Con un Brasil muy lejos de sus mejores versiones y sin cumplir lo que insinuó en la previa, la Scaloneta desplegó su jerarquía de campeón del mundo y lo aplastó con un contundente 4-1 que dejó a los hinchas en éxtasis.
El partido arrancó con la intensidad que se vivía en un Monumental vibrante. A los tres minutos, una gran jugada colectiva terminó con Thiago Almada habilitando a Julián Álvarez, quien, entre dos defensores, definió con categoría para abrir el marcador.
La exhibición continuó a los 12 minutos: tras una increíble secuencia de 33 pases, Nahuel Molina asistió a Enzo Fernández, que definió con potencia al segundo palo, encendiendo aún más el fervor de las tribunas. Rodrigo De Paul estuvo cerca del tercero, pero Bento lo evitó. Sin embargo, a los 26, Brasil descontó de manera inesperada: Matheus Cunha presionó a Cuti Romero, robó el balón y definió ante un Dibu Martínez que no pudo reaccionar a tiempo.
Argentina no tardó en reponerse. A los 36, un preciso centro de Enzo Fernández encontró a Alexis Mac Allister, que anticipó con un toque sutil para el 3-1. Minutos después, un cruce entre Raphinha y Nicolás Tagliafico derivó en una pelea general y presagió un complemento caliente.
Pese a los intentos de reacción de Brasil, la Albiceleste mantuvo el control. Julián Álvarez casi sorprende con un tiro bombeado, y a los 25 del segundo tiempo, un centro atrás de Tagliafico parecía perderse, hasta que Giuliano Simeone apareció por derecha y con un bombazo selló el 4-1, desatando la locura en el estadio.
Ya con el partido resuelto, Scaloni movió el banco y desde las tribunas llovían «oles». Entre chispazos y lujos, el Dibu Martínez se animó a hacer jueguitos, lo que le valió un reto del DT. Brasil intentó con un disparo de Raphinha al travesaño y un remate de Paredes que Bento desvió, pero el final fue inapelable. Una noche histórica, de esas que quedan grabadas en la memoria del fútbol.