El jueves, la Academia jugará la primera final ante Botafogo en Avellaneda.
El hincha elegía fingir demencia. No importaba la goleada. Tampoco, el baile de La Paternal. Entonces, armó un festival en las tribunas. Se cantaba por la Academia, al tiempo que bajaba un telón que tapaba media popular. Claro, a esa altura no había mucho más para ver sobre el césped del Cilindro. Hasta que hubo un revulsivo desde el banco y dos goles que ilusionaron con el empate. Hubiera sido injusto, en definitiva. Porque Argentinos Juniors fue superior. Por eso es líder de la Zona A en el Torneo Apertura. Y si hubo aplausos en la despedida celeste y blanca, tuvo que ver con la final del jueves, en este mismo escenario, donde se disputará el duelo de ida de la Recopa Sudamericana ante Botafogo, nada menos.
No alcanzará con el aliento para doblegar al campeón de América. Racing necesita mejorar con urgencia. Hay ausencias que pesan: Maravilla Martínez, el goleador, y Luciano Vietto. Sin embargo, no deberían ser excusas válidas para tan pobre nivel. El equipo colapsó en todas sus líneas. Falló atrás, estuvo carente de creatividad y más allá del amor propio que mostró en el final con el descuento, hay poquito para destacar.
Argentinos hizo circular rápido cada pelota y Racing corrió de atrás. Esa fue la principal diferencia entre uno y otro. El equipo de La Paternal se lució desde el funcionamiento colectivo y el anfitrión quedó totalmente desarticulado. Entonces, el resultado fue una consecuencia del desarrollo. Porque no hubo equivalencias. Con un toque atildado en la salida, profundidad por afuera y buen manejo por adentro, los futbolistas vestidos de rojo y blanco se hicieron un festín. Y si el primer tiempo no terminó en una goleada visitante se debió a la falta de justeza en la definición. Al menos, en el último tramo, claro.
Porque antes, Argentinos consiguió dos goles con gran destreza. El primero, con una presión alta sobre el lateral. El segundo, con un contragolpe para los manuales del fútbol. En ningún momento, ni siquiera en ese arranque en el que se mostró vertiginoso empujado por su gente, Racing pudo superar a su rival. Y Nico Diez, un viejo conocido de la casa, también gano el duelo táctico.
Hubo un cambio clave para afrontar este partido. Este técnico del riñón de José Pekerman, ex ayudante de Sebastián Beccacece, introdujo un marcador central y sacó un volante. Armó una línea de tres zagueros en el fondo con Román Vega y plantó un 3-4-1-2 con el que encontró velocidad y agresividad por las bandas con las subidas de Leandro Lozano y Sebastián Prieto; conducción a partir de la conexión que nacía en Federico Fattori, Nicolás Oroz y Alan Lescano; y potencia adelante, donde José Herrera se movía por todo el frente de ataque y Tomás Molina era una amenaza constante para Gabriel Arias.
El arquero le tapó dos remates a Molina, un tiro cruzado y un cabezazo a quemarropa, a la salida de un tiro de esquina de Lozano. Fue un preanuncio de lo que se venía. Con un medio estático en el que Juan Nardoni estaba solo porque Agustín Almendra se veía desbordado, Argentinos se hacía cada vez más fuerte.
Hasta que llegó el primero. Cuando por fin recuperó una pelota Almendra, la perdió Gabriel Rojas ante Fattori, Oroz jugó para Lozano y el uruguayo dejó a Lescano de frente al gol. Con un remate al primer palo, inatajable para Arias, Argentinos pegó el primer golpe.
Y un rato después, armó un contraataque maravilloso, con Prieto casi arrinconado en córner propio. Fattori, Oroz, Herrera y Molina le pusieron el sello a una jugada de colección. Arias salió lejos, apurado, nadie cubrió. Y otra vez desnudó las flaquezas defensivas de Racing, que solo apostó al pelotazo.
Fue desesperante el primer tiempo. Los delanteros chocaron, especialmente Maxi Salas. Adrián Balboa, la referencia del área, al menos metió un cabezazo que murió en las manos de Diego Rodríguez. Fue la situación más peligrosa que generó el equipo de Gustavo Costas, que metió mano en el banco para encarar el segundo tiempo.
El entrenador celeste y blanco desarmó la línea de tres con el ingreso de Matías Zaracho por Gonzalo Escudero, que jugó su primer partido de titular. Y también entró Bruno Zuculini para energizar un medio cansino con Almendra. Sin embargo, en la primera jugada del complemento, Argentinos estiró la ventaja con una gran definición de Prieto, que enganchó ante Martirena y metió un derechazo rasante, lejos del alcance de Arias.
Racing no podía recuperarse y los hinchas entendieron que era mejor cantar que llorar. Hasta que entraron el Toto Fernández, que dejó alguna pincelada en su debut; el pibe Degregorio, energizante; y Martín Barrios, clave en los dos goles. El suyo, con un tiro de media distancia, y el de Di Cesare, con un centro que pegó en el palo y derivó en el marcador central, que firmó la ley del ex.
Argentinos no debió sufrir tanto. Racing reaccionó tarde, con más impulso que fútbol. Y lo que viene, lo interpela. Ya perdió tres partidos en el campeonato.
Daniel Avellaneda – Clarín