Boca definió el clásico ante Rácing en los primeros cinco minutos

Boca Juniors

La reinvención de Boca de la mano de Jorge Almirón: correr, jugar, sufrir y pelear de principio a fin

El equipo xeneize le ganó por 3-1 a Racing un clásico muy caliente, con goles en el inicio y el cierre del partido; el director técnico acertó con la inclusión de Luis Advíncula en posición ofensiva.

Por: Claudio Mauri

Caliente de principio a fin. Boca abrió y cerró el clásico con goles. En medio de esos extremos, jugó, corrió, luchó, se vació para conseguir una victoria indispensable para su ánimo y confianza. En la Bombonera bajó el malestar y subió la euforia. A casi una semana del superclásico con River, a Boca le importa más haber dado un paso al frente, mostrarse erguido y combatiente, que los 16 puntos que lo distancian del equipo de Martín Demichelis.

En su primera semana completa para trabajar desde que asumió, Jorge Almirón dispuso del tiempo para que Boca se asemejara a lo que pretende. Un equipo mejor estructurado de lo que venía siendo. Independientemente de los nombres, porque las bajas eran varias e importantes. Ocho lesionados condicionaban el armado, pero no afectaron la idea de la ejecución.

Quién hubiera dicho que después de perder de local los últimos tres partidos por la Liga Profesional, este Boca le estaría ganando 2-0 a Racing a los seis minutos. Es cierto que la Academia le facilitó la tarea con una pasividad y desubicación inauditas. Once jugadores que parecía que recién se habían conocido y sin un entrenador que les hubiera remarcado la necesidad de entrar en el partido desde el primer minuto.

Mucho por decisión, y otro tanto porque olfateó enseguida que había un rival en la luna, Boca asestó dos golpes como si fuera un noqueador serial. El primero, luego de que Racing le permitiera dos cabezazos tras un córner y Piovi completara el regalo con un despeje a los pies de Payero, que definió con un derechazo.

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Ni así se despertó Racing y tampoco se aplacó Boca. A Almirón no le llevó mucho tiempo comprobar su acierto, al menos en la noche de este sábado, de ubicar a Advíncula en la función Nº 8 y la Nº 7, más wing que volante. El peruano, lanzado en velocidad, tiene la potencia de un atleta para 400 metros llanos. Con un simple contacto físico se sacó de encima a Piovi y en carrera lo desbordó a Insúa. Solo desaceleró para tirar el centro atrás que conectó Pol Fernández. “Sé que Luis es lateral, pero es bueno sumar alternativas. Tuve una charla con él en la semana, entendió que el tándem que formó con Weigandt le podíamos hacer daño a Racing por ese sector porque Piovi no venía jugando de lateral. Después de los goles lo tuve que frenar al Chelo [Weigandt] porque por su ímpetu iba en todos los tiros”, analizó Almirón.

Un comienzo inesperado y condicionante para todo el encuentro que quedaba. Boca mantuvo la intensidad para jugar en bloque y achicar espacios en campo propio. Un espíritu gremial que también le sirvió para ganar pelotas divididas y anticiparse.
Racing pasó a tener la pelota, pero también una mochila muy pesada que cargar. Con un cráter por el sector izquierdo, donde Piovi –llamó la atención, ya que venía siendo uno de los mejores en la defensa– e Insúa temblaban con las zancadas de Advíncula.

Con Pol Fernández y Payero como escoltas cercanos de Varela, Boca cerró líneas en el medio. A Villa le tocaba ser un wing izquierdo con obligaciones para el retroceso. Boca quedaba parado en un 4-1-4-1 ante un Racing que demoraba en calentar motores. El reaparecido Moreno, tan importante para el quite y las coberturas, tampoco escapaba de las pérdidas peligrosas de pelota. Se jugaba más en campo local, pero sin que Racing generara situaciones en la misma proporción. Boca era más amenazante con el contraataque.

A Boca le salió un primer tiempo bastante redondo, en planificación y ejecución. Sin derroche de recursos técnicos, pero sí vigoroso y con un orden que hace rato se le reclamaba.

Gago hizo dos cambios para el segundo tiempo, con los ingresos de Reniero por Hauche y del juvenil Saliadarre –debutó en la fecha anterior- por Gómez. El partido se encaminó por la senda pendenciera que tuvieron clásicos recientes. Cualquier chispa puede provocar un incendio. Estados alterados de los dos lados. Poco autocontrol. A partir de uná patada que Piovi le tiró desde el piso a Vázquez, se armó un tumulto generalizado. Manotazos, empujones. Sobraban candidatos para recibir la tarjeta roja. Merlos, con un criterio muy ambivalente para juzgar todos los excesos que hubo, expulsó a uno por lado: Payero y Nardoni.

El árbitro –y el VAR- pasaron por alto un planchazo de Barco a Mura. Consciente de que le habían perdonado la vida, Almirón reemplazó al juvenil, que en su afán por dejar su sello en cada jugada a veces hace una de más, o comete un exceso. Necesitará charlas y tiempo de maduración Otra omisión increíble de Merlos fue el golpe de Villa con un brazo sobre el rostro de Mura, que sufrió un corte sangrante.

En medio del fragor, Reniero definió con gran frialdad, tras aprovechar un pelotazo a la espalda de Figal. Más allá del descuento, Racing siguió siendo un flan en defensa. Era cuestión de que Boca ajustara los contraataques para definir la historia. No pudo Villa en dos ocasiones, pero sí Merentiel con una corrida a lo guapo para soportar la marca y definir sobre la salida de Arias. Otro final volcánico, ardoroso. Almirón consiguió su segunda victoria, la primera por más de un gol de diferencia. “El plantel y el vestuario se están levantando para ser un mejor equipo”, dijo el entrenador tras el final. Sigue metiendo en lo táctico y bajando un discurso nuevo para la reinvención de Boca.

Claudio Mauri

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