El Peque espera ahora por el vencedor del encuentro entre el griego Stefanos Tsistipas y el norteamericano Francis Tiafoe, que jugarán en el último turno.
Luego de su debut triunfal ante el italiano Fabio Fognini, el porteño, de 29 años, cuatro veces campeón en el ATP Tour -una en 2021 y reciente finalista en Amberes- se enfrentó por quinta vez en su carrera ante el galo, rival frente al que igualaba en dos en el historial: el sudamericano festejó en Roland Garros 2015 y Viena 2019, mientras que el europeo en Río de Janeiro 2018 y Amberes 2018.
En el primer set, un temprano quiebre de game parecía encaminar al Peque, pero llegaron las complicaciones. Con el añadido de un problema colateral que lo pudo haber desenfocado. En el 3-1 (15-15), el partido se quedó sin el sistema electrónico que suplanta a los jueces de línea. “Es increíble que tengamos que parar porque no hay sistema”, le reclamó Schwartzman al umpire Carlos Bernardes. Pronto se restableció el dispositivo, pero el francés empezó a arriesgar más y el argentino aumentó la cantidad de errores no forzados. Así fue como Monfils recuperó el quiebre y volvió la paridad.
A la hora de la verdad en ese primer capítulo, y lidiando con algunos tiros brillantes de Monfils, Schwartzman pudo sobreponerse en el tie break y ganó ese intenso duelo en 1 hora y 11 minutos. No sin antes tener que batallar duro, frente a un clásico gladiador del circuito, que atravesó un profundo bajón deportivo hace un tiempo, pero que ahora luce con nuevas energías.
En el segundo set, el Peque parecía tomar un envión ganador y contó con tres posibilidades de quiebre en el primer game, pero el francés revirtió la desventaja. Y no solo eso: provocó la rotura de servicio de su rival para colocarse 2-1 adelante. Promediando el segundo parcial, Schwartzman se molestó por algunos comentarios que escuchó del banco de Monfils, mientras que los integrantes de ese sector negaban con la cabeza. “Si alguien molesta, lo podemos sacar de la pista”, lo calmó el umpire. Y en ese duelo de extrañas situaciones extratenísticas, una alcanzapelotas se descompuso y tuvieron que llevársela para su atención. El partido estuvo parado por ese motivo en el 4-2 para el francés y 40-15 para Schwartzman.
En el descanso, el Peque le relató a Bernardes el entredicho que había tenido concretamente con Günter Bresnik, a quien conoce bien y tiene confianza porque fue entrenador de un colega muy amigo suyo del circuito: el austríaco Dominic Thiem, en estas semanas lesionado.
El partido siguió, con show incluido. Como sucedió en un punto del 5-3: en un increíble intercambio de pelotas, el francés tuvo que soltar su raqueta para llegar a una bola y después se dirigió raudo hacia la red para bloquear el tiro del Peque; Monfils ya estaba distendido y simuló ser un jugador de voleibol. Schwartzman definió ese punto con una sonrisa en el rostro y enseguida estrechó afectuosamente un saludo con el rival. Una manera de descomprimir la tensión del match. Finalmente, Monfils definió el segundo set por 6-4, en 47 minutos. Al galo le bastó un quiebre, pero también disminuyó la cantidad de errores no forzados.
En el set decisivo, Schwartzman encontró un premio al esfuerzo. De tanto insistir, logró quebrar para ponerse 4-2, aprovechando el progresivo desgaste del francés. Se aferró a sus mejores servicios y volvió tener bajo control a su rival en esos pasajes. Todo lo que siguió fue la consolidación del juego del argentino, que terminó cerrando el partido con un claro 6-2, en su espinoso camino por llegar al Masters de Turín.
¿Cómo es su situación respecto de la posibilidad de entrar a ese certamen? El Peque está en el puesto 16º, con 1855 puntos. Para acercarse a una hipotética zona de clasificación, deberá ganar este certamen en Viena y llegar a la final de Paris-Bercy. El jugador formado en el Náutico Hacoaj está anotado para jugar del 7 al 13 en Estocolmo, última cita antes del Masters. Pero si los números no le cierran en pos de la clasificación en el torneo en donde están los mejores, empezará su descanso y la posterior pretemporada.