Boca Juniors y Estudiantes de La Plata empataron sin goles en la Bombonera

A una semana del partido con Fluminense, el Xeneize recibió al Pincha con un equipo totalmente alternativo.

Por: Gonzalo Suli

De 9 titulares a ninguno, después de haber declarado su intención de poner lo mejor contra Estudiantes, y de haber practicado con esa idea durante toda la semana, Jorge Almirón decidió meter un volantazo de 180 grados y poner un equipo de 11 suplentes que no practicó en toda la semana, al punto que Cavani y Merentiel no fueron ni al banco…

Las fuerzas subterráneas que propiciaron semejante giro son difíciles de establecer. De todas maneras, sonó lógico en tanto Boca no tenía margen de error en el caso de sumar algún otro lesionado de cara a la final de la Libertadores del próximo sábado. Raro, porque el entrenador diagramó las últimas semanas en función de la idea original: puso titulares ante Unión (20/10) para poner suplentes frente a Racing (24/10) para volver al equipo principal para el cruce contra el Pincha, para que llegaran con ritmo al duelo con Fluminense. Después de las lesiones de Benedetto y Valentini ante la Academia, seguramente el consenso interno (jugadores, dirigentes, el mismo Consejo) quizá influyó para que Almirón cambiara de opinión. Como fuere, había cierto clima de alivio en la Bombonera. En tal caso, vale preguntarse en qué condiciones psicológicas hubieran jugado los titulares, con el partido del sábado en la cabeza y el temor de sufrir una lesión que los dejara afuera.

Por eso, una Bombonera embravecida recibió a los jugadores al grito de “en Río de Janeiro, vamos a ganar, y la vuelta, y la vuelta vamo’a dar…”. Porque, hay que decirlo, el clima no bajó de intensidad por la ausencia de los jugadores que saldrán a la cancha en el Maracaná. La gente tiene un agite que no lo baja nada…

El partido ante Estudiantes, eso sí, perdió un poco de interés, pero al menos distendió el clima, la gente se aflojó, se achicó el pánico. Pare de sufrir.

Y así se jugó. Un Boca despojado de presiones, porque estaba claro que el “deportivo ganar siempre” se tomó un day off, por más que ganar era importante para clasificar a la Copa 2024. Una anécdota comparado por lo que se juega el sábado en el Maracaná.

Así y todo, el equipo dio la talla. Jugó con fluidez, con cierta ambición, e impuso condiciones ante un Estudiantes que le quedó el partido a contramano. Porque se preparó para una cosa y de repente sus obligaciones crecieron. Domínguez puso línea de cinco para contener a los Cavani, a los Barco, a los Fernández, a los Merentiel, y de golpe se dio cuenta de que por peso propio la obligación era suya. Y no supo bien qué hacer con eso. Y no cambió el chip.

Boca intentó con sus armas, con algunos evidentes problemas de coordinación. Pero generó las únicas chances en el PT: un tiro de Taborda tras un taco de Bullaude y otro disparo lejano de Saralegui, ambas resueltas por Andújar.

De hecho, la primera llegada del Pincha fue a los 17 del segundo tiempo, un cabezazo de Muñoz que tapó fácil Javi García. Almirón fue a por todo: si bien puso a Barco (vaya uno a saber por qué) tiró en la cancha hasta a los últimos orejones del tarro: Pulpo González, Ramírez…

Boca insistió, le anularon -bien- un gol de Janson por offside del que tiró el centro… Pero faltó profundidad, punch. En definitiva, Merentiel y Cavani en el palco, Pipa lesionado… Estudiantes generó, por fin, un par de situaciones al final, pero ya estaba todo el pescado vendido. Y en el final sí, otra vez, los gritos de guerra: “Yo te quiero Boca Juniors, yo te quiero de verdad / quiero la Libertadores y una gallina matar”. Y así se fue Almirón, ovacionado por la gente. Se ve que decidió bien…

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