Viajar de un país a otro, transitar un aeropuerto, recorrer las salas de embarque o incluso detenerse en un free shop hoy en día implica encontrar una escena que se repite: cientos de personas se mueven con barbijos que recubren sus vías respiratorias.
Y el arribo de Boca a Venezuela para el partido de Copa Libertadores ante Caracas arrojó una imagen singular: todo el plantel fue sometido a un control de temperatura al poner un pie en el Aeropuerto de la capital venezolana. Nada alarmista, rápido, pero se trató de una pintura de lo que hoy genera el factor Coronavirus en el planeta.
Entre risas, el plantel de Boca fue pasando por la revisión de los especialistas de salud que están en la manga de cada avión que aterriza, y de madrugada llegaron a un hotel en el que ya los esperaba una cena pensada y programada también con recaudos. Porque con anticipación viajó Karina Gavini, la nutricionista de Boca, para organizar una estadía que no es sencilla ante la escasez de algunos alimentos en Venezuela. Es cierto: se trató de un abanico mucho más amplio al que se encontró el club cuando en 2015 le tocó visitar Barinas. Pero igual hubo un repaso minucioso de cada comida. Un pequeño ejemplo: la ausencia de galletas o jugos, como consecuencia también de la poca importación de productos.
Más allá de la comida y del Coronavirus, la llegada de Boca a Venezuela también mostró una pequeña dosis de un día a día bastante cauteloso en estas tierras. Por caso, el domingo por la noche ofreció una ciudad desolada y con locales que cerraron sus persianas apenas pasado el mediodía. Temas de seguridad en las últimas horas (hubo un impactante tiroteo en la autopista que conecta el Aeropuerto con Caracas, que dejó cinco muertos) también ayudaron a que se diera un operativo policial muy importante para el arribo del equipo: seis patrulleros, diez motos y dos camionetas blindadas escoltaron al plantel en su llegada.
Los habituales y problemáticos cortes de luz en el país se hicieron notar en un trayecto entre penumbras hasta el hotel Marriot. Y más: caminar una cuadra hasta cualquier sitio implica siempre recibir un «no lleves nada que llame de atención en la mano», como consejo de los empleados del hotel a cualquier persona. Particularidades que arroja la visita de Boca a una ciudad agitada del continente.
Matías Bustos Milla
Enviado especial Clarin Deportes.
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