Boca arrancó ganando con un cabezazo de Izquierdoz pero el Lobo lo dio vuelta con los goles de Guiffrey y la figura, Brahian Alemán. El colombiano empató a cinco del final.
La última vez que habían jugado Boca y Gimnasia en la Bombonera había sido con público y con la presencia de Diego Armando Maradona en el banco del equipo de La Plata. Hoy las cosas son distintas, no sólo porque el Diez ya no está (Messera ocupa su lugar), sino porque en la cancha se escuchan los ecos de los gritos de los jugadores por la ausencia de los hinchas.
Lo que no cambió es el status con el que Boca llegó aquella noche y con el que juega hoy. El Xeneize era el campeón y hoy lo sigue siendo porque se quedó con las últimas dos competencias argentinas.
Antes de comenzar el encuentro, se realizó un minuto de silencio por la muerte del Morro García y del ex presidente Menem.
Gimnasia intentó presionar para no ser avasallado por Boca desde el comienzo. Los centrales jugaban a varios metros de su arquero intentando sorprender al campeón. Y así fue, que tras un habilitación de Ramírez, Perez García llegó al fondo y la pelota atravesó toda el área. Fue allí que el ex Tigre sintió un pinchazo en el posterior derecho y tuvo que salir. Entró Matías Miranda.
Llegando a los 9 minutos, Carlitos Tévez tuvo la primera chance cuando recibió una la pelota entre los centrales del Lobo y no pudo marcar por la salida rápida del arquero Insfrán. Cuatro minutos más tarde, el arquero achicó otra vez frente a Mauro Zárate y comenzó a convertirse en figura.
A los 17 quedó claro que las espaldas de Jara eran un problema cuando Ramírez otra vez llegó hasta el fondo (antes, había generado la jugada de Pérez García) y definió al primero palo. La pelota se fue desviada pero quedó claro que, más allá de los intérpretes, el Lobo tenía decidido aprovechar el lateral derecho de Boca.
Si en la anterior Copa de la Liga quedó la sensación de que el Lobo mereció mejor suerte, qué decir hoy cuando a los 30 se fue Víctor Ayala lesionado. Segundo cambio obligado. Y a los 31, Ramírez entró solo a conectar un centro cruzado de Alemán y la pelota dio en el palo. Fue otro aviso, aunque finalmente el juez dio off side.
Pero son tres minutos en los que pasa de todo porque, llegando a 32, Carbonero pierde una clarísima: la tapada de Andrada a mano cambiada es monumental. Y a los 33 aparece la jerarquía de Boca: Villa tira una bicicleta en el área y la pelota pega en el costado externo de la red. A esta altura, estamos viendo un partidazo.
Boca jugó muy incómodo durante todo el primer tiempo. Hasta podría decirse que se jugó como quiso Messera. Sabiendo que el local iba a tener más el balón pero jugando directo y dañando. Pero, a los 41 hubo un tiro de esquina, el guante de Cardona apuntó a una zona en blanco del área, Izquierdoz sabía que tenía que correr hacia allí y martilló la pelota que cruzó toda el área en diagonal hasta entrar al arco. Uno a cero de cabeza.
Cuando parecía que el esfuerzo de Gimnasia por neutralizar al campeón quedaba en la nada, Germán Guiffrey aprovechó un centro de Weigandt (que metió la pelota adentro tras un córner) y marcó el empate. Siempre hay alguien que pierde la marca. Y en este caso fue Zambrano que había tenido problemas durante todo el partido para contener a Ramírez.
El comienzo de la segunda parte fue parecido. Al minuto, Matías Miranda metió un tiro cruzado que se fue al lado del palo. Y en la siguiente jugada el arquero Insfrán le sacó un cabezazo abajo a Mauro Zárate.
Partido de ida y vuelta con Alemán que manejaba los hilos del encuentro. Una especie de titiritero que hizo mover a sus volantes y delanteros. Entonces fue Carbonero el que aprovechó las espaldas del lateral derecho de Boca gracias a un pase suyo. Llegó al fondo y se desparramó en el área. ¿Penal? Echavarría no se dejó engañar, pero tampoco amonestó.
¿Cuánto vamos a tardar en decir que Gimnasia sorprende a Boca? Alemán ya es la figura de la cancha, pasa, gambetea, patea de afuera y, si la Bombonera luciera con dos hinchadas como en otros tiempos, ya hubiera levantado aplausos de unos y murmullos de otros.
A los 17, Carbonero la metió para Contín que se la bajó a Brian Alemán que aprovechó que los defensores y centrales de selección de Boca estaban en otar cosa y miraban cómo el 10 y figura de la cancha marcaba de cabeza. Y 2-1 para el Lobo.
A los 23, Mauro Zárate tuvo la última: después de un centro de Frank Fabra, el delantero no alcanzó a conectar la pelota y sintió un fuerte dolor. De todas formas, Russo decidió cambiarlo. Igual que a Jara. Adentro Salvio y el pibe Medina.
Parecía que el Lobo metía el batacazo, pero a cinco del final el Toto cayó en la medialuna del área y el juez pitó falta. No pareció foul y, en los pies de Cardona, fue como un penal con Barrera.
Si Alemán fue el MVP, el otro diez (que es Cardona, aunque use la 8), fue el hombre clave en los dos goles del Xeneize. Primero en el centro. Y ahora con este tiro libre. La secuencia es así: el colombiano besa la pelta, la baja. Retrocede un paso y camina hacia el balón. Patea. La pelota pasa mansa y se mete en el ángulo. Así, con su exquisita pegada, Edwin Cardona justifica su permanencia en el campo hasta el final.
A partir de allí, no quedó tiempo para más nada, apenas para el pitazo final de Echavarría que dio fin a un partidazo en el que los dos se fueron con un gusto amargo. Boca, por cuestiones obvias, por ser el campeón y pretender debutar ganando en casa. Y Gimnasia por el esfuerzo y el gran rendimiento de un partido que se escapó a cinco del final.