Con goles de Lautaro Martínez y Giovani Lo Celso, el conjunto nacional se impuso en el Maracaná y ya palpita el gran clásico sudamericano.
El martes, desde las 21.30, en el Mineirao de Belo Horizonte, buscará un lugar en la definición en el clásico frente a Brasil.
Presión intensa, con las líneas bien unidas y adelantadas, para contrarrestar a los cinco mediocampistas que propuso la «Vinotinto» y maquillar la falta de un volante central natural. Con esa estrategia, la Selección arrolló a Venezuela en los primeros 15 minutos, robando rápido el balón y apelando a las transiciones rápidas. O imponiéndose en la pelota parada. Así, generó un puñado de chances de gol.
A los dos minutos, tras pase de Martínez, Agüero remató cruzado y tapó el arquero Fariñez. A los 6, cabeceó Otamendi, rozó en un rival y el intento salió desviado. Segundos después, ganó de alto Martínez, y Pezzella, solo, se llevó el esférico por delante. Con desviarla, alcanzaba para convertir.
A los 9 llegó el desahogo: Lautaro Martínez desvió de taco (y caño al arquero) un remate de Agüero y puso el 1-0.
A partir de allí, el encuentro se hizo más cortado y disputado, aunque el conjunto albiceleste mantuvo el control del desarrollo por actitud. Los dirigidos por Dudamel eligieron el sector que defiende Foyth, a través e Machis, para lastimar. Pero recién provocó una oportunidad concreta de gol a los 39, con un cabezazo de Chancellor que se marchó por encima del travesaño.
Hasta el final de la primera etapa quedó la sensación de que si Argentina aceleraba, podía ampliar el marcador. Pudo lograrlo dos veces, con un cabezazo de Pezzella sin puntería, y con un centro quirúrgico del «Huevo» Acuña, que Lautaro Martínez, el mejor del equipo, no logró conectar.
En la segunda parte, Argentina decidió compartir más la pelota, un poco por la dificultad para sostener el ritmo, otro tanto para intentar aprovechar la velocidad en el contragolpe. En la asistencia de Paredes a Martínez (la pelota dio en el palo) tuvo el 2-0, el grito de la tranquilidad. La Selección edificó un par de oasis de tenencia, en lo que le bajó las pulsaciones al encuentro, pero de a poco fue creciendo Venezuela, sobre todo a partir del ingreso de Soteldo. Y el juego comenzó a cerrarse en el campo argentino.
Scaloni decidió mover el banco de juego: primero entró Di María por Lautaro Martínez (con el fantasma de las críticas por el cambio ante Paraguay) y luego apostó por el control de Lo Celso en lugar de Acuña. La alarma sonó a los 70 minutos de juego, cuando Hernández pisó el área y remató de derecha, para hacer lucir a Franco Armani.
Pero Fariñez le inyectó alivio al combinado nacional: a los 74′, De Paul presionó, Agüero tenía opciones de pase pero remató, el arquero (que venía siendo el mejor del equipo en el certamen) dio rebote, y Lo Celso firmó el 2-0. Y le bajó la persiana al partido.
La «Vinotinto», que avanzó a esta instancia como segundo de Brasil en el Grupo A y había demostrado que ya no es la «Cenicienta» del torneo gracias a su buena camada de jóvenes talentos (fue subcampeón Sub 20 en 2017), no fue el «cuco» que suponía gracias, sobre todo, a la disposición al esfuerzo, solidaridad y presión de Argentina, que todavía no usó a su as, Lionel Messi, para ganar.
En esta Copa América, las figuras son Leandro Paredes y Lautaro Martínez, hombres de la nueva camada.
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