Después del empate sin goles frente al Palmeiras el pasado 28 de septiembre, dejando abierta una serie que finalmente se decidió en San Pablo, el equipo volverá a pisar el terreno internacional en la Bombonera.
Ya no están los días de incertidumbre sobre el juego del equipo ni las preocupaciones por lesiones como las del Colo Barco. Tampoco persiste la euforia por conseguir entradas para la final en Río ni el ambiente electoral. Diego Martínez ha trabajado para traer estabilidad y resultados.
A pesar de que el inicio en la Copa de la Liga fue incierto, con una delegación alternativa en Bolivia, la situación ha cambiado con buenos resultados en el torneo local. Ahora, el enfoque se desplaza hacia la competición continental.
El objetivo es claro: asegurar una victoria sin correr riesgos innecesarios. Este es uno de esos partidos donde ganar es más que una necesidad, es una exigencia del contexto. Con buenas sensaciones en el equipo, Martínez busca evitar sorpresas desagradables.
Además, se busca una ventaja sustancial en el marcador, teniendo en cuenta la posibilidad de una definición ajustada en el grupo. La meta principal del año es levantar una copa internacional, específicamente la Sudamericana, que representa una oportunidad para volver a los primeros planos en títulos continentales.
Aunque no lleva el peso de la Séptima en la historia del club, ganar esta copa significaría mucho en términos de prestigio y abriría la puerta a futuras competiciones internacionales, como la Recopa. Es un primer paso en el camino hacia la gloria, un paso que podría llevar al Boca Juniors de nuevo a la cima del fútbol sudamericano.
