Mucho mérito hay, también del lado del ganador, que empieza a asomar como la revelación en Melbourne, instalado ya en los octavos de final con una carrera implacable: tres victorias, todas en sets corridos, luego de entrar en el torneo desde la clasificación.
Así, ya no quedan argentinos en los singles del primer Grand Slam de la temporada.
El Peque se topó con un adversario en estado de gracia. Inspiradísimo, Karatsev está viviendo la mejor semana de su carrera. El ruso, de 27 años, desembarcó en Melbourne con apenas una docena de partidos y sólo tres victorias dentro del nivel ATP antes de 2021. Se hizo lugar en el cuadro principal del Abierto de Australia como uno de los clasificados; hace unos días, fue parte del equipo de Rusia que conquistó la ATP Cup. Si eso le dio confianza, la fe se le disparó a las nubes con un debut promisorio (6-3, 6-3 y 6-4 sobre Gianluca Mager) y una paliza a Egor Gerasimov (6-0, 6-1 y 6-0).
Con esa seguridad entró a jugar contra Schwartzman, más allá del cartel de número 9 del mundo del argentino. Quebró de movida y conservó esa diferencia para llevarse el primer set sin siquiera afrontar un break-point. El Peque se sintió incómodo desde el comienzo, sin encontrar la manera de poner en apuros a un adversario que ganaba fe con cada winner, prendiéndole fuego a la pelota; sin problemas con su servicio, Karatsev se animaba a presionar con bombazos o tiros angulados en las devoluciones, y por ese camino le quebró de nuevo al argentino para llevarse el segundo parcial, con cuatro winners en fila, incluidas dos devoluciones ganadoras.
En poco más de una hora, Schwartzman quedó dos sets abajo en la cuenta, frente a un adversario iluminado, agrandado en el buen sentido, con la certeza del que todo le sale bien. Suelto y enfocado, el ruso mantuvo siempre a la defensiva al número 9 del ranking con una actuación superlativa. En el debe del Peque quedó registrada la poca solvencia con la devolución y la mínima efectividad. Sabía que iba a tener que «atajar penales», pero no encontró los recursos para poner nervioso a un adversario que enfrentaba un partido de este nivel por primera vez.
Cuando Schwartzman tuvo un quiebre de ventaja, en el arranque del tercer set, la ilusión se esfumó en un abrir y cerrar de ojos, y cedió de inmediato su servicio; Karatsev hilvanó cuatro games seguidos, tres en cero. El argentino intentó desde el fondo, pero no halló la manera de generarle presión a su rival y, por el contrario, varias veces se vio desbordado. Pronto, algo resignado, se asomó a la puerta de salida. Si el argentino esperaba que Karatsev bajara su nivel o mostrara dudas en algún momento, eso tampoco sucedió. Y el ruso selló su enorme victoria con su último tiro ganador de la tarde, un ace perfecto.
El partido dejó números para el asombro, sobre todo si se tiene en cuenta la diferencia de ranking entre uno y otro. Los martillazos de Karatsev hicieron un daño tremendo: 50 tiros ganadores, contra apenas 5 del argentino, que no logró hacer mella en la coraza del ruso, que también tuvo sus fallos (38 no forzados, contra 12 del Peque), pero claramente el balance le dejó un balance muy favorable. Otra clave de la debacle: apenas un quiebre sobre 11 break-points para Schwartzman; mucho más contundente, Karatsev quebró en cinco de las seis chances que tuvo a lo largo del encuentro.
«Él jugó bárbaro, metió 50 winners y eso es un montón contra mí. No saqué bien, y esa fue una de las claves, porque él se movió bien, pegó firme, y yo no. Vi bastantes videos de él y veía que tiene la mano pesada, la pelota le sale muy fuerte, pero también tenía muchos altibajos, cometía bastantes errores. Igual, con la velocidad que tiene la cancha acá, me esperaba un partido duro. Me sorprendió porque no esperaba que metiera tantos primeros (saques), estuvo muy preciso con la segunda bola, y a mí me fue costando, porque en ningún momento pude sacarlo del medio, de su confort. No lo pude hacer correr, debí meter mejores saques… En los break-points que tuve me hacía un ace o un winner, así que pude tomar muy pocas decisiones. Fue mejor que yo, claramente», analizó el Peque con su autocrítica siempre realista y sin concesiones.
En la rueda de prensa posterior a la caída, amplió su visión: «No fue una derrota como la de (Cameron) Norrie (en el US Open del año pasado. Esa fue fea, hice 80 errores. Acá por ahí entré tenso, no estuve limpio con mis tiros, no pude sumar ritmo. Quizás tendría que haber buscado más variantes. Fui más un espectador, miré a ver que pasaba y no pude meterme mucho en la cancha. Esta derrota la encuentro parecida a la que de Leo Mayer (en Roland Garros 2019), esa vez me pasó mas o menos lo mismo, que me ganó con el saque y volea. Lo de hoy fue algo parecido».
Así, Schwartzman sufrió -por ranking del rival- una de sus derrotas más duras en un Grand Slam. Hace casi cinco años, en el US Open 2016, perdió con el 142° del mundo. pero ese adversario era Juan Martín del Potro, nada menos que un excampeón en Nueva York. Esta vez, el adiós llegó ante un adversario de pocos antecedentes, que por estas horas vive su hora más feliz: Karatsev consiguió su primer triunfo sobre un Top 10, por primera vez gana tres partidos seguidos en el nivel ATP, y obviamente, por primera vez también está en los octavos de final de un Grand Slam. Más aún: Karatsev es apenas el quinto jugador desde 2000 en alcanzar los octavos de final en su primer Grand Slam, después de Hyung-Taik Lee (US Open 2000), David Goffin (Roland Garros 2012), Juan Ignacio Londero (Roland Garros 2019) y Daniel Altmaier (Roland Garros 2020).
Tan pronto como pueda, Schwartzman regresará a nuestro país, tras varias semanas en el exterior. Lo espera otro calendario fuerte: los torneos de Córdoba (desde el 22 de febrero), Buenos Aires (1° de marzo) y el ATP 500 de Acapulco (15 del mes próximo). «Con los años voy jugando cada vez mejor en casa. Lleva una adaptación después de varios meses de jugar en cemento, pero lo hago rápido. Lamentablemente no está nada fácil para volver, porque no hay muchos vuelos. Por suerte, tocará jugar en mi casa, con mi dioma y mi gente, pero sostener durante todo el año esta rutina, con cuarentenas al ir y volver, va a ser difícil para todos. Ahora, voy a disfrutar del regreso a casa, vuelvo con más victorias que derrotas, y eso es positivo», se despidió.
Por: José Luis Domínguez
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