Inter, que se impuso por 2-1 en los 90 minutos, venció 9-8 en la definición por penales y avanzó a los cuartos de final; la campaña del equipo de Demichelis fuera del Monumental fue muy floja
De visitante, River nunca le encontró la vuelta a la Copa Libertadores. Ya había quedado en deuda y penó bastante en la etapa de grupos, con derrotas en Río de Janeiro y la altura de La Paz, más un empate pírrico en Lima. Aquellos deslices los pudo solucionar en el Monumental, pero ahora no tendrá revancha del duro paso en falso en Porto Alegre.
Inter, que hasta aquí no había ganado en los cuatro cotejos anteriores con “Chacho” Coudet, lo eliminó tras una serie maratónica, definida luego de 20 penales. Inter se impuso 2-1 en los 90 minutos y por 9-8 en los penales.
Fue una llave en la que River siempre corrió de atrás, en el Monumental y en el Beira Río. De local pudo remontar el 0-1, conseguir un valioso 2-1. En Porto Alegre forzó los penales cuando parecía sentenciado, con el descuento de Robert Rojas a los 45 minutos de la segunda etapa.
De ahí, a la película de suspenso de los penales, en los que River volvió a estar match-point en contra cuando la conversión de Solari no fue convalidada por un doble golpe en la ejecución. Pero el siguiente remate de De Pena dio en un poste y River tuvo una vida más, que se extinguió con el disparo de Rojas en el travesaño. No faltó nada. Hasta un cambio de arco en los penales, porque el punto de ejecución había quedado muy deteriorado, a los jugadores les costaba llegar bien pisados al tiro.
River queda prematuramente afuera de la Libertadores, en los octavos de final, como le ocurrió el año pasado frente a Vélez. El golpe de la eliminación estuvo acompañado por otro de impacto futbolístico, porque River estuvo lejos del equipo que acostumbra ser, más allá de que en el cierre sacó a relucir la estirpe copera para dotar al partido de un mayor dramatismo.
Sin intuición ni historial favorable en las definiciones por penales, Armani no pudo desviar ningún remate, si bien alcanzó a rozar alguno.
River se queda sin Libertadores -también está afuera de la Copa Argentina- con un plantel numeroso, con recursos y variantes para ser campeón de la Liga Profesional, pero también para tener más recorrido en otras competencias.
Como ocurrió con Enzo Fernández y Julián Álvarez tras la eliminación en la Libertadores pasada, ahora es muy probable que Europa sea el próximo destino de Beltrán.
Demichelis había definido a Nacho Fernández como “el cerebro del equipo” después de la victoria de la ida, a modo de justificación de la suplencia de Solari, pese a sus buenas actuaciones y los dos goles del triunfo en el Monumental. Aquella definición del entrenador no terminó siendo una defensa a ultranza de Nacho, que en Porto Alegre pasó a ser suplente para darle cabida al explosivo extremo.
Más allá de sumar otro delantero para acompañar a Beltrán, el planteo de River fue un 4-2-3-1, con Enzo Pérez y Aliendro en el eje, y Solari a la altura de De la Cruz y Barco. El conjunto de Demichelis no presionó alto, juntó sus líneas cerca del círculo central, con González Pirez y Paulo Díaz saltando al anticipo.
River especuló con una postura agresiva de Inter que le dejara espacios para las corridas de Solari, al que buscó recurrentemente, bastante más que a Barco. El partido arrancó bastante plano, con escasa claridad y profundidad de ambos lados.
Inter no atraviesa por un buen momento, a “Chacho” Coudet le está llevando tiempo levantar a un equipo al que una serie sin triunfos le resta confianza. Progresivamente, Inter se adueñó de la posesión, empezó a jugar cerca del área visitante. Un cabezazo desviado de Vitao en un córner fue el primer aviso. A River le costaba encontrarse con el juego de sus mediocampistas. Le duraba poco el control de la pelota, tentado por salir rápido en la búsqueda de Solari.
Sin la iniciativa, River pasó sofocones. Inter mandaba con el chileno Aránguiz y Johnny en la sala de máquinas. River se empezó a meter en problemas por fallas individuales que lo sorprendían mal parado. Una vez se equivocó Paulo Díaz y no pasó a mayores, pero una pérdida de Enzo Díaz posibilitó una entrada franca de Valencia, cuya definición fue desviada por Armani con una gran estirada. El ecuatoriano, potente y escurridizo, volvió a inquietar al arquero.
Enzo Pérez estuvo varios minutos jugando con un dolor en una pierna, hasta que no aguantó más y fue reemplazado. Demichelis no eligió a un volante central, como podría haber sido Kranevitter, sino que se inclinó por Nacho Fernández. El esquema pasó a ser un 4-1-4-1.
El ambiente se calentó cuando Inter se sintió perjudicado por un toque de Enzo Díaz a Bustos dentro del área. El contacto existió y el ex Independiente cayó, con el reclamo inmediato. El árbitro uruguayo Matonte no sancionó penal, decisión que confirmó la revisión del VAR. Coudet estalló en protestas, y desde entonces, cualquier fallo a favor de River incrementó la furia.
Algunos remates no habían llevado real peligro a Rochet, figura de Inter en el Monumental. Lo más cerca que estuvo River del gol en el primer tiempo fue con un tiro libre cruzado que Nacho Fernández ejecutó por sorpresa y tomó a la defensa brasileña desprevenida; Beltrán no llegó a conectar la asistencia en la boca del arco.
No fue un buen primer tiempo del equipo argentino, más allá de que el resultado le seguía sirviendo. No impuso condiciones con su estilo, lo tuvo que salvar Armani, generó poco en ataque y se vio beneficiado en la acción más polémica.
La historia estaba abierta, y la intención de River era que no pasara nada. Armani fue amonestado por demorar un saque de arco. El partido era mucho menos entretenido de lo que fue el del Monumental. El que más agitaba el avispero era Valencia, movedizo por todo el frente de ataque, rápido para sacarse la marca de encima.
La preocupación de River era que no tenía el desarrollo bajo control. Y los ánimos se caldeaban cada vez más. Solari y Aranguiz recibieron la tarjeta amarilla tras un tumulto en el que hubo manotazos y empujones.
En medio de la crispación general, River tuvo una ocasión de oro tras una asistencia de Solari a Beltrán, que se demoró y fue anticipado por Bustos. Pero Valencia seguía siendo una pesadilla, sobre todo por el sector de Casco. Como en la ida, Inter se puso en ventaja con una jugada con la pelota detenida. El córner de Wanderson cayó, dio un pique y Mercado metió un cabezazo que dio en el travesaño y se metió.
River había quedado grogui y recibió otro directo a la mandíbula con el tiro libre cruzado de Patrick, que se desvió un poco en la barrera. Ya había ingresado Robert Rojas y en la búsqueda del milagro entró Palavecino y debutó Colidio.
Parecía demasiado tarde, pero River reaccionó. Inter tampoco es ningún cuco. Descontó Rojas y River tuvo alguna ocasión más. No pudo, tampoco en los penales. Su desfiguración de visitante lo condenó en la Copa Libertadores.
Claudio Mauri