público premió con un cerrado aplauso la entrega de los jugadores en cada partida.
“Antes de mi viaje a la Argentina escuché hablar sobre Faustino, pero es muy distinto verlo en acción. Es algo increíble. Lo que a la mayoría nos ha llevado veinte años aprender del ajedrez, él lo ha hecho en sólo diez, y habiéndole dedicado sólo tres”, le confió a Infobae Martirosyan, que fue campeón Europeo Sub 12, Sub 14 y campeón mundial juvenil a los 16.
-Sos uno de los mejores jugadores del mundo en la especialidad blitz. ¿A los 10 años jugabas como Faustino?
-(risas)… La verdad que no; yo era un poco inferior a él.
-¿Y vos Fausti, qué le dijiste a Martirosyan cuando terminó la segunda partida, que casi ganaste?
-Yo no sé hablar en inglés, así que me atreví a decirle: “very complicated” (risas)
-Ah, igual que Carlos Tevez, con su frase very difficult
-No, igual no. Porque Tevez es de Boca y yo soy de Vélez (más risas).
Cuando la vida es una moneda, los días cuentan la historia. Acaso por eso, la familia Oro quiere abrazar cada momento, cada acontecimiento de su hijo, Faustino, el pequeño Messi del ajedrez argentino que se dispone a escribir uno de los principales capítulos de su breve pero intensa historia. Sólo se trata de vivir.