Estuvo a la altura. Y no es una frase de ocasión. Este Boca alternativo que terminó con siete pibes en cancha, que tuvo a cuatro debutantes absolutos en Primera, que el mismo día del partido realizó una travesía sobre rutas sinuosas en camionetas 4×4 y que terminó aguantando casi sin aire, se la bancó en Potosí. Y sacó un empate de esos que se valoran más por el marco, por la dificultad y por la adversidad que implica jugar a casi 4.000 metros de altura. Empató 0 a 0 con Nacional en el debut por la Sudamericana. Aunque lo pudo ganar con ese penal fallado por Benedetto.
De entrada nomás, el equipo de Martínez jugó un primer tiempo para destacar. Rápido para salir, punzante para atacar, decidido para lastimar. Lejos de replegarse, de aguantar en defensa, de entregar la pelota como suelen hacer los equipos del llano, el Xeneize propuso, intentó, lo buscó. Desde la postura, el equipo de Martínez decidió no respetar el estigma de la altura. Por el contrario, le hizo frente. Lo desafió.
Tuvo, en esa primera etapa, cuatro chances claras, un tiro en el palo (el de Ramírez, más allá de que pegó más afuera que adentro) y un penal. El que falló Benedetto, otra vez con un remate fuerte, alto, una fórmula que nunca le rindió pero en la que 9 y ayer capitán, persiste (en este caso, se la devolvió el travesaño).
Por todo, Boca debió irse ganador al descanso. Lo mereció. Pero sobre todo, lo construyó. Desde la recuperación de Benítez, y, fundamentalmente, desde la dinámica de Saralegui. El pibe rompió líneas y, a puro oxígeno, corrió como si estuviera en el llano. Eso le dio aire a Boca para atacar, incluso, con mucha gente, algo que no es habitual a semejante altitud.
Es cierto que en ese ir, tuvo algunos sobresalto al volver. Pero Brey, con un anticipo de su gran noche, tuvo una tapada fenomenal ante Prost. Sin embargo, claramente, Boca llegó mucho más al arco rival que Nacional. De hecho, fue el equipo de Martínez el que, en un terreno adverso para esa tarea, impuso las condiciones y hasta el ritmo con el que se jugó.
En esa búsqueda, también se destacó Briasco, mostrando un desequilibrio y un empuje por la banda derecha que cuestiona, de algún modo, que no haya sido ni siquiera una alternativa en este tiempo. Aunque luego se fundió. Como le pasó a todo Boca en general y a algunos jugadores en particular.
Uno fue Saralegui, quien había sido la llave en la primera etapa y, lógicamente, sintió el desgaste. Boca, en casi todo el complemento, no fue lo punzante que había sido en el primero. Le costó llegar. Y por entonces, también respirar, encontrar aire, incluso por dónde lastimar.
Martínez metió mano para refrescar y, en esa búsqueda, debutaron tres pibes más: primero Iker Zufiaurre (por Janson) y más tarde Milton Delgado (por Benítez) y Ariel Molas (por Briasco), para armar línea de cinco y aguantar lo que quedaba.
Fue en ese momento cuando apareció la figura de Brey, para replantear su definición de arquero del futuro. Con dos tapadas sensacionales, primero el cabezazo a Callejo y otro en contra de Valentini después (sí, sacó hasta las de sus propios compañeros), el pibe mostró su gran presente, redondeó su mejor actuación en el arco xeneize y aprobó la decisión de Martínez de mantenerlo como titular.
Tras esos momentos de zozobra, ya con siete pibes en cancha, Boca aguantó hasta el final un partido en el que, lógicamente, de a poco fue pagando el efecto de los 3.900 metros primero y toda la travesía para llegar en 4×4 después. Aun así, lo pudo ganar con una gran jugada de Saracchi a los 47 del segundo tiempo, lo que hubiera sido un premio a su búsqueda (y postura) inicial.
¿Qué dijo el Pipa Benedetto sobre el penal errado y su rendimiento?
«Erré el penal. Con bronca con eso porque nadie más que yo quería convertirlo, pero me quedo con el rendimiento del equipo, no damos más. En el segundo tiempo se empezó a sentir. Quiero convertir, no se me está dando. Hay que seguir trabajando. Yo sé que hice un buen primer tiempo, pero me quedo con el penal, me voy con mucha bronca. La pelota apenas la tocás, se levanta acá».