Y un día, cuando Boca más lo necesitaba, cuando el equipo de Diego Martínez luchaba por encontrar la ruta para vencer a Belgrano y la Bombonera era una olla a presión a punto de estallar, Edinson Cavani finalmente se puso el traje de superhéroe.
Con un triplete del Matador, ovacionado de principio a fin por las más de 55,000 almas que llenaron el estadio Alberto J. Armando tras el emocionante empate en el Monumental, Boca volvió al triunfo en casa con una victoria por 3-2 y, liderado por el uruguayo, desató una verdadera fiesta en las gradas. El Xeneize, así, se acercó a la zona de clasificación y, con el uruguayo en llamas, afrontará la próxima etapa del campeonato con renovado ímpetu.
«¡Aplaudan, aplaudan, no dejen de aplaudir; los goles de Cavani que ya van a venir!», resonó fuerte antes del partido, mientras Edinson se calentaba y probaba a Chiquito Romero y Javi García en el arco que mira hacia Casa Amarilla. «¡U-ru-guayo! ¡U-ru-guayo!», concluyó la hinchada en apoyo al goleador, que llevaba ocho partidos sin anotar (desde el 15 de octubre del año pasado, frente a Talleres por la Copa Argentina). Edi sintió el respaldo, levantó los brazos en agradecimiento y devolvió una sonrisa cómplice hacia la popular. Era el momento de cambiar el rumbo. De comenzar a pagar con goles. De brillar en la red. Y Cavani absorbió toda esa energía positiva para recuperar la memoria y firmar su mejor actuación individual desde que viste la camiseta de Boca.
A pesar del sólido desempeño de Cavani, el equipo de Martínez tuvo altibajos en el primer tiempo frente al Pirata. Impulsado por su afición, se plantó firmemente en campo contrario y desafiaba a Belgrano por los costados con las incansables subidas de Lautaro Blanco (no siempre bien resueltas) y los movimientos astutos de Cavani, tanto dentro como fuera del área, siempre mostrándose como opción, moviéndose dentro y fuera de la congestión para crear espacios y eventualmente quedar en posición de gol. Un brillante cabezazo del charrúa tras un centro venenoso de Saralegui hizo lucirse a Losada, quien le negó el gol de manera espectacular, pero perdería sus próximos tres duelos contra el uruguayo de los 443 goles como profesional.
Como ante River, Cavani fue el delantero más incisivo de Boca. Pero esta vez, a diferencia de otros partidos, fue él quien logró romper la sequía frente a los arqueros rivales. Porque Merentiel, el otro uruguayo, sigue con la pólvora mojada. Tuvo dos oportunidades claras, una al principio y otra tras el cabezazo de Cavani, pero sus remates, algo débiles, salieron desviados. En ese momento, Belgrano ya había tomado ventaja gracias a una buena definición de Passerini y se encerraba en su propio campo. Antes de eso, un mano a mano de Rolón, el 5 que Boca le prestó a Belgrano, había encendido las alarmas de una defensa azul y oro que se mostraba permeable en el retroceso y parecía extrañar la ferocidad de Lema, quien estaba lesionado, en el cuerpo a cuerpo con los atacantes.
Pero la ausencia de Lema no fue la más sensible para Boca. El desgarro de Equi Fernández le quitó al conjunto de Martínez un eslabón fundamental en la construcción de jugadas. El socio preferido de Medina, la figura del Xeneize en el Monumental, que no pudo repetir su brillante actuación, pero que aún así se las arregló para generar algo de fútbol y también la jugada del penal para el empate parcial 1-1. Campuzano aportaba equilibrio en el mediocampo pero no la visión de juego y el primer pase que suele ofrecer el volante de la Sub 23. Medina, entonces, retrocedía hasta el círculo central para recibir la pelota. Y allí, rodeado por los hombres de Belgrano, no pudo destacar. La portería le quedaba lejos. No tenía cerca a Saralegui ni a Zenón. Y Boca, en consecuencia, se vio obligado a recurrir a pelotazos largos y centros al área desde los costados. Mientras todo esto sucedía, la temperatura en la Bombonera aumentaba cada vez más: «¡Muévete, Xeneize, muévete…!».
Pero lo mejor para Boca estaba por llegar. A los 9 minutos del segundo tiempo, el técnico envió al terreno de juego a Blondel y Langoni (por un flojo Advíncula y un Saralegui irregular). Y esta vez los cambios, tan criticados frente a River, surtieron efecto. En su primera intervención, Langoni combinó con Medina y, en la devolución, el volante fue derribado por Longo, quien no tuvo otra opción que sujetarlo de la camiseta. Falta, penal y amarilla. Correcto Arasa, bien por los jóvenes y aún mejor por Cavani, quien clavó el 1-1 con un disparo potente a la derecha de Losada.
Ese momento de alivio, ese grito contenido, liberó a Edi y a todo Boca, que se lanzó con todo en busca de la victoria. El empate ya era un buen resultado para Belgrano, que resistía como podía. Pero no para Boca, que se encontraba rezagado en la tabla y necesitaba desesperadamente un triunfo. Sin embargo, la historia sería diferente esta vez. Y Cavani fue el protagonista de un final emocionante, que hizo vibrar a una Bombonera en estado de ebullición. Primero llegó el toque sutil para el 2-1 a los 29 minutos, que fue celebrado dos veces debido a la revisión del VAR. Y poco después, la definición
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