Buen arranque de Boca Juniors en la Copa de la Liga: le ganó a Platense 3 a 1

Edison Cavani

Arrancó bien la Copa de la Liga en una noche de emociones: el grito de Cavani con Palermo en cancha, el concierto de Zeballos, el golazo de Medina… Falta retocar atrás: Racing será más exigente.

La noche de la Boca fue casi una película perfecta. Hacía falta que estuviera presente el 9 más grande de la historia para que le entregara el bastón de mando al que llegó, a ese 9 de jerarquía que tanto buscamos, que finalmente llegó y que es tal vez nuestra máxima ilusión de cara la obsesión de otra Copa, la séptima, la definitiva. El primer gol tenía que ser en la Bombonera, y si bien no hubo alambrado -ya lo habrá, en ocasiones más importantes-, llegó. Hubo grito y un pedazo de los sueños empezaron a ser realidad. Si es necesario un 9 de otra dimensión para ganar los grandes títulos, Cavani llena todos los casilleros. No sólo por el gol, un gol de 9, casi común, sino por las infinitas sutilezas entregadas. Acaso lo mejor del uruguayo, más que el gol, haya sido ese toque en el 1-0 para desviar el rumbo de la jugada, para tocar al lado ciego con toda la defensa de Platense cerrando hacia el otro costado.

Tuvo muchos de esos toques Cavani, pero ése entregó además la particularidad de juntar a los tres mejores del partido: él mismo, Medina y el Changuito Zeballos -gran figura-. Me gustó también que se haya peleado con los centrales. Ojo, igual, Edi: una cosa es carajearse con Neymar por ver quién patea los penales en el Pechegé y otra muy distinta es pelearse con Suso. El tamaño de los enemigos también hace a la grandeza. No te podés pelear con Suso.

No es casual haber empezado por una figura. Más allá de la construcción perfecta del primer gol, una de esas jugadas que seguramente Almirón sueña con una sonrisa porque se parecen más que cualquier otra cosa a su idea de juego, Boca fue otra vez una pasarela de figuras que iban apareciendo, intermitentes, en momentos clave. Eso es el Boca de Almirón, amén de las intenciones del entrenador, y ya no habrá tiempo para cambiarlo. Este es su Boca, el Boca que buscará el título más anhelado. Tal vez la mejor muestra no sea justamente ese primer gol sino el último. Un gol de jugada aislada, sin construcción, resuelto por la magia del conductor de Boca, que no es otro que Cristian Medina -uno de los grandes aciertos del DT.

El equipo no la pasaba bien con Platense -un Platense al que hasta la extirpamos a Taborda para tenerlo como tercera o cuarta opción en el banco- y el suspenso flotaba en el estadio hasta que Medina dio ese golpe final maravilloso para que la gente se fuera a su casa al palo pensando en el miércoles. Un recuerdo peligroso pero real: muchas veces el Boca de Bianchi terminó sus pleitos de esa manera, liquidando sobre el final. Aquel prodigio de Carlos, sin embargo, no sufría a sus rivales: les pegaba un trompazo o dos, dormía el partido y lo despertaba al final para alegría de todos. Mil veces lo vivimos quienes disfrutamos su era gloriosa de fines del siglo pasado e inicios de este milenio.

Hay algunas cosas que quedaron claras en ese ensayo que fue el partido de este viernes: Zeballos no puede faltar en la formación titular; Cavani se pone mejor con el correr de los días y tiene que estar; hay extremos suficientes como para jugar el 4-3-3 preferido del técnico (aunque hay que ver qué precauciones toma frente a Racing en el partido largo); Rojo se pone a punto y es espiritualmente irreemplazable (lo sacaron sólo para cuidarlo); Medina es el conductor, con pases riquelmeanos, cerebro, sacrificio y aun con sus lagunas.

Esas son algunas certezas de cancha, pero hay más, hijas de la deducción: Romero, Advíncula, Fabra y Barco, que no tuvieron un solo minuto, serán titulares. También Pol Fernández, que entró un rato, aunque no se sabe en qué lugar. ¿De 5? Campuzano no aprobó, mientras que el Equi no tiene el orden necesario y no está rodado -menos para partidos de semejante relevancia. Merentiel tampoco entró un minuto y es el goleador del ciclo: ¿señal de que Almirón se decidirá por un 4-4-2 con dobles laterales por las bandas y doble 9? Puede ser.

Y en defensa, donde hasta Platense fue capaz de complicarnos, queda a la vista que falta un 2. No es un detalle menor, como la falta del 5. Son dos puestos clave sin dueño. La apuesta por Figal-Rojo debe haber tenido que ver con darles rodaje juntos: Marcos aprobó, pero no puede encargarse de marcar a Figal también. ¿Valdez? No derrocha confiabilidad, precisamente. Ultimas conclusiones: Sarachi parece un 3 (marca, y eso es una novedad en este Boca); Blondel es más de lo mismo (4 de proyección).

Si la película de la noche fue casi perfecta, y no totalmente perfecta, fue por el desgarrador desconsuelo de Langoni. No puede ser mala leche: por alguna razón, el pibe tiene la cabeza rota y hay que hacer lo posible por reparársela. Por nosotros, pero sobre todo por él, que ya mostró que tiene tanto para dar. Si hay que mandarlo a Miami como a Rojo, hagamos el esfuerzo. Que se despeje y vuelva con todo, con ese instinto de niño asesino que nos dio un campeonato. Ponete bien, pibito, queremos gritos (de gol), no lágrimas.

No estuvo mal como último ensayo. Habrá que hacer hincapié sobre todo en las cuestiones a corregir, las defensivas. Lo otro lo resuelven solitos los muchachos con su jerarquía. Ah, y sería un desperdicio dejar al Changuito en el banco por rearmar el doble 9. La Bombonera es el patio de su casa. Si este Boca de Almirón es un equipo más de jugadores que de funcionamiento, no tiene sentido dejarlo afuera. Sea cual sea la decisión, ¡vamos Boca, carajo!

Antonio Serpa

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