El primer rival de Argentina: cómo juega Arabia Saudita, la potencia de Asia que quiere hacer historia en Qatar

Los Halcones Verdes hicieron una sobresaliente campaña de clasificación a la Copa del Mundo bajo el ala de Hervé Renard, un DT francés que conquistó África y tiene detrás a todo un pueblo ansioso por brillar en la gran fiesta del fútbol
Arabia Saudita, la potencia de Asia que buscará aprovechar su proximidad con la sede del Mundial 2022 (Foto: REUTERS)

En Arabia Saudita piensan en la próxima Copa Mundial de la FIFA como si fueran anfitriones. Sus hinchas están en el podio de la venta de entradas para el torneo de fútbol más prestigioso de todos, que hace su desembarco en Medio Oriente por primera vez en la historia.

La sede es Qatar, uno de sus pequeños países vecinos, de quien han aprendido que el deporte más popular del planeta puede ser el vehículo perfecto para transformarse en una marca poderosa de alcance global. Lo que un fondo de inversión del gobierno qatarí hizo con el Paris Saint Germain, convertido en uno de los clubes más poderosos de Europa a partir de las inyecciones de dinero de sus propietarios, es lo que intenta replicar el consorcio saudí que el año pasado adquirió el Newcastle United, histórico equipo de la prestigiosa Premier League. Las Urracas ya visitaron Jeddah en enero pasado y tienen programado un viaje de pretemporada a Riyadh durante el receso mundialista.

Fue un movimiento muy audaz del Estado más grande de la península arábiga, donde la liga inglesa se afianza como la más popular entre las competiciones de élite y la selección nacional vuelve a generar expectativa en su gente por los buenos rendimientos que mostró en las Eliminatorias. Los Halcones Verdes, dirigidos por el DT francés Hervé Renard desde agosto de 2019, clasificaron con sólidez a su segunda cita mundialista consecutiva y en su sexta participación en el torneo intentarán volver a superar la fase de grupos como lo hicieron en aquel estreno en Estados Unidos ‘94. No obstante, su aventura en el Grupo C comienza con un obstáculo mayúsculo: el martes 22 de noviembre se enfrentan a la Selección Argentina de Lionel Messi.

El árbitro principal y los jueces de línea para el repechaje serán de nacionalidad eslovena.

En la década de los ‘90, la selección de Arabia Saudita se consolidó como una potencia en Asia. Su combinado nacional comenzó a competir en los años ‘50 y tres décadas después conquistó sus primeros títulos continentales. El país luego organizó la primera edición de la Copa FIFA Confederaciones (1992), en la que terminaron subcampeones tras perder la final ante la Albiceleste, y más tarde alcanzaron los octavos de final del Mundial de Estados Unidos 1994, en su primera participación en este certamen.

Su rendimiento en la Copa de Asia también era sobresaliente: consiguieron ser campeones tres veces (1984, 1988 y 1996) y jugar la final en dos oportunidades (1992 y 2000) en sus primeras cinco apariciones en el torneo continental. Pero el retiro de esa talentosa camada de jugadores –con algunos emblemáticos como Mohamed Al-Deayea, Sami Al-Jaber o Mohammed Al-Khilaiwi– dejó un gran vacío para un equipo que no logró clasificar a las citas mundialistas ni en 2010 ni en 2014. No fue hasta que surgió una nueva generación que los árabes volvieron a asegurar su presencia en una Copa del Mundo cuando lograron el boleto para Rusia 2018, donde comenzaron con una dura caída por 5-0 ante los anfitriones y también fueron derrotados por Uruguay (1-0), pero consiguieron cortar una racha de 12 partidos sin ganar en un Mundial al imponerse por 2–1 a la Egipto de Mohamed Salah.

En agosto de 2019, la Federación decidió no renovar el contrato del argentino Juan Antonio Pizzi tras una decepcionante eliminación en los octavos de final de la Copa de Asia ante Japón y eligieron como su sucesor al francés Hervé Renard, quien había sido el artífice de la clasificación de Marruecos al Mundial anterior. Pocos recordarán a Renard por su carrera de jugador, cuyo máximo hito quizá fue compartir plantel con Zinedine Zidane en el A.S. Cannes, donde jugó entre 1983 y 1990 antes de retirarse a los 30 años. Pero su trayectoria como DT antes de tomar las riendas de Arabia Saudita había sido muy exitosa. Hervé Renard desembarcó en África como ayudante de campo de un técnico trotamundos llamado Claude Le Roy, con quien trabajó en clubes modestos de China, Vietnam e Inglaterra antes de que fueran contratados para dirigir a Ghana en 2006. Al término de ese ciclo, decidieron separar sus caminos y Renard se convirtió en el seleccionador de Zambia.

Su primera experiencia fue buena –llegó a cuartos de final en la Copa África 2010– pero nada comparado con lo que vendría después. En 2012, volvió a ser contratado para dirigir a los Chipolopolo y rompió con todo pronóstico al sacarlos campeones de África, imponiéndose en la final a la poderosa Costa de Marfil por penales. Tres años más tarde, tras un paso por el FC Sochaux, lo contrataron para dirigir a Los Elefantes y volvió a conquistar la Copa África. Con la clasificación de Marruecos al Mundial de Rusia 2018, a 20 años de su última participación en el torneo, terminó de establecerse como uno de los entrenadores más influyentes del fútbol africano y le llegó el desafío de llevar a Arabia Saudita a la cita mundialista de Qatar.

Hervé Renard, elegido tres veces Entrenador del Año de la Confederación Africana de Fútbol (2012, 2015, 2018), ha llevado la metodología de trabajo europea a países futbolísticamente subdesarrollados para edificar equipos competitivos y lograr grandes resultados en citas importantes. Esa consagración con Zambia en 2012, cargándose a Senegal, Ghana y Costa de Marfil en el camino, le dio impulso a un DT que se ha ganado un lugar dentro de la gran escena del fútbol y apunta a tener revancha en Qatar.

Aunque Renard no logró que Marruecos se clasificara a los octavos en el Mundial 2018, lo que significó su primera experiencia personal en una Copa del Mundo, se mostró competitivo ante famosos entrenadores como Carlos Queiroz o Fernando Santos. Perdió ante Irán –cayó 1-0 con una polémica de VAR– y Portugal, pero mereció más. Y en la última jornada, le empató 2-2 a la España que había preparado Julen Lopetegui pero luego fue dirigida por Fernando Hierro. Por ello, con Arabia Saudita, su intención es mejorar su única actuación mundialista pero también llevar al combinado saudí a la fase eliminatoria por segunda vez en su historia.

“Aquella (Estados Unidos 1994), por supuesto, fue una brillante generación de jugadores. Cuando llegas a octavos de final, algo debes de haber hecho bien. Todos los jugadores de la actual plantilla deben utilizarlo como inspiración. Aunque estemos en un grupo complicado, hay que ser ambiciosos. Ir al Mundial sin ambición no tiene sentido. Tenemos que exigirnos al máximo; creer que tenemos opciones y dejarnos la piel”, sentenció el estratega francés en diálogo con FIFA+ en agosto de 2019.

El esquema predilecto de Hervé Renard a lo largo de su carrera ha sido ese 4-2-3-1 que también usó con Arabia Saudita durante la mayoría de sus compromisos de las Eliminatorias Asiáticas rumbo a Qatar. Su campaña fue superlativa: terminaron invictos en la primera fase por encima de Uzbekistán, Palestina, Singapur y Yemén en el Grupo D; y extendieron el buen andar en la siguiente ronda, en la que volvieron a liderar su zona, dejando en el segundo puesto del Grupo B a Japón al obtener una valiosa victoria ante Australia en la última fecha. Durante su proceso de clasificación al Mundial, en el que se acostumbraron a ser protagonistas y solamente perdieron una vez, su modelo de juego se apoyó mucho en la tenencia de pelota, las transiciones rápidas de defensa-ataque y en la velocidad de sus hombres en las bandas en fase ofensiva; mientras que en el plano defensivo eligieron mayormente adelantar su primera línea para achicar espacios, jugar de forma compacta y presionar con intensidad a los rivales. Es principalmente un equipo muy atlético, con un alto grado de resistencia y muchos jugadores físicamente aptos para jugar a una alta intensidad e intentar reducir espacios en todo el campo.

La defensa de Arabia Saudita habitualmente juega muy adelantada pero los mediocampistas y delanteros no presionan demasiado alto, todos forman un bloque estrecho para congestionar la zona medular y dar poco espacio a los rivales. Es normal ver a sus zagueros hacer persecuciones lejanas si los delanteros contrarios descienden para pivotar pero el resto se limita a ejercer una presión bien coordinada. Han aprendido a asumir el riesgo de ceder espacios a sus espaldas e intentan retroceder a toda velocidad para hacerlo en superioridad numérica si el equipo oponente logra progresar con éxito. Si bien les ha dado buenos resultados, también se han mostrado muy vulnerables: al poner tanto énfasis en dejar en fuera de juego a los atacantes o en correr hacia atrás, les permiten a los lanzadores ejecutar con comodidad.

Confían demasiado en esa capacidad para reagruparse en pocos segundos y en el compromiso colectivo para cruzar la línea de la pelota. Con el balón en su poder, su intención es jugar de forma vertical, con pocos pases busca tomar una postura ofensiva y generar peligro en el área rival. Sus mediocampistas juegan a uno o dos toques para hacer que las transiciones sean lo más rápidas posibles y avanzan con mucha gente, sobre todo por afuera. La profundidad de sus laterales les permite a los extremos pisar los carriles centrales y ser peligrosas en zonas difíciles de defender.

Sus resultados en los partidos amistosos previos al Mundial han sido muy irregulares. Aunque Arabia Saudita debió ajustar levemente su guión porque tuvo problemas para imponer condiciones ante selecciones de nivel mundialista, ha demostrado en estos encuentros que su defensa está dispuesta a no replegarse e intentará posicionarse tan lejos de su arco como sea posible. Y así solamente ha encajado tres goles en los últimos ocho partidos. No obstante, en ataque arrastra una sequía que podría considerarse preocupante para sus aspiraciones: registran cuatro goles anotado en sus 10 amistosos previos al desembarco en Qatar (dos victorias, cinco empates y tres derrotas).

A sus laterales les ha costado proyectarse para generar peligro por las bandas y sus mediocampistas tuvieron que trabajar mucho más en las coberturas que en la generación de juego. Su rendimiento en ofensiva ha mermado al asumir un papel menos dominante por la jerarquía de sus rivales y su dinámica no fue la misma que mostraron contra tuvieron sus competidores en Asia. Es evidente que el equipo de Hervé Renard tendrá que adaptarse a progresar con lanzamientos largos, pelear los balones divididos y ser clínicos en cada oportunidad que pueda generar a partir de la velocidad de sus atacantes.

Si bien algunos partidos fueron netamente experimentales –ante Albania y Macedonia del Norte, el DT hizo 11 cambios en simultáneo en el minuto 60– y otros más convencionales, le sirvieron a Hervé Renard para recuperar a algunos jugadores importantes como el capitán y eje defensivo del centro del campo, Salman Al-Faraj, quien ha desarrollado toda su carrera en el Al-Hilal, club con el que ha sido campeón nacional e internacional en múltiples ocasiones. El rol de este jugador de 33 años es fundamental para el sistema de Renard. Su ausencia en gran parte de los últimos amistosos hizo que el equipo perdiera al jugador que maneja la profundidad y la orientación del juego durante los partidos. Salem Al-Dawsari, compañero de Al-Faraj en el Al-Hilal y también pilar para la selección árabe, es otro de los jugadores que tiene que recuperar la forma que perdió por someterse a una operación de apéndice en septiembre. Este atacante versátil de 30 años, quien hizo su debut internacional con Arabia Saudita hace diez años y fue titular en los tres partidos de la fase de grupos en Rusia 2018, fue el autor del gol que su selección logró en el último suspiro ante Egipto en Volgogrado.

Este extremo izquierdo que tiene libertad para moverse por dentro y desde allí conducir al equipo es uno de los jugadores más destacados en un plantel que está conformado íntegramente por jugadores de la liga local, principalmente de equipos como Al-Hilal y Al-Nassr, que suelen competir en la Champions League asiática –quizás también en el Mundial de Clubes– y pelean por los trofeos domésticos. “Los saudíes tienen un estilo muy similar al de países norteafricanos como Argelia, Egipto, Marruecos y Túnez.

Todas estas selecciones tienen jugadores talentosos técnicamente que juegan un fútbol atractivo. Cuando acudes a un Mundial, no obstante, debes añadir disciplina a tu juego, algo que será vital para nosotros. Tenemos talento, pero si no nos mostramos lo suficientemente disciplinados, no obtendremos los resultados que queremos. La ventaja es que podemos seguir la liga saudí entera y ver todos los partidos. Somos siete en el cuerpo técnico, y recorremos todo el país para ver todos los encuentros. Lo considero una ventaja para nosotros, aunque implique que nos falte un poquito de experiencia contra los equipos más competitivos de Europa”, analizó Hervé Renard en diálogo con el sitio oficial de la FIFA.

Los Halcones Verdes abren su participación en el Mundial de Qatar contra la Argentina de Lionel Messi en el gigantesco Lusail Stadium, la sede más grande del torneo, con capacidad para 80.000 personas. Posteriormente se enfrentan a la Polonia de Robert Lewandowski y completarán sus compromisos del Grupo C contra México en un partido al que podrían llegar sin posibilidades de clasificación o que podría ser trascendental para su continuidad en el torneo. En el público saudí hay una sensación de optimismo y piensan que su equipo podrá aprovechar la ventaja geográfica de ser el único vecino de los anfitriones de la Copa Mundial de la FIFA.

La fiebre por el fútbol en Arabia Saudita subió en los últimos meses cuando el Newcastle vistió de verde y blanco al enfrentarse al Manchester United en Old Trafford pero no hay dudas de que ha alcanzado su pico máximo con los miles de fanáticos que han cruzado la frontera con Qatar para animar a sus jugadores. Su entusiasmo no sería posible sin el trabajo que ha realizado un Hervé Renard que se ganó el apoyo total de los dirigentes saudíes –firmó contrato como seleccionador hasta 2027– a fuerza del trabajo que llevó adelante con una joven y talentosa camada de futbolistas. Después de pasar gran parte de la década anterior instalando la metodología del fútbol europeo en siete equipos en África, decidió emigrar a otro continente y encontró motivos para embarcarse definitivamente en el desafío de hacer historia en los Mundiales con una potencia de Asia.

Rodrigo Duben

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