Copa Libertadores: con Romero atajando penales, Boca Juniors eliminó a Racing y pasó a semifinales

Chiquito Romero

Como ante Nacional, superó la serie contra Racing tras dos empates: 0-0 en Avellaneda; el arquero volvió a ser decisivo en los penales

Sergio Romero, el arquero surgido en Racing, fue el héroe de Boca para eliminar a la Academia y aterrizar en las semifinales de la Copa Libertadores para enfrentar a Palmeiras, bicampeón entre 2020 y 2021. No quiso festejar “Chiquito” Romero, en consideración del club que es hincha y dijo “amar” tras el partido. Atajó los remates de Piovi (primer penal que falló de los 11 ejecutados) y Sigali. Los ejecutantes de Boca (Zeballos, Janson, Cavani y Rojo) acertaron, no le dieron chances a Gabriel Arias, para romper una llave de 180 minutos sin goles, que en el balance global mostró a Boca un peldaño arriba por la superioridad en la Bombonera.

Racing arrancó mejor anoche, pero se fue quedando sin combustible. Y “Chiquito” Romero lo hizo otra vez, como ante Nacional en octavos de final -también contuvo dos disparos-, aunque él se restó méritos sobre su intuición para adivinar los disparos: “Desde los 12 pasos es suerte y cayó de nuestro lado. Lo mío es solo suerte”. De ser así, el viento de cola de la fortuna ya lo llevó a atajar ocho de los 13 penales desde que está en Boca. Y eso que reconoció que desde los 20 minutos del segundo tiempo jugó “acalambrado”.

En los play-offs, Boca empató los cuatro partidos. Es un equipo que está para dar más, mientras tanto, se agarra a un Romero salvador, hasta cuando está acalambrado.

Una serie en la que la condición de local se hizo notar en las posturas de cada equipo. Así como Boca impuso condiciones de arranque en la Bombonera, fue Racing el que tomó la iniciativa en el Cilindro. Cambiaron los papeles de un partido a otro, acordes con las exigencias de los hinchas. Si hay una multitud alentando y empujando, el protagonismo no es una posibilidad, sino una obligación, un compromiso.

Sin el lesionado Barco de arranque, reemplazado por un delantero (Merentiel) más para acompañar a Cavani, Boca no sumó más profundidad y sí resignó control y manejo en el mediocampo. En este sector, Racing lo superó, bien apuntalado por Moreno, un volante central muy laborioso, siempre con el partido en la cabeza. Fue titular Juanfer Quintero, que recostado sobre la derecha ventilaba los ataques con los cambios de frente y asistencias cruzadas de zurda. La Academia utilizaba el ancho del campo para abrir al rival y luego atacar el área con decisión.
El compacto de Racing 0 (1) – Boca 0 (4)

La velocidad de Racing era con un cambio más que la utilizada por Boca, que no encontraba a Medina y a Equi Fernández para oxigenar un poco el circuito. A los dos minutos, una definición de Maxi Romero, bien asistido por el juvenil Ojeda, dio en un poste; el árbitro sancionó off-side, pero de haber sido gol lo habría convalidado el VAR porque el centro-delantero estaba habilitado. Romero es un atacante sacrificado, pero no le sale fácil el gol; poco después, un cabezazo se le fue desviado.

La tensión se notaba en el ambiente; algún encontronazo entre Rojo y Nardoni, otro entre Advíncula y Rojas. Pero sin grandes excesos durante la primera etapa. Racing hacía el mayor desgaste, asumía el peso del partido. Chiquito Romero apareció para tapar una entrada de Moreno, tras un pase de Quintero.

Almirón se inquietaba y vociferaba, casi que se metía dentro de la cancha para ordenar y despabilar a su equipo. Cavani empezó a retroceder para ofrecerse como nexo. Fabra amenazó con un par de proyecciones y Advíncula empujó por el otro andarivel. Igual, el partido le costaba a Boca, tanto como a Racing traducir su superioridad en situaciones claras de gol. Estuvo cerca del 1-0 cuando Quintero pisó el área por sorpresa y sacó un bombazo de zurda que pasó cerca del vértice entre el poste y el travesaño. Chiquito Romero no tenía nada que hacer.

Había intensidad, se respiraba el clima de partido trascendente, con todo lo que eso muchas veces conspira contra la precisión y la correcta toma de decisiones. A Arias solo le llegaban pelotas sin peligro –muy baja participación de Merentiel- y Romero sufría un poco más, aunque sin alguna atajada salvadora. Se fue el primer tiempo y la historia seguía tan abierta e incierta como cuando se puso en marcha en la Bombonera.

Entrenador siempre intervencionista para modificar esquemas y alineaciones, Almirón metió mano en el descanso. Puso a Weigandt (por Valentini) para armar una línea de cuatro, con el retroceso de Fabra, y Janson por Merentiel, para cubrir la franja izquierda del ataque, con Medina más suelto, casi de media-punta, unos metros por detrás de Cavani.

Los ánimos se caldearon. Cavani y Rojas fueron amonestados tras ponerse cara a cara en un foul del uruguayo a Gómez. Al Cilindro se le cortó la respiración cuando Cavani, tras un pase de cabeza de Advíncula, quedó mano a mano con Arias, ganador del duelo. Con el uruguayo de N° 9 definido, daba la sensación de que Racing no interpretó rápidamente el reacomodamiento rival.

Un golpe para Racing fue la salida por lesión a los 16 minutos de Moreno, su termómetro en el círculo central. Lo reemplazó el juvenil Baltasar Rodríguez, con lo cual, Nardoni se ubicó en el eje. Racing perdió fluidez en el juego, se le dificultó armar ataques. Boca tuvo más presencia, le funcionó mejor la presión.

A Racing le faltaba aire fresco y mandó a la cancha a Hauche y Almendra, que sacó un remate que se fue por encima del travesaño. El partido estaba en tablas, ninguno de los dos tenía resto para desequilibrar. Racing, con más voluntad que ideas; Boca, poco dispuesto a arriesgar, midiendo cada paso. Por las dudas, Campuzano entró para tapar a Almendra. Los penales llegaron por decantación, como una lógica consecuencia. El 0-0 no mentía. La verdad definitiva estaba -otra vez- en las manos de Romero.

Claudio Mauri

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