Corría el mediodía del lunes cuando la delegación de seguridad argentina en la Copa América y las autoridades locales estrecharon sus manos.
El partido más peligroso del torneo acababa de transformarse en un abrir y cerrar de ojos en el encuentro más custodiado de todos. Sí, la semifinal tendrá un operativo especial con 1500 efectivos, perímetro vallado a 300 metros del estadio, 20 aparatos tecnológicos puestos en los dos ingresos principales para cazar barras con derecho de admisión, dos helicópteros, drones con cámaras de reconocimiento facial de última generación y varios escuadrones de los famosos BOPE (Batallón de Operaciones Policiales Especiales).
Belo Horizonte será una ciudad preparada para garantizar una fiesta sin violencia, según asegura el vocero de la Policía local, Flavio Santiago. Y remarca algo que ya se preveía: el foco de tensión estará puesto dentro del estadio, ya que a diferencia de lo que ocurrió en las Eliminatorias o hasta el mismísimo Mundial 2014, esta vez no habrá sectores específicos destinados a la parcialidad argentina. Estarán todos los hinchas mezclados.
Cierto, algunas agencias de turismo de nuestro país comercializaban paquetes con entradas de platea lateral a 6500 pesos cada una (el precio oficial es de 590 reales), pero en ese sector estarán ubicados no más de 2000 fanáticos de Messi y compañía cuando se estima que habrá cerca de 7000 compatriotas alentando a la albiceleste. El resto serán todos brasileños que ayer agotaron los sobrantes y el estadio Mineirao lucirá a bote sus 64.000 ubicaciones.
Como la policía no puede ubicarse dentro del estadio, por política de FIFA que sigue al pie de la letra la Conmebol, para este encuentro se establecieron 700 stewards, tal como se denominan a los efectivos de seguridad privada que controlarán cada movimiento. Para entender la magnitud del evento, en el Maracaná, contra Venezuela, estadio con más de 80.000 butacas, los stewards fueron 370. Eso habla a las claras de la preocupación que genera el clásico sudamericano. Por fuera del estadio habrá 650 hombres de la Policía Militar de Belo Horizonte, que se ubicarán dentro del perímetro vallado y por fuera hasta 500 metros. El resto será para las fuerzas más pertrechadas, las de la Policía Federal de Brasil, con 150 uniformados patrullando los accesos pero también los puntos habituales de reunión como la Plaza de la Libertad, clásico lugar de festejo de los brasileños que moran aquí.
Por el lado argentino, se reforzaron los controles en las fronteras, lo que viene dando sus frutos: ayer fueron deportados otros cuatro barras que estaban en el sistema de derecho de admisión que integran 5.120 violentos. Dos eran de Patronato, que fueron retenidos en el paso internacional Santo Tomé- Sao Borja, que se ubica a la altura de la provincia de Corrientes, y los dos restantes de River, ambos de la facción disidente, que intentaron cruzar por el puente internacional Tancredo Neves que une Puerto Iguazú con la ciudad brasileña de Foz do Iguazú. Uno de ellos hasta estuvo imputado en su momento en la famosa gresca de los quinchos, el enfrentamiento con armas de febrero de 2007 en el club que inició la guerra interna de Los Borrachos del Tablón.
De esta forma, la lista de inadmitidos se elevó a 26, siendo Argentina por lejos el país con mayor cantidad de hinchas rechazados de toda la Copa. Además, Migraciones envió la lista de todos los que viajan a distintos lugares de Brasil en el día de la fecha tanto por vuelos comerciales como charters, para que nadie pueda sortear los controles. Y si alguno logra ingresar en forma ilegal por una frontera seca con poco control, estarán los puestos de verificación de identidad en el estadio: así lograron encontrar y deportar a tres barras en Río de Janeiro, cuando quisieron entrar a ver el encuentro con Venezuela, que nos depositó en esta soñada semifinal.
«Habrá un trabajo conjunto y especial desde la sala de audio y video. Pero además hay algunos grupos identificados con clubes del ascenso que no tienen restricción de concurrencia, pero sí hemos visto que pueden ser potenciales focos de violencia por su comportamiento en el Maracaná, donde cruzaban algunos cantitos subidos de tono con los brasileños. Si bien Belo Horizonte es una plaza más tranquila que Río o San Pablo, estaremos atentos a todo», le dijo Guillermo Madero, responsable de Seguridad Deportiva de la Nación, a Infobae. Así, todo parece estar bajo control. En el partido clave de la Copa, no sólo por lo que se juegan adentro de la cancha, sino también afuera.
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