Saul “Canelo” Alvarez sumergió en la incertidumbre gran parte del futuro por una desatención incomprensible de aquellos que guían y programan sus combates.
Una mezcla de desconocimiento e ignorancia sobre quién es quién en el mundillo pugilístico. Pagó un impuesto muy alto al repetir un desafío ilógico hacia su propio cuerpo: sumar peso y volver a los 79.110 kg, aceptando un adversario inconveniente en todo aspecto, que agregaba muy poco a su currículum: el kirguiso Dmitry Bivol (79.200 kg), campeón mundial de los semipesados (AMB), que lo venció por puntos en 12 rounds en modo amplió e inobjetable, en el T-Mobile Stadium de Las Vegas.
La caída de Canelo causó una quiebra absoluta en la bolsa de valores de las grandes inversiones en esta disciplina. Tan inesperada como terminante. Su derrota tiene mucho más peso -popular y comercial- que la mismísima victoria de Bivol, que recibió honores de apátrida en Estados Unidos por su nacionalidad rusa. Sin himnos ni banderas, y presentado oficialmente como un atleta residente en Indio, California.
El kirguiso aprovechó la lentitud de Canelo y sobre la base de una buena traslación de ring, con jabs y golpes cruzados de larga distancia, sacó clarísimas ventajas. Ganó muy cómodo, en un muy buen cotejo por 117-111 en la tarjeta de LA NACION. Aunque sorprendió el fallo unánime 115-113 –estrecho y polémico- otorgado por los tres jueces oficiales. Una vez más, un pugilista representado por el empresario inglés Eddie Hearn –reactivado como promotor de Álvarez– recibió una gran protección a la hora del veredicto. Esta vez no alcanzó para modificar el resultado. En festivales recientes, el escocés Josh Taylor y la irlandesa Katie Taylor, campeones de su equipo, fueron incomprensiblemente favorecidos en pésimas decisiones ante Jack Catterall y Amanda Serrano, respectivamente. Y estos guarismos invitan a una observación puntillosa al respecto.
¿Comenzó el ocaso de “Canelo”?
El mexicano entró ingresó en el tramo final de su carrera. A los 31 años, amerita una nueva oportunidad. Esta derrota no implica el último acto sobre el ring. Sobre todo, teniendo en cuenta que había logrado la mejor actuación de su carrera al noquear a Caleb Plant, en noviembre pasado. La razón lo eyecta –ahora– a concretar su tercera pelea con el kasajo Gennady Golovkin en peso supermediano, con un kilaje cercano a 76 kg; sin embargo, la conveniencia con el negocio y su propia vanidad lo tentarán hacia un desquite con Bivol, el próximo 17 de septiembre. Fecha que ya tiene asignada para volver a presentarse en Las Vegas. ¿Cambiaría en algo su suerte en un nuevo match con el ruso? No, absolutamente en nada.
Sus tres kilos de más le quitaron velocidad y vivacidad. Y sus reflejos también funcionaron en otra frecuencia ¿Cuestión física o deterioro boxístico? No podemos tener ahora una respuesta categórica y vital para su futuro.
¿Qué viene para Bivol?
El desquite con Canelo será el cheque más buscado y quizás la pelea menos riesgosa. Deportivamente, el match con su compatriota Artur Beterviev, titular (WBC -FIB) y ganador por KO de sus 17 combates , por la unificación del cetro, constituye lo más esperado en los semipesados. Mas aún, Beterviev arriesgará sus coronas con Joe Smith, poseedor de la diadema (OMB), el 18 de junio próximo en el Madison Square Garden de Nueva York, con grandes chances de vencer. Bivol y Beterbiev tienen a una mujer como manager en común: Katie Duva, y esa cuestión facilitaría este pleito.
Bivol, de 31 años y con un récord de 22 victorias consecutivas, dijo: “Ahora me deben respetar como campeón. Gané y lo vio todo el mundo. No puedo mover los brazos. Me quiso demoler, pero se olvidó de tirar a la cabeza para marcar impactos de poder. Volvemos a boxear cuando él quiera”. El ruso remontó un 5 a 1 en contra en las apuestas, que aprovechó muy bien el exquíntuple campeón Floyd Mayweather que ganó 42.500 dólares con un boleto directo: “Dmitry a ganador”.
Este match fue un suceso en México. Los canales Azteca y Televisa vendieron mas de seis millones de publicidad entre ambos, e incrementaron el éxito comercial de transmisiones anteriores. La paradoja estuvo dada en la bolsa de Álvarez. Su seguro básico osciló en 20 millones de dólares, mientras que en su última confrontación con Caleb Plant –promovido por Al Haymon– anduvo alrededor de los 40 millones. Hasta esto es incomprensible.
“Creo que gané, pero en este deporte también se puede perder. Y hoy me tocó a mí”, dijo Canelo, quien agregó: » Me sentí chico en esta categoría y todo me costó muchísimo, pero debo ir por el desquite con Dmitry. Lo voy a volver a intentar”.
Saúl Álvarez sigue siendo campeón mundial supermediano. Tiene los cuatro cinturones en los 76.200 kg. Tal si fuese una lógica del ring podemos afirmar que un púgil no termina su ciclo de una pelea para otra. Con 57 triunfos (39 KO), 2 reveses y 2 empates y con 17 años de tránsito en el boxeo profesional –debutó en 2005–, Canelo recibió esta vez un gran llamado de atención. Por ineptitud en su manejo, por una clara merma en este peso y por el paso del tiempo: un usurero que cobra intereses muy caros a quienes ejercen este oficio.
Osvaldo Príncipi