Clarín.com Deportes.- Ahora que Carlos Tevez salta en el corazón de la Bombonera, se abraza con esos compañeros vestidos de azul y oro y festeja como cada uno de esos hinchas que coparon la Bombonera, tiene la misma cara que en aquellos tiempos juveniles. Cuando su apellido era Martínez y su presente, All Boys. Cuando soñaba con un futuro de elite que le permitiera superar las barreras de Fuerte Apache. Cuando su vida todavía no era una miniserie, pero se empezaba a rodar bajo la suela de su pie derecho. Cuando Boca lo esperaba.
Tevez es el Renacido. Y tal vez tenga que ver con aquella película que protagonizó Leonardo Di Caprio y que le valió el primer Oscar de su carrera a este popular actor norteamericano. Porque Carlitos sobrevivió al rechazo que generó en la gente el desplante de irse a China detrás de los millones de dólares que ofreció Shanghai Shenhua. Había regresado a la Argentina con honores después de disputar la final de la Champions League de 2015 con los colores de la Juventus. No pudo con el Barcelona de Lionel Messi, pero llegó vigente. Fue campeón con el Vasco Arruabarrena y con Guillermo Barros Schelotto. Prometió retirarse en Boca, pero hizo una pausa para jugar en la Superliga China. Volvió un año después.
Se vio obligado a recuperar el terreno con el Mellizo. La supervivencia no fue fácil. De ser el ídolo y capitán indiscutible, pasó a calentar el banco. Justificado, a fin de cuentas, por un nivel que estuvo muy lejos del que había mostrado en la Vecchia Signora y antes de tomarse el último expreso a Oriente.
También tuvo que superar el duro golpe de Madrid, la derrota más dolorosa de la historia. Recién ingresó en el tiempo suplementario. Y nada pudo hacer para revertir la inevitable alegría de River en el Santiago Bernabéu.
Fue la bandera de Gustavo Alfaro desde el discurso del entrenador, pero pronto dejó de flamear. Y otra vez, Tevez tuvo que subsistir sentado al lado del entrenador, relegado, masticando bronca. Su horizonte empezó a nublarse, su continuidad entró en un impasse y con una nueva eliminación en la Copa Libertadores ante River nadie podía asegurar que cumpliría su contrato firmado hasta junio.
Entonces, Juan Román Riquelme le tendió una mano. Había advertido el máximo ídolo, ya corporizado en vicepresidente: “Me gustaría saber si todavía tiene ganas de jugar a la pelota, porque hace dos años pareciera que las perdió. Pero no tenemos muchos secretos y hablaremos”. Lo hizo en Paraguay, durante el sorteo de esa Copa Libertadores que ilusiona. Y Tevez tomó nota. Los referentes se sentaron cara a cara y el emblema que nació en los márgenes de Ciudadela. Y terminó de resucitar con Miguel Angel Russo.
Hoy, nadie concibe el ataque de Boca sin Carlitos. Para el último de los mohicanos que ganó la Libertadores en 2007, es indiscutible. Como delantero, puesto del que alguna vez renegó. Cerca del área, donde recuperó su poder de gol. Pegó 9 gritos en el torneo, 6 con Russo. Todo un indicio de que se siente cómodo en la órbita del experimentado entrenador.
Y no sólo fue clave para la conquista del campeonato por los goles a Patronato, Aldosivi, Arsenal, Talleres, Central Córdoba, Godoy Cruz y Colón;también, tiene posibilidades de ingresar en el selecto top ten de máximos artilleros xeneizes que encabeza Martín Palermo. El Titán marcó 236 goles.
Con 85 convertidos, Carlitos superó hace una semana al Murciélago Alfredo Graciani y está a una diana de Guillermo Barros Schelotto y Sergio Manteca Martínez. Y a sólo siete de Riquelme, nada menos.
“Me siento rápido y muy bien físicamente. Nunca me sentí un ex jugador. Sentí que tenía que mejorar, no podía seguir así. Estaba en un pozo del que no podía salir. Desde que me fui a China, no estaba en este nivel”, dijo Tevez. Y en estos conceptos es posible explicar el click que hizo en este 2020. Más fino, más rápido, para certero. La confianza es todo en el fútbol. Sobre todo, para tipos con el recorrido de Carlitos:Corinthians, West Ham, Manchester United, Manchester City y Juventus. Una década en las grandes ligas.
Tevez está feliz con su quinta liga con la camiseta de Boca. Ganador de la Copa Libertadores y la Intercontinental en 2003 y la Sudamericana 2004, ahora que se consagró nuevamente campeón local, quiere ir por la séptima, esa obsesión pintada de azul y oro.
RIVER NO PUDO EN TUCUMAN
Durante los primeros cinco minutos del partido en Tucumán y el Decano se hizo dueño de la iniciativa. Apenas tomó una pelota fue Cristian Erbes quien disparó al arco de Franco Armani, que desvió el remate. Tras esa acción, hubo una falta sobre Javier Toledo, pero el árbitro Patricio Loustau no lo cobró.
Luego llegó una buena jugada de River. Nacho Fernández le filtró un pase en la puerta del área a Rafael Santos Borré, quién quedó mano a mano con el arquero y definió de manera perfecta, pero el árbitro asistente levantó su bandera y marcó off-side. En la repetición se advierte que en el fondo hay un defensor de Atlético Tucumán que habilita al colombiano.
Llegó el primer gol de la noche a los 18 minutos del primer tiempo. Javier Toledo, fue el encargado de el marcador en esta noche de definición. Así, logró poner en ventaja a su equipo, y posponer la definición.
Pero llegó el gol del empate parcial. Matías Suárez apareció con un certero cabezazo e igualó el partido. La jugada la terminó junto a Milton Casco quien ejecutó el centro desde la izquierda, y la pelota tomó la velocidad justa para encontrarse con la cabeza del delantero, quien entre dos defensores tucumanos, apareció y marcó.
Durante los primeros minutos del segundo tiempo, Nacho Fernández ingresó por la banda derecha al área rival y el defensor tucumano le entró bruscamente al volante, en lo que fue una clara falta, y penal. Pero el árbitro no lo consideró y el partido continuó.
Otra de las jugadas polémicas de la noche, que no terminó en penal, fue cuando Guillermo Ortiz lo tironeó la camiseta a Suárez tras un buen desborde y éste cayó dentro del área.