Con varios juveniles, Independiente rescató un empate ante Vélez Sársfield

El Fortín se imponía con un penal de Aquino y el Rojo lo igualó con un gol de Ávalos. Los de Avellaneda mejoraron su imagen, pero aún no ganaron en la Liga.
El Rojo celebra el gol del empate

Lo que podría haber sido un incendio terminó en aplausos. Independiente, que venía muy golpeado tras la renuncia de Carlos Tevez y jugó con varios juveniles, mostró temperamento.

Y el público lo reconoció. Porque la noche había comenzado de la peor manera cuando Vélez pegó en el primer tiempo. Pero el Rojo reaccionó, dejó una buena imagen en el complemento y se salvó de la hoguera en una noche gélida, pero con tribunas bien calientes.

El Fortín se mostró como un equipo más sólido, duro, aceitado y consolidado en la primera etapa. Tuvo apenas un 44% de posesión, pero no precisó administrar la pelota para ser un poco más que su adversario. El Rojo, cuando la tuvo, no supo muy bien qué hacer con ella. En tiempos de crisis tras la renuncia de Carlos Tevez, el entrenador interino Hugo Tocalli apostó fuerte por cinco juveniles de la cantera: David Martínez acompañó a Federico Mancuello en la mitad de la cancha, mientras que Santiago López, Lautaro Millán, quien concentró por primera vez y tuvo su debut, y Diego Tarzia, se ubicaron por detrás de Gabriel Ávalos en un 4-2-3-1. Los pibes aportaron cierta dinámica, pero en ocasiones cometieron pecados propios de la juventud: demoraron la entrega, hicieron una de más o tuvieron pérdidas en sectores y momentos inoportunos. En definitiva, el error forma parte del proceso de aprendizaje, pero puede tener un precio elevado para un club que, en estos momentos, se la juega por la materia prima de su cantera más por necesidad que por convicción.

De una falla de Millán en la salida nació el gol de Vélez que abrió el partido: Damián Pérez llegó a destiempo y atropelló a Braian Romero en el área. Y Claudio Aquino, ex Independiente, no sólo no perdonó desde los 12 pasos, sino que además lo gritó con furia ante la hinchada del Rojo, un club en el que nunca supo ganarse el afecto de su gente como sí lo hizo en el Fortín.

Empujado por las urgencias y por las obligaciones, el dueño de casa salió a presionar con más determinación en campo contrario en el comienzo del complemento. Independiente empezó a ganar los rebotes mientras el Fortín aguardaba agazapado para salir al galope de contraataque tras cada recuperación. Con Aquino en la conducción, Francisco Pizzini yThiago Fernández se lanzaron en velocidad para tratar de abastecer a Romero. Pero el Rojo creció, David Martínez tuvo más presencia en el medio y Federico Mancuello, nexo con los volantes ofensivos, fue más influyente. Gabriel Ávalos, quien en este partido volvió a la titularidad, fue el abanderado de la lucha en el área. El atacante paraguayo las peleó todas y tuvo premio: selló el empate de cabeza tras un muy buen centro de Mauricio Isla, pieza clave para los de Avellaneda por su entrega y proyección por la banda derecha.

Una vez consumada la reacción y el empate, Independiente empujó. Y fue por más, en general con más ímpetu que fútbol, con más voluntad que juego fluido. Vélez empezó a llegar tarde a los cruces y eso lo llevó a cometer infracciones reiteradas. A esa altura, el Rojo ya tenía otra cara, aunque igual se exponía: Damián Fernández selló el segundo del visitante, pero no se lo convalidaron por un offside milimétrico de Pizzini en la acción previa.

Independiente fue más en los minutos finales. Joaquín Laso tuvo una chance muy clara de cabeza. Y toda la cancha reclamó un penal de Elías Gómez en una jugada en la que bajó a López.

Vélez, que ganó diez de los últimos 18 partidos, se apagó en el segundo tiempo y lo pagó. Independiente lleva cinco encuentros sin ganar de local (cuatro empates y una derrota) y logró apenas una victoria en los últimos nueve encuentros por torneo. Este empate no cortó la crisis, pero el equipo dejó indicios de que puede detener la caída en picada.

Por: Favio Verona (Olé)

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